El trabajo decente es aquel que permite a las personas "vivir con dignidad", con sus necesidades básicas cubiertas, en un entorno seguro y justo, y que permite conciliar tu vida personal y familiar. Este concepto ha sido el eje central de Jornada Mundial de la Iglesia por el Trabajo Decente, que se ha conmemorado en Huesca en su décimo aniversario.
La jornada, previsto en la Plaza de Navarra y celebrado en claustro de las Carmelitas debido a la lluvia, ha incluido la lectura de un manifiesto (que puedes leer al final de este texto, en un documento adjunto), a cargo de Ana María Salvatierra, de la JOC, y una dinámica simbólica con cajas de cartón, cuyo objetivo ha sido visibilizar la precariedad laboral y reivindicar los derechos fundamentales de los trabajadores.
Margarita Alfaro, miembro de la HOAC, ha comentado, en representación de la organización, que se había querido poner el acento en temas como el "desempleo estructural, las jornadas a tiempo parcial, la temporalidad y la externalización de trabajos”.
Un aspecto preocupante que se ha destacado ha sido el impacto del trabajo precario sobre la salud mental de los trabajadores. Alfaro ha comentado que “se barajan alrededor de 600 casos de suicidios al año relacionados con el mundo del trabajo”, un problema que ha sido invisibilizado y al que no se le presta la atención adecuada.
Otro tema central ha sido la exclusión de colectivos vulnerables en el empleo. Alfaro ha recordado que la precariedad afecta especialmente a jóvenes, mujeres y personas migrantes. También ha subrayado la importancia de reconocer y valorar trabajos esenciales para la sociedad, como los cuidados, la limpieza y el trabajo en el hogar, sectores donde las condiciones suelen ser inestables y los salarios bajos.
La población migrante representa un 13% de la fuerza laboral y se encuentra concentrada en sectores de alta vulnerabilidad, como la hostelería, el trabajo doméstico, la agricultura y las plataformas de reparto. Esta situación ha sido agravada por su estatus administrativo irregular, lo que complica aún más sus condiciones laborales. Como ha comentado Margarita Alfaro, "en realidad, lo que nos encontramos es que están haciendo muchas veces lo que las personas de aquí no queremos hacer".
Además, se estima que un 6,7% del empleo en España corresponde a trabajos no declarados a la Seguridad Social, lo que contribuye a la precariedad.
En el contexto actual, las cifras de personas trabajadoras pobres han aumentado en España, y han pasado del 13% al 17% en un corto periodo. Esto indica que muchas con empleos estables no logran alcanzar una calidad de vida adecuada. "Si contamos que el precio de los alquileres puede suponer un 40% de su salario, es complicado avanzar", ha señalado Alfaro, haciendo hincapié en cómo estas condiciones afectan a la vida cotidiana.
En la provincia de Huesca, la precariedad también se ha hecho evidente. Muchas personas han estado trabajando largas jornadas por salarios significativamente inferiores a la media. Este es el caso de quienes se dedican a la agricultura, como la recogida de frutas, así como de las empleadas del hogar y de limpieza. A pesar de que la situación ha sido un tema latente en la provincia, su mejora ha sido escasa.
Respecto al acceso a la vivienda, la situación en Huesca no es mejor que en otras localidades; sigue sin haber un parque de vivienda de alquiler social adecuado. Muchas personas viven en condiciones precarias, con alquileres o realquileres en habitaciones que a menudo resultan en hacinamiento. La falta de soluciones ha hecho que esta problemática persista, reflejando una realidad similar a la de otras zonas del país.
En cuanto a las prioridades a abordar, Margarita Alfaro ha subrayado la necesidad de "que las administraciones estén al servicio de las personas". La calidad de los servicios públicos es fundamental, ya que la brecha digital ha limitado el acceso a ciertos trabajos. "Cuando dependes de una aplicación para acceder a empleo, hay muchas personas que quedan fuera", ha explicado.
Además, ha resaltado la necesidad de fomentar empleos estables que permitan a las familias planificar a largo plazo. “Muchas familias están viviendo al día y no pueden hacer planes”, ha afirmado. Por ello, ha abogado por un enfoque que esté al servicio de la vida.
La iniciativa Iglesia por el Trabajo Decente ha cumplido 10 años, un esfuerzo que ha surgido en el seno de la Iglesia y que se centra en la defensa de la dignidad del trabajo desde la perspectiva del "bien común", un término que, como ha comentado Margarita Alfaro, "se utiliza mucho, pero en el fondo no se sabe muy bien lo que significa".
"Este concepto abarca el trabajo digno, el acceso a la vivienda y la provisión de servicios públicos de calidad, como la sanidad y la educación, que deben ser derechos garantizados para todos", ha añadido.
En el marco de esta iniciativa, se ha puesto de relieve que el trabajo ha adquirido una connotación deshumanizada. Alfaro ha destacado que "el trabajo es central en la vida de las personas", pero ha observado que se ha convertido en "una especie de mercancía", que además está afectando a "la salud del planeta" debido a nuestras formas de consumo, que destruyen el comercio de proximidad.
"No nos planteamos el sufrimiento laboral que llevan detrás muchas de las cosas que queremos tener en casa", ha subrayado. La constante búsqueda de satisfacer deseos inmediatos tiene un costo que muchas veces pasamos por alto y que no solo recae sobre quienes producen esos bienes, sino que también afecta a la calidad de vida en general.