Por primera vez en cerca de cuarenta años debido a la falta de caudal, la navata no ha hecho el recorrido desde Laspuña hasta Aínsa por el río Cinca. Una grúa la ha sacado del río y la ha introducido en un camión para ser trasladada hasta el castillo de la localidad ainsetana, donde ha sustituido a la que estaba instalada para que los visitantes conozcan el oficio perdido del transporte fluvial de la madera, declarada en 2022 Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad de la Unesco.
Los actos que acompañan al descenso se han mantenido y han atraído a numeroso público, entre el que se encontraba el presidente de Aragón, Javier Lambán, y los consejeros Joaquín Olona y María Victoria Broto, que ha tenido la oportunidad de conocer por parte de los propios navateros la historia y el trabajo que realizan.
La jornada ha seguido todos los pasos tradicionales, con la ofrenda floral en el monumento a los navateros de Sobrarbe instalado en Laspuña, un monolito de piedra con una pieza de bronce de la figura de un navatero con un remo. Lugo se ha celebrado la misa y el almuerzo navatero a base de tostadas con queso, jamón y longaniza, acompañado por vino y agua. También se ha llevado a la residencia seis dulces con forma de navata.
Posteriormente, y con más asistencia de la que estaba prevista, los navateros de Sobrarbe han aprovechado que no tenían que realizar el descenso para explicar a todos los asistentes a la zona de la "placha" el trabajo que se desarrolla desde que se inicia la construcción de la nave hasta que surca el río Cinca y también han dado a conocer la historia de este oficio que se recuperó en 1983 y que, a través de la asociación sobrarbense, se mantiene como homenaje anual a esta tradición.
El momento más difícil ha sido ver sobre las 13.30 horas la navata partir subida en un camión y tener que esperar a la edición 38 para volver a verla surcar el río durante los doce kilómetros entre Laspuña y Aínsa.