Con discreta elegancia, ha acudido al encuentro con San Jorge justamente este día 23 de abril Tomás Solans Gistau, binacetense de 77 años que durante décadas organizó con lealtad y profesionalidad el protocolo del Día de Aragón. A pesar de que estaba delicado de salud, nada hacía presagiar el desenlace. Quizás el santo necesitaba en su fiesta celestial alguien con su sabiduría y generosidad un experto para situar a su diestra, a su siniestra y al fondo a todos los invitados a la celebración.
No cabe duda alguna de que esta mañana, en la celebración institucional en el Palacio de la Aljafería, junto a los cientos de participantes estará, mesuradamente apostado en los espacios en los que tan bien se ha dispuesto siempre, el mejor servidor de las ceremonias, ese que, con voz contenida y firme sabiduría, colocaba como un cubo de Rubik cada pieza para que el conjunto fuera perfecto. Sencillez, prudencia y tacto para que la entropía de personalidades complejas deviniera en la armonía final. A veces, hasta tenía que escuchar ese desafío tan humano del "yo no me muevo de aquí", que resolvía con habilidad y mucha psicología.
Tomás Solans Gistau nació hace 77 años en el seno de una familia de agricultores que cultivaban la fertilidad propia de Binaced. El esfuerzo de sus padres le permitió estudiar Bachillerato en Lérida y Filosofía y Letras en la Universidad de Zaragoza. Destinó sus saberes a la docencia como profesor de Enseñanza Media en 1970. Su inquietud y prodigalidad se constataba en manuales escolares editados por Fomento de Centros de Enseñanza, Edelvives y Magisterio Español.
Hace 44 años, en 1978, se integró en Presidencia de la Diputación General de la Preautonomía, a las órdenes de presidentes admirados como Juan Antonio Bolea Foradada, Juan Antonio de Andrés y Gaspar Castellanos, hasta la autonomía cuyo primer mandatario fue Santiago Marraco. El protocolo en el Gobierno de Aragón, en aquellos tiempos de incertidumbre, fue transformado y edificado bajo su docta pericia, del anterior régimen a las nuevas instituciones democraticas.
No tenía experiencia ni formación previa, y comenzó a "educar" a todos en la necesidad de la disciplina y meticulosidad para que todo el protocolo se convirtiera en una armadura que, sin notarse, culminara en la mejor organización de eventos, en las mejores relaciones institucionales en acontecimientos públicos, fueran estos multitudinarios o una simple visita de un ciudadano a los gobernantes.
Tomás Solans impregnó a sus compañeros durante 38 años, hasta 2016 en que abrazó la edad del júbilo, de eficiencia y de talante. Su sonrisa era más elocuente que ninguna orden taxativa, su amabilidad la mejor invitación a seguir sus instrucciones, su palabra delicada una herramienta para convencer de la idoneidad de todos los movimientos, su gentileza un aire cálido que rodeaba a todos. Siempre expresiones afables hacia el exterior, rigor en el interior. Hizo sentir como reyes a todos, incluidos a los Reyes, bajo el imperio, eso sí, de la norma, del mejor de los procedimientos para hacer justicia dando a cada cual el lugar que le corresponde. Su sello en todos los grandes hitos de la historia reciente de Aragón.
Su tesoro de virtudes ha sido reconocido con reconocimientos como el de la Federación de Comunidades Aragonesas en el Exterior en 2016, o de la Asociación Española del Protocolo en 2019. Dejó también sus conocimientos en obras como "El protocolo aragonés: el caso del Justicia de Aragón".
Al encuentro con su tierra, acude hoy con paz eterna, la que sembró para dar los frutos del orgullo por la verdad de Aragón y de los aragoneses. El mismo que sentimos quienes le hemos apreciado profundamente, sabiendo que, detrás de esa mirada franca, esa sonrisa hermosa y esas palabras cariñosas y medidas, hemos disfrutado de una persona que ha marcado una época. El velatorio se ha instalado en Binaced, con los suyos, que somos todos. Descansa, Tomás, que allí arriba tendrán faena preparada para que organices hasta ese último detalle celestial que incluso a los santos pasa inadvertido. Un gran abrazo.