Las banderas de la Estación Intermodal, en estado andrajoso

Las enseñas de Huesca, Aragón, España y la Unión Europea vuelan a ritmo despacioso carcomidas por las circunstancias climáticas

25 de Abril de 2025
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Las banderas de la Intermodal de Huesca, en estado de decrepitud

Una amiga de esta casa que es EL DIARIO DE HUESCA, Pilar, nos envía una imagen de las cuatro banderas que coronan la Estación Intermodal de Huesca, que se encuentran en una situación andrajosa, entre rotas las unas y deshilachadas todas.

La pregunta que surge inexorablemente es si han sido cambiadas en algún momento desde que la flamante infraestructura fuera inaugurada en 2001, a punto de los veinticinco años, en aquel momento con una espléndida cafetería y con todas las comodidades para los usuarios de los trenes y los autobuses. Apenas tardaría cuatro ejercicios para convertirse estación AVE, y es que este próximo lunes, 28 de abril, se cumplirán las dos décadas justas de la llegada a la ciudad de Huesca del primer tren de alta velocidad, los modelos que se dieron en llamar "patos" y que eran de la serie S-102, por cierto, la misma que hoy le comunica -en demasiadas ocasiones con "parada de burro" hasta desde las ocho de la mañana- con la capital de España, con Córdoba y Sevilla.

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De aquellos primeros años de esplendor, con una gran cafetería-restaurante gestionada por los hermanos Abadía y un salón de banquetes en la planta superior, se ha transitado hasta la situación actual en la que el establecimiento hostelero cría polvo -sólo hubo un intento posterior de apertura que resultó demasiado breve-, no hay salón de banquetes y sólo se mantiene desde sus comienzos en pleno funcionamiento el Aparthotel Huesca que en sus orígenes dirigió Mikel Zaldúa y en la actualidad Miguel Omiste, propiedad de la UTE que construyó el complejo.

Las banderas, siendo que no hacen más -ni menos- servicio que la representación institucional de la ciudad, de la autonomía, del país y de la Unión Europea, son en el estado de decrepitud de hoy todo un símbolo de una cierta dejadez que convendría revertir mientras se sustancian reivindicaciones como el tren de cercanías con Zaragoza o la línea internacional Zaragoza-Huesca-Canfranc-Pau. Es la consecuencia lógica de los fenómenos meteorológicos cambiantes desde aquel 2001 y también el signo de una cierta desatención. Desde luego, ver unos emblemas convertidos en harapos no es lo más gratificante, porque pudiera interpretarse que hacemos jirones nuestra identidad colectiva. Quizás alguien tendría que hacer un pensamiento.

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