La defensora de los Derechos Humanos colombiana Manuela Bedoya, que participa en el programa de protección para defensores de Amnistía Internacional en España, se encuentra inmersa en una travesía por diversos grupos locales en España con el objetivo de dar visibilidad y generar conciencia sobre el tema del estallido social en Colombia.
Este viernes, ha visitado Huesca, donde realizará diversas actividades en centros educativos y en la Escuela de Enfermería, además de impartir una conferencia, abierta al público, en el Salón Azul del Círculo Oscense, a las 19:00, donde habló de los derechos ambientales y humanos, en el contexto de su país.
Así, Bedoya pone el foco en los casos de violencia policial ocurridos durante el estallido social de 2021, considerado el epicentro de la represión, y algunas consecuencias que se han derivado de estos hechos. "La movilización de los jóvenes en Colombia ha llevado a cambios significativos".
A través de su testimonio, la activista comparte cómo fueron vividos esos momentos críticos, y desde su experiencia personal como profesional de la salud, evidencia las violaciones de los derechos humanos perpetradas contra sus colegas en este marco del conflicto armado y social.
El estallido social surgió como respuesta a una serie de inconformidades con las políticas gubernamentales de ese momento. Los jóvenes se movilizan en distintas partes del país, y fue Cali uno de los lugares donde la protesta juvenil fue más multitudinaria. El carácter de estas manifestaciones era multifactorial, aunque la reivindicación común fue la oposición a la reforma de la canasta de alimentos familiares.
La población expresó su descontento ante la propuesta de incrementar los impuestos sobre los productos básicos. Este malestar se enmarcó en un contexto de inconformidades previas con las políticas económicas, agravado por el periodo de pandemia que resultó en un aumento de los niveles de pobreza y una ampliación de las brechas de desigualdad".
"Las protestas fueron reprimidas por la fuerza pública de manera contundente y desproporcionada"
"El descontento generalizado llevó a que la población, desde sindicatos hasta estudiantes y organizaciones sociales y barriales, se volcara a las calles en manifestaciones pacíficas. Sin embargo, estas protestas fueron posteriormente reprimidas por la fuerza pública de manera contundente y desproporcionada, generando un clima de tensión y conflicto en la sociedad", explica.
El uso desmedido de la fuerza pública se saldó con un centenar de víctimas mortales, aunque Manuela Bedoya apunta que se sospecha que la cifra real podría ser mayor, ya que algunos casos "no fueron debidamente denunciados en su momento".
Además, alrededor de 350 personas fueron detenidas y algunos presos políticos permanecen todavía en las cárceles. Por otro lado, aproximadamente 80 jóvenes sufrieron traumas oculares que les llevaron a perder un ojo.
En términos generales, la violencia asociada al estallido social ha dejado un saldo de alrededor de 3.800 víctimas afectadas por diversos actos.
La movilización durante el estallido representa un acontecimiento sin precedentes, especialmente al observar la movilización en los cascos urbanos, cuando el marco habitual eran las zonas rurales. Ahora se evidencia de manera más directa en las ciudades, donde la fuerza pública, incluyendo el escuadrón móvil antidisturbios (ESMAD) y unidades especiales del Ejército, se enfrentaron a los manifestantes en las calles, en condiciones muy desiguales.
La movilización unió a diversos sectores de la sociedad, principalmente en torno a la preocupación por la alimentación. "La propuesta de reforma tributaria, al afectar directamente los bolsillos de la población, fue la cereza del pastel", recalca.
"La propuesta de reforma tributaria, al afectar directamente los bolsillos de la población, fue la cereza del pastel"
No obstante, las tensiones también se nutrían de inconformidades previas, como el incumplimiento de los acuerdos de paz y el asesinato sistemático de líderes sociales en los territorios.
En este contexto, las juventudes, que a menudo enfrentan carencias de oportunidades, se sumaron a las manifestaciones como una expresión de descontento y demanda de cambios significativos en la sociedad.
La sociedad civil y diversas organizaciones de derechos humanos han denunciado estos abusos y están impulsando acciones para exigir justicia. Se han formado organizaciones específicas de víctimas de violencia policial, incluyendo madres que han perdido a sus hijos durante el estallido social, con el objetivo de buscar la rendición de cuentas y poner fin a la impunidad. Además, se han generado presiones a nivel internacional.
Este suceso histórico ha marcado un antes y un después en la historia del país. La movilización de los jóvenes en Colombia ha llevado a cambios significativos, no solo en términos de la composición de las figuras de poder gubernamental, sino también en "el papel que desempeña en la toma de decisiones y en la participación democrática".
Manuela Bedoya está impartiendo charlas en escuelas e institutos de España, donde visibilizas el derecho a la protesta y genera conciencia sobre la situación en Colombia. Además, participa en redes y teje lazos con otras organizaciones locales e internacionales que trabajan en temas relacionados con su país.
"Hablar con los escolares es algo que me que me entusiasma mucho, de lo importante que es la protesta, hacer valer los derechos humanos. Con las enfermeras abordamos el rol y el papel del personal sanitario en territorios donde hay conflicto armado, pero también donde hay conflictos social: cómo se vive eso, cómo nos enfrentamos a esas situaciones de violación de derechos humanos y cómo generamos estrategias".
Valora que la juventud está adquiriendo un papel cada vez más relevante en América Latina, al reclamar sus derechos y oportunidades. Entre otras cuestiones, es muy reivindicativa con el acceso a la vivienda.
Pero advierte y quiere denunciar que las problemáticas ambientales afectan a todas las generaciones, pero especialmente a los jóvenes, quienes heredan los desafíos del cambio climático y la degradación de los ecosistemas.