Pregona la verdad oficial que sobre Huesca vuelan en estos momentos 7.000 estorninos, incluso asegura que han subido desde los cuatro mil iniciales, lo cual pondría en duda la eficacia de las medidas disuasorias para que estas aves no campen a sus anchas por el arbolado y los cielos de la ciudad.
Sin embargo, las imágenes contradicen la versión aportada ante determinados medios de comunicación por el concejal de Medio Ambiente, Roberto Cacho. Es evidente que no resulta fácil establecer un número preciso de esta especie que, durante todas las mañanas, recuerda a los vecinos de San Martín la película "Los pájaros" de Alfred Hitchcock por la densidad de las bandadas, por la velocidad impresionante de sus picadas, por su dibujo en el horizonte que constata que, solo en este arbolado de la ciudad, la cifra global esgrimida se queda no ya corta, sino cortísima.
Al departamento de contabilidad de estorninos del ayuntamiento, se pongan como se pongan, no les salen las cuentas. Lo acredita el ojo avizor de cualquier ciudadano. Lo atestiguan los coches sobre los que depositan sus excrementos estas aves paseriformes, que defecan con una alta capacidad de oxidación para las chapas de los vehículos. Y con un alto desagrado para los vecinos sobre cuyas vestimentas vuelcan sus excrecencias. No, siete mil no es una cifra aceptable en el respeto a la inteligencia del ciudadano. Así que hay que resetear la máquina y contar de nuevo. Y, de paso, replantearse los métodos y exigir a los contratados fórmulas para una cierta normalización frente a esta auténtica invasión. ¡Silencio, se rueda!