Con algo más caudal del esperado, pero afrontando de todas formas un recorrido complicado, los navateros de la Galliguera han completado este domingo con éxito el descenso del río Gállego, reviviendo una tradición que ha generado una gran animación en la zona, y que se ha desarrollado con el espíritu de celebración de la declaración de Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad de la Unesco para el transporte fluvial de la madera.
Dos navatas de dos trampos, con cuatro navateros ataviados con la ropa de antaño cada una, han realizado el descenso en esta 19 edición, en que se ha optado por naves de menor tamaño y menos almadieros para reducir el peligro del recorrido, que se afrontaba con algo de temor al llevar el río menos agua que en otras ocasiones.
“Ha ido razonablemente bien”, ha señalado al finalizar el descenso Fran Fraguas, miembro de la Asociación de Nabateros d´Galliguera, que ha realizado el recorrido en una de las navatas. “También por la preocupación, íbamos muy concentrados, se ha estado muy pendiente y se ha bajado bastante bien”, ha señalado. Sólo un problema, que se ha producido poco antes de la llegada a una zona peligrosa conocida como “la lavadora”.
“Hemos tocado en unas piedras de la orilla de la derecha -ha explicado-, lo que ha hecho girar la navata 360 grados en mitad del río, pero hemos conseguido dominarla y aprovechar una corriente para volverla a poner en posición y afrontar el siguiente rápido con seguridad”. Además, “algún paso no ha sido exactamente lo fino que tiene que ser, porque al haber menos caudal hay menos camino y hay que afinar más, pero hemos bajado con pericia”, ha descrito.
Aunque no han tenido que intervenir, porque ningún navatero ha caído al río, les han acompañado en este descenso más difícil que otros años dos balsas de rafting de seguridad, con bomberos de de la Diputación Provincial de Huesca y de la de Zaragoza, también monitores, que son guías expertos en este medio del Club de Aguas Bravas de Murillo de Gállego, además de varios kayak con niños y niñas del club que son de la zona y han hecho el recorrido tras las navatas.
Al contar con menos tripulantes -normalmente navegan 5 o 6 por navata-, para aligerar de peso, el esfuerzo se ha notado. “Antiguamente bajaban uno por remo, por una cuestión económica de no gastar cuatro nóminas pudiendo pasar con dos, pero también eran hombres muy hechos al río y al trabajo”, ha recordado Fraguas. Las navatas tienen mucha maniobrabilidad con esos dos remos, es una embarcación que no lo aparenta, pero en la jerga naval, es muy marinera, navega muy bien”, ha añadido.
Fraguas ha realizado el descenso “con gran emoción”, y ha destacado que se han sentido muy arropados. “Vienen de pueblos de toda la Galliguera, familias y amigos, gente de Huesca, de Zaragoza y también compañeros navateros de otros ríos”. En esta ocasión han acudido desde el Valle de Hecho -Enrique ha realizado el recorrido en una navata-, y de dos asociaciones de Valencia como espectadores, para “disfrutar del día con nosotros y apoyar”, ha citado. “Otras veces acuden compañeros del Cinca y nosotros también vamos al Cinca, a Hecho, a Valencia, al Tajo, hay mucha comunión entre nosotros”, destaca.
Fraguas ha descrito que ha sentido la sensación de estar “en un estadio de fútbol viendo público en las alturas animando, cantando”, en referencia a la expectación que ha generado el descenso, con mucha animación en la salida en Murillo de Gállego, el puente de esta localidad, el de Santa Eulalia de Gállego y en su playa. “Son los puntos donde se reúne la gente, ya que hay muchas dificultades para acceder al río a lo largo de todo el recorrido, porque está bastante encañonado", ha recordado.
Tanto a la salida como a la llegada han actuado Gaiteros d'a Tierra Plana y Bucardo Folk, que han contribuido a crear un ambiente festivo, muy animado en esta jornada en la que la Galliguera revive esta tradición en su rio vivo.