El ánimo de Diego Romà Bohorques, presidente de la Federación de Parques Empresariales de la Comunidad Valenciana (Fepeval), es una turbina que desprende dolor, rabia, impotencia y, en el otro lado de la balanza, gratitud por la solidaridad de tantos españoles, entre ellos sus compañeros de polígonos industriales y particularmente de uno, Ignacio Almudévar, sobre el que proyecta el agradecimiento a Huesca por el esfuerzo generoso en estos tiempos de zozobra y muerte.
Enfangado como tantos valencianos en las tareas humanitarias de asistencia y recuperación, su presente se tiñe de desolación por el futuro que se cierne sobre la comunidad. "La devastación es muy grande. Hay unos 30 parques empresariales de las comarcas de L'Horta Sud y del Camp de Turia también de la ribera que están devastados. La palabra es devastación. Los daños materiales son muy grandes".
Fepeval está trabajando en cuatro áreas principales. La primera, "reactivación de la economía y de las empresas, empezando por la limpieza. La batalla es contra el barro. Hay que quitar el barro, los destrozos son muy grandes, pero debemos empezar por la limpieza de las empresas. Los polígonos industriales son el último barrio y estamos intentando visibilizar el drama social que se avecina porque, tras el drama humano que es lo primero, y estamos buscando gente y encontrando cadáveres y es muy difícil, la economía tiene que seguir porque tenemos que seguir comiendo. Viene un problema muy grave porque tenemos decenas de parques empresariales, miles de empresas devastadas. La primera es la batalla contra el barro, necesitamos maquinaria pesada, bombas de achique, camiones-cuba, todo tipo de palas y utensilios, voluntarios y gente que nos ayude".
"La primera es la batalla contra el barro, necesitamos maquinaria pesada, bombas de achique, camiones-cuba, todo tipo de utensilios y voluntarios que nos ayuden"
En segundo lugar, agrega Diego Romà, "las infraestructuras, dotaciones y servicios están destrozados. Hay que reconstruir los parques empresariales. Todo lo que son aceras, asfaltado, puentes, comunicaciones, canalizaciones de servicios como el agua, está devastado".
Algo que hace clamar a la Federación, en tercer término, es la necesidad de que "se despliegue el ejército, porque está habiendo robos, saqueos,... Hace falta que se ponga orden y que se desplieguen el ejército y las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado para garantizar la Seguridad Ciudadana. Estamos sufriendo robos de forma generalizada".
"Hace falta que se ponga orden y que se desplieguen el ejército y las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado para garantizar la Seguridad Ciudadana"
Y el cuarto gran eje de las inquietudes empresariales: "La movilidad. Las infraestructuras están muy deterioradas, los trenes de cercanías no se pueden reparar porque ya no existen, hay líneas que no existen, tramos de autopista que han desaparecido, puentes que han caído... Eso va a tardar mucho tiempo. Hay un problema de movilidad de los trabajadores a los polígonos empresariales y hay que resolverlo".
Diego Romà prosigue con su clara exposición asegurando que van a ser necesarias "ayudas a la reconstrucción, ayudas para las empresas. El parque móvil está devastado en todas esas zonas, tanto de las personas privadas como de las empresas. La situación es muy complicada".
"LA GENTE SALVA A LA GENTE"
El presidente de la Federación quiere manifestar "las gracias a la ciudadanía. Se ha volcado enormemente. La solidaridad de la gente es enorme y también quiero dar las gracias a la Confederación Española de Áreas Empresariales por su generosidad, por muchas muestras de afecto y apoyo por ejemplo de la de Aragón o del propio Ignacio Almudévar. Quiero que se cite a Ignacio, a la Federación de Huesca y a la aragonesa. Nos han llamado, estamos en contacto y nos están ayudando en lo que pueden".
El inventario empresarial es desbordante y deprimente. "Decenas de miles", de las que en la zona destruida "el 85 % están afectadas. Miles y miles. Y los trabajadores, decenas de miles. Es una devastación. No ha caído en un pueblo concreto. Ésta es una comarca muy poblada en un área metropolitana con mucha densidad de población, muy urbanizada y con muchos parques empresariales. Ha devastado la mitad sur del área metropolitana. La norte no se han enterado porque el nuevo cauce lo ha amortiguado todo. El río Turia lo ha amortiguado y ha tirado todo al mar por los pelos. Valencia está seca, intacta, por los pelos".
Miles y miles de empresas y decenas de miles de trabajadores están gravemente afectados
Sin embargo, el Barranco del Poyo ha tenido puntas de 2.200 metros cúbicos de agua, cuatro o cinco veces el caudal del Ebro cuando desemboca, "eso es una barbaridad".
Apostilla que "la sociedad civil está reaccionando bien, pero echamos en falta más actuación desde las administraciones públicas. Denunciamos que falta más actuación. Falta más coordinación y solicitamos el despliegue del Ejército para que haga tareas de seguridad y apoyo, porque aquí lo que está funcionando es la solidaridad de la gente. la gente salva a la gente". Contundente.
"El dolor en lo humano es tremendo, pero también tenemos que pensar que, después, viene el drama social y el económico. Si no hay empresas, ¿de qué comemos? Tenemos que reactivar la economía y están devastados, los daños son imposibles de calcular, esto es tremendo", se expresa con dolor Diego Romà.
En general, agrega, la actuación de las administraciones públicas está siendo "demasiado lenta. Yo transmito el sentir que nos llega a las organizaciones empresariales, que es que la ayuda llega con demasiada lentitud, todo lo contrario de la gente, que está reaccionando con mucho apoyo".
Recoge el guante lanzado por la vicepresidenta del Gobierno, Yolanda Díaz, sobre la utilización de la figura de los Expedientes de Regulación Temporal de Empleo (ERTE). "Estamos en una situación de devastación. Toda ayuda bienvenida sea porque va a hacer falta muchísima ayuda para reconstruir la devastación humana, social, económica y medioambiental que ha supuesto esto. Lo del medio ambiente no nos acordamos, pero es una barbaridad lo que ha sucedido".
UNA REIVINDICACIÓN DEL PASADO PARA EL FUTURO
Recuerda el presidente de Fepeval la riada de 1957 que devastó la ciudad valenciana. Se construyó el nuevo cauce del Turia que ahora ha salvado a Valencia, "y está seca, intacta y limpia. Pero todos los pueblos para abajo, hiperpoblados con zonas industriales y comerciales, híper desarrollados, hay un barranco que se llama del Poyo. Costaría 200 millones de euros encauzarlo correctamente. Año tras año se pasan la pelota y no se ha afrontado. Eso es lo que haría falta, laminar y encauzar bien ese barranco. Si se hubiera construido una presa de laminación bien grande, no para hacer electricidad, para cuando vienen riadas como ésta. Eso es lo que ha faltado. El cauce del Barranco del Poyo es muy corto".
Vive Diego Romà a ocho-diez kilómetros de la zona cero y ese día apenas recibieron 40 litros y mucho viento, "pero no nos enteramos de nada, y la gente de esas poblaciones no se enteraron de nada. Donde llovió una barbaridad fue a 30 o 40 kilómetros hacia el interior, y llegó una riada que no se ha avisado".
La incertidumbre es generalizada y también en el ámbito industrial por la tragedia humana. "Conocemos empresarios que han desaparecido. Se fueron por ahí a comer y no han aparecido, y no sabemos cuándo aparecerán". Todo, absolutamente todo, confluye en el término que impregna toda la entrevista: Diego Romà, como el conjunto de Valencia, está devastado. Quitarse este barro exigirá una tarea de reconstrucción hercúlea.