Rosa Casals ha abierto este jueves su tienda de la calle Ramiro el Monje por última vez. Ha llegado el momento de la jubilación, un merecido descanso y la ocasión para comenzar una nueva etapa de la vida, con tiempo para cultivar sus aficiones, para descansar y seguir disfrutando de la vida junto a su esposo, José Luis Laguna, y el resto de su familia.
Y en una fecha tan señalada, sus amigos de La Correría han querido expresarle su afecto, decirle lo mucho que la van a echar de menos y devolverle el cariño que ella les ha mostrado. Porque siempre ha estado ahí para todo el mundo y a algunas de sus compañeras, las lágrimas les han robado las palabras.
Va a ser difícil levantar la persiana sin haber escuchado los tacones de Rosa repicando sobre la calzada, o sin oír su risa. Pero todos saben que Rosa se ha ganado a pulso un tiempo para ella, sin fechas ni relojes que le marquen las horas ni los días. Ha trabajado desde muy jovencita sin regatear ni un minuto, sin apremiar a ningún cliente, sin privar a nadie de su ternura ni de sus buenos consejos.
Ha estado con todos siempre que le han necesitado, a tiempo y sonriente, como dice la canción, y forma parte de su biografía y de su álbum de familia. Claro que en la tienda ha tenido a su lado una aliada excepcional, su querida Belén, para la que también iba la sorpresa que este jueves les han brindado sus amigos.
Terminada la jornada laboral matutina, han ido a buscar a Rosa y a Belén a su establecimiento para requerirles que salieran a la calle y, cuando lo han hecho, se han encontrado todo un espectáculo de cariño invadiendo la calzada. Ha sido todo tan emocionante y tan bonito, que algunos viandantes creían que les había tocado la Lotería de Navidad.
Va a ser muy raro ver cerrada la tienda de decoración de Rosa Casals, que ha formado parte del paisaje comercial de la ciudad desde hace 32 años. Ismael Ramírez ha puesto la banda sonora a esta despedida, que se ha celebrado entre rumbas y otros ritmos. Rosa ha sido muy participativa en todas las actividades ciudadanas y comerciales y, como dice Sonia, "hay muy poca gente en este mundo como ella", porque "es un ser de luz y desprende mucha vida".
Rosa no piensa irse muy lejos ni renunciar a los cafés mañaneros con sus amigas. En realidad, no piensa renunciar a seguir siendo la alegría de La Correría.