Sandra Víu arranca una novedosa propuesta en Panticosa con visitas a su apiario: "Disfrutan tanto que da pena acabar"

La iniciativa de esta panticuta ofrece conocer el mundo fascinante de las abejas en el valle pirenaico de La Ripera y finalizar con una degustación de productos kilómetro 0 al atardecer

Periodista
07 de Julio de 2024
Una de las visitas ecoguiadas al Apiario de Panticosa. Foto thealpha_photography

El proyecto que Sandra Víu ha puesto en marcha en Panticosa tiene los alicientes de una actividad novedosa, realizada en un enclave mágico del Pirineo, en la que propone conocer el mundo fascinante de las abejas. Las visitas ecoguiadas a su apiario de La Ripera se redondean con una degustación de productos kilómetro 0 al atardecer.

El Apiario de Panticosa es la iniciativa de esta emprendedora panticuta de 37 años, que ejerce como monitora en la Escuela de Esquí de Formigal, y que con este proyecto ha podido desarrollar la pasión por la naturaleza y los animales que ha heredado de su familia ganadera.

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“Hice un curso de apicultura y luego otro y otro y otro…”, dice mostrando el interés que le despertó. Creó entonces un colmenar en el valle de La Ripera y solía llevar a sus amigos. Al terminar una de las formaciones, invitó también al profesor y al resto de alumnos a conocer el apiario y les ofreció después queso y sidra, en lo que sería el origen del Apiario de Panticosa. “Fue entonces cuando surgió la idea de hacer visitas ecoguiadas para dar a conocer la importancia de estos polinizadores en el ecosistema y ahondar en la necesidad de cuidar el medioambiente”, explica Víu.

Tiempo después, este mes de julio han comenzado a realizar las visitas abiertas al público, que han tenido muy buena acogida en la zona. Se inician con un recorrido por la pista de la Ripera hasta el asentamiento a 1.450 metros de altitud. Los participantes tienen que enfundarse entonces en los trajes de apicultor. Seguidamente, “encendemos el humo y bajamos a visitar una de las poblaciones. La abrimos -relata Sandra- y explicamos el mundo de las abejas: su beneficio para el ecosistema, de qué se alimentan y dónde guardan la comida, se aprende a diferenciar las hembras fértiles, las no fértiles, los machos, su papel en su casa…”.

La actividad del Apiario de Panticosa finaliza con un picoteo al atardecer. Foto thealpha_photography

Ya fuera del terreno donde están ubicadas las poblaciones, hay que desabejarse, quitarse los trajes y lo que espera es un picoteo disfrutando del atardecer con productos kilómetro 0, como vino de la Bodega Bal Minuta, queso O Xortical, zumos ecológicos Ingrávida, longaniza de Graus, frutos secos que recoge ella, pan de la panadería Panticosa y un queso azul de la zona de Asturias, “este kilómetro 1”, puntualiza Sandra Víu.

La actividad arranca a las 18.30 horas y dura 3 horas o un algo más, “porque veo que disfrutan tanto que da pena acabar”, comenta. Como destaca, “el sitio es espectacular y es un proyecto muy diferente a las propuestas actuales. Está abierto para adultos y niños desde 6 años, a quienes les resulta muy interesante”.

Sandra Víu ha ido creando sus poblaciones y actualmente cuenta con cuatro, porque le fallaron tres este invierno. “No realizado trashumancia y no se hicieron al terreno, quizá por la nieve, y se marcharon”, explica. Su intención es continuar haciendo poblaciones hasta lo que le permita el pasto. “Tan malo es la hipopolinización como la hiperpolinización, por lo que hay que tener muy en cuenta la carga ganadera que te permite meter el campo. Hay que hacerlo de manera muy sostenible”, deja claro.

Las visitas se realizan todas las tardes, ahora desde las 18.30, aunque el horario irá adelantándose conforme avance el verano. También está pendiente del tiempo, ya que en los días de tormenta se tienen que suspender y hay que dejar 24 horas de transición para reanudarlas para que las abejas estén tranquilas. Si hay viento tampoco se pueden realizar. 

Las visitas son para un mínimo de dos personas y un máximo de ocho y es imprescindible reservar. Sandra Víu espera poder mantenerlas hasta finales de septiembre, aunque dependerá del tiempo –“con menos de 15 grados no es bueno abrir”-, y el próximo año comenzarlas en mayo, cuando las abejas empiezan a trabajar en el campo.

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