El pasado 19 de octubre de 2024 se pudo, por fin, inaugurar las obras de remodelación del refugio de Góriz en el corazón del Parque Nacional Ordesa y Monte Perdido. La belleza de los paisajes sedujo una vez más a los 300 montañeros que acudimos a este paraje único.
Durante los días previos había nevado pero la previsión era buena; gracias a la Federación Aragonesa de Montañismo hubo autobuses para recoger amigos de Monzón, Graus, Benasque, Boltaña que partieron muy temprano desde Zaragoza, Huesca, Barbastro y uno más en la misma población de Nerín por una pista bien acondicionada que nos aupaba hasta los 2.000 m en el paraje de Cuello Gordo. Una vez allí, tras dos horas de caminata suave llegamos al mediodía a los 2.200m de Góriz.
Este refugio, como el escenario que preside, pueden ser emblemas de muchas cosas, como se oyó en los discursos protocolarios. Ordesa y Góriz de hecho son, a la vez, desde una joya geológica, un paraíso medioambiental o una “mina” económica hasta un “problema” según afirmaban los políticos y alcaldes en sus alocuciones. La presencia de los montañeros y del refugio fueron muchas veces un quebradero de cabeza para el organismo estatal Parques Nacionales y esto dificultó mucho los trabajos de construcción. Lo relató de manera mordiente su principal valedor, Modesto Pascau, aunque su parlamento se extendiera en el tiempo.
Modesto relató una detallada historia de los refugios pirenaicos de Huesca y en particular de éste. Es una historia de dificultades, de amarga crítica, aunque las conclusiones finales no podían ser más positivas. Según él, lo importante es que después de 18 años de trabajo arduo, los montañeros, guardas del refugio, APN, trabajadores del Parque, ganaderos, Guardias Civiles de rescate y servicios de meteorología tienen una base de operaciones funcional, acogedora y digna del siglo XXI. Por tanto, Modesto daba por bueno su relato y así es.
Durante los discursos se repartieron 50 platos conmemorativos con el fin de agradecer a personas e instituciones que han trabajado por defender el interés público… ¿y por qué no…?, por arañar fondos públicos para construir refugios y para este refugio en concreto. Hubo muchos aplausos pero los más fuertes fueron para los cuatro guardas actuales que tan primorosamente atienden a quien llega y cómo no… para la Guardia Civil que nos rescata y salva cuando las cosas se tuercen.
Hubo plato para personas destacadas; desde el nonagenario Toni Martínez, primer guarda de Góriz en aquel lejano 1963 cuando se inauguró, hasta personas de Barbastro como José María Fábregas (qpd) recogido por su nieta Marina Klass; Paco Lacau, Joaquín Torres (recogido por las hermanas Lacau), José Masgrau, Luis Masgrau, el mismo Modesto Pascau, muchos de ellos artífices de los primeros refugios: Armeña (1980), Ángel Orús (1982) o Estós (1987), pues fueron creadores y presidieron, incluso, la empresa de la FAM: PRAMES.
El plato recogido por Joaquín Torres y José Masgrau, como presidentes y cabezas visibles de Montañeros de Aragón de Barbastro quiso reflejar el agradecimiento a tantos y tantos socios de este club que colaboraron con sus manos y con su ayuda desinteresada a los trabajos de construcción de los primeros refugios.
A ojos de este observador… ¿Saben qué fue destacable?.
Sin duda, la gratitud por encontrarme con viejos amigos de la actividad montañera. Personalmente no paré de recibir abrazos o de estrechar entre mis brazos a los amigos que hacía años no veía y que junto con las montañas más bellas de Ordesa forman parte esencial de mi corazón y mi memoria.