La despedida se bebió a sorbos de nostalgia y de alegría. Se va el cabo Javier Martín de Torla, y fueron muchos los que decidieron decir hasta siempre al buen servidor público, al benemérito que ha entregado tranquilidad en la bandeja de sus excelencias como guardián de la seguridad. En el pequeño, pueblo, el alcalde, Jesús Lardiés, propietarios de hoteles, ganaderos y farmacéutica compartieron una velada de recorrido por los bares, donde le abrazaban los "viejitos". Los que, como nadie, conocen el valor y la trascendencia de los adioses, porque han recorrido mucha vida.
No hubo discursos ni oficialidades, nada artificial, sólo naturalidad. La que ha trazado en su hoja de servicios en el Sobrarbe Javier Martín, castellano de mucho mundo, capaz de entender la importancia del ámbito rural y también de mirar lejos, muy lejos, con el nexo común de su deseo de hacer el bien. Así es la Guardia Civil.
En seis años, Javier Martín y su familia han vivido mucho. Se han impregnado del carácter tranquilo del Sobrarbe, ese condado cuya majestuosidad natural combina en una armonía invencible con el afecto sereno de los sobrarbenses. Javier, atleta y montañero, ha sembrado mucho bien con sus seis compañeros del puesto de Torla para aportar paz al valle de Broto o, en caso de imposibilidad, para esclarecer casos delictivos, con un porcentaje extraordinario.

Ha disfrutado de su gran pasión, la fotografía y el video, que ha volado por las cumbres pirenaicas, ha buceado en los ríos y ha caminado a ras de suelo. Y, cuando ha entendido que había una oportunidad de contribuir a las emergencias humanitarias, no ha dudado a la hora de ir a recoger a decenas de mujeres ucranianas, a llevar miles y miles de comida a un pueblo desesperado por la guerra, e incluso a una acción heroica con su compañero el doctor Just para traer a buen puerto de paz a Lida, con un embarazo de riesgo en medio de las bombas. ¡Misión cumplida! Bien es cierto que bajo el manto protector y benéfico del gran Macario Olivera.
Episodios extraordinarios aterrizados en exposiciones de fotografías de toda España. Y sobrellevados con absoluta normalidad en Torla, donde el cabo ha sido mucho cabo estos seis años. Como dice el alcalde, Jesús Lardiés, "un guardia muy implicado, muy integrado en el pueblo. Mucha gente le quiere en Torla, porque ha sido siempre eficaz y a la vez cariñoso".

Por eso, más allá de alguna lágrima que desafía la teoría de la gravedad, ha resultado una tarde de regocijo. Ha sido una suerte para Torla haberle conocido, haberle disfrutado y haberle admirado. Ha aportado tanto al pueblo que no quedaba otra manifestación que la más franca, el beso, el abrazo, el apretón de manos con suave sensación de terciopelo.
Ahora, otro destino recibirá la excelencia de su desempeño. Es lo que tiene la Guardia Civil, que cuando cambia la dirección geográfica, no queda más remedio que aceptar y asumir los retos y la peculiaridad del nuevo espacio, siempre con el honor como divisa y todos los valores que, desde Torla, se ven más altos. Javier Martín ha dejado una estela tan indeleble que, cuando sea preciso, cualquier sobrarbense podrá encontrarle. Allí donde su sonrisa apacible derriba las barreras de la sinrazón, donde sus brazos infinitos acogen y firman el imperecedero sello de la amistad. Allí donde la Benemérita ha decidido, van a disfrutar a partir de ahora del mejor Guardia Civil, que se lleva en las maletas la admiración de una tierra. ¡Buen servicio!