El IPE, pionero mundial en el empleo de drones en Ordesa para estudiar refugios de seres vivos frente al calentamiento global

El estudio publicado en una prestigiosa revista revela la utilidad de estos vehículos para obtener una resolución espacial sin precedentes

DH
16 de Enero de 2023
El dron, ante su escenario en Ordesa

El Instituto Pirenaico de Ecología es pionero a nivel mundial en el empleo de drones para identificar refugios microclimáticos para conservar la diversidad, condición que se ha manifestado en un estudio para determinar lugares térmicamente muy estables en áreas escarpadas de Ordesa, en las que los seres vivos están menos expuestos al calentamiento global, localizadas normalmente en laderas norte, pequeños emplazamientos bajo acantilados rocosos y zonas boscosas.

Tal y como indica el Instituto Pirenaico de Ecología, "la pérdida de biodiversidad es una de las consecuencias más importantes y negativas del cambio climático, por lo que, para conservarla, es prioritario identificar áreas y características ambientales que reduzcan la exposición de los seres vivos a los efectos del calentamiento global. Un estudio del IPE, perteneciente al Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), y del Departamento de Geografía y Ordenación del Territorio de la Universidad de Zaragoza ha empleado por primera vez drones con el objetivo de identificar refugios microclimáticos a escala centimétrica en zonas montañosas del Parque Nacional de Ordesa y Monte Perdido, ya que en estos pequeños emplazamientos, localizados en laderas norte, bajo acantilados rocosos y zonas boscosas, una variedad de seres vivos y microorganismos están menos expuestos al fenómeno climático y, por tanto, tienen mayores probabilidades de supervivencia.

La investigación ha sido publicada en Remote Sensing of Environment, la revista de mayor impacto en su categoría. En el estudio participa Begoña García, científica titular del IPE desde 2002. Los autores utilizan un enfoque novedoso, ya que es la primera vez en el mundo que se usan drones para este fin. De hecho, el proyecto se va a extender a otros parques nacionales españoles. “Se determinaron las áreas térmicamente más estables con los datos proporcionados por un dron equipado con cámara térmica, capaz de registrar en las bandas espectrales visible e infrarroja térmica de la superficie terrestre a muy alta resolución espacial, apenas unos centímetros”, indica la investigadora especializada en la dinámica a largo plazo de especies de flora y hábitats, así como en interacciones entre plantas y animales.

El dron, ante su escenario en Ordesa

Gracias a la autonomía del dron para volar sobre superficies rugosas, a su precisión y a su facilidad para acceder a zonas complicadas, se han podido generar paisajes térmicos en seis zonas topográficamente complejas del parque nacional. Las temperaturas registradas por el dron se validaron con una red de termómetros miniaturizados en campo y sirvieron para calcular el rango térmico diario, mensual y anual, lo que permitió identificar los lugares más estables desde el punto de vista térmico, es decir, “refugios microclimáticos”. “Además, el estudio demuestra que los valores de temperaturas en superficie que ofrecen los satélites son demasiado groseros por abarcar una gran superficie y no reflejan la heterogeneidad térmica existente en zonas de montaña, clave para la detección de refugios”.

Para revelar qué variables de vegetación y topográficas ayudan a generar estas áreas estables, los investigadores aplicaron modelos de regresión de árboles de decisión potenciados a siete variables ambientales. “La orientación norte fue la variable que más favoreció la estabilidad térmica, seguida de la pendiente y la densidad forestal, de modo que los refugios microclimáticos suelen localizarse en laderas norte, pequeños emplazamientos bajo acantilados rocosos y zonas boscosas”, destaca García como conclusión. Estos resultados “demuestran el prometedor futuro de los drones térmicos para la identificación de refugios a una resolución espacial sin precedentes”, lo que los convierte en una herramienta novedosa y de gran interés para la conservación de la biodiversidad en el actual escenario de cambio global.

El estudio se ha llevado a cabo en colaboración con el investigador predoctoral de la Universidad de Zaragoza Raúl Hoffrén y ha contado con el apoyo de la Asociación Española de Ecología Terrestre, la Agencia Estatal de Investigación y el Parque Nacional de Ordesa y Monte Perdido.