En el saludo, no puede ser más explícito. "Todo esto es un desastre, pobre gente lo que ha sufrido, es dramático". Es el teniente coronel Ángel Martínez Puy, jefe del Batallón de Intervención en Emergencias III de la Unidad Militar de Emergencias (UME) en Valencia desde el 9 de septiembre, al que le ha correspondido hacer frente a la mayor catástrofe natural en España en siglos.
Nacido en Huesca y con familia en la capital y en Binéfar, el teniente coronel Martínez Puy afirma que ahora "estamos mejorando la situación con la intervención de los servicios de emergencia tanto civiles como de la UME y el resto de Fuerzas Armadas en esta catástrofe. Consideramos que poco a poco estamos alcanzando los objetivos que marca la dirección de la emergencia, para ir paulatinamente mejorando en la resolución. Ya se finalizó la fase del rescate, que es esa primera fase orientada a la localización de personas aisladas o con vida. Nunca se abandona el rescate, siempre hay esperanza de ir encontrando personas con vida, aunque con los días que han pasado es obviamente más difícil. Un esfuerzo muy grande para la búsqueda de los desaparecidos, para dar tranquilidad a sus familiares y amigos. El objetivo principal de esta fase es achique y limpieza de las poblaciones, mejora de las infraestructuras y recuperación de los servicios esenciales".
EL DESPLIEGUE, A LAS 15:40
Se ha hecho una eternidad esta semana, pero el teniente coronel recuerda perfectamente el comienzo de todo. "Nuestra unidad inició la intervención una vez que comenzaron las lluvias el martes 29 al mediodía. Recibimos una alerta de que estaba empeorando la situación meteorológica, estábamos en nivel rojo de alerta y conocimos que la Comunidad Autónoma había solicitado la activación de la UME. A través de la Delegación del Gobierno, se tramitó y a las 15:40 del martes estábamos iniciando el despliegue de los primeros elementos de reconocimiento de la Unidad".
En menos de una hora desde el inicio de recibir la llamada, se desplegó el batallón con los quinientos militares que consiguieron alcanzar la zona de Utiel. "Las lluvias que cayeron y los torrentes que avanzaron hacia el Este cortaron la A3 a la altura de Cheste y Chiva y embolsaron multitud de vehículos allí. Y nuestros segundos escalones que iban hacia la zona de emergencia se vieron atrapados. En estos momentos solamente fuimos capaces de hacer llegar a la zona de emergencia 93 militares que ya estaban en la zona de Requena esperando que la zona de Utiel, la primera afectada, bajara para poder iniciar el rescate de la población".
El equipo de reconocimiento tiene un protocolo de quince minutos desde la alerta, y en diez minutos todo el personal está permanentemente en la base y salen hacia Requena y Utiel. Todo el batallón fue una maquinaria de precisión: reconocimiento, primer escalón en menos de media hora y posteriormente el resto de escalones hasta el máximo disponible de la unidad en la zona de la emergencia. "En menos de tres horas somos capaces de duplicar el personal y en menos de seis horas todo el batallón está activado".
Intentaron, tras el corte de la carretera, otros accesos de aproximación, pero toda la zona de Utiel estaba anegada con cortes y con embotellamientos por el tráfico. "A continuación, esta emergencia fue aguas abajo por los torrentes y esto nos llevó a que los elementos que no habían podido cruzar para llegar a Requena-Utiel los reconducimos a las siguientes poblaciones hacia las que iba llegando la riada, la inundación aguas abajo".
La extrema gravedad de la situación quedaba evidenciada a cada instante. "A lo largo de la tarde, cuando los primeros elementos llegaron a la zona de Requena-Utiel, se pudo ya constatar por vídeos en redes sociales de vecinos y por las noticias y nuestros elementos cuando llegaron al terreno que la situación era muy caótica, peligrosa y catastrófica. Cortes de carretera, colapsos de puentes, la altura de agua llegaba hasta un segundo piso en la zona. Pero desde el primer momento nos integramos en el dispositivo de la emergencia con el Parque de Bomberos de Requena que llegó y se integraron a la perfección los elementos de protección de la Comunidad Autónoma de la zona. Con la dirección operativa, realizamos la intervención entrando en los barrios más dañados de Utiel".
Explica Ángel Martínez Puy que el teniente general jefe, con el procedimiento establecido, tiene la capacidad de prealertar a la Unidad para iniciar un despliegue adelantado. En previsión de la tragedia y sabiendo ya que las autoridades de la Comunidad Autónoma habían elevado el nivel de alerta a situación operativa 2, que es cuando el Estado aporta medios adicionales a la comunidad y la intención de la comunidad de solicitar la activación de la UME, el teniente general ordenó la salida de mi unidad antes de recibir la orden de activación. "Todo ello nos permitió entrar en la zona de la emergencia y, si no hubiera dado esta orden con antelación, no habríamos sido capaces de llegar a la zona de la emergencia".
Sostiene el teniente coronel que el resto de organismos y Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado "están haciendo una gran labor. Entre todos pudimos estar allí iniciando desde el primer momento la intervención".
DEL COVID A LA DANA
Su experiencia en la UME se remonta a su servicio en el cuartel general de Torrejón de Ardoz. Las dos situaciones de mayor riesgo, crisis o catástrofe a las que se ha enfrentado ha sido la pandemia de la covid. "Fue un despliegue enorme de capacidades militares, pero el mayor problema que teníamos era que luchábamos contra un enemigo invisible. Nos dábamos cuenta de los efectos de esa pandemia por los efectos en la población".
En esta emergencia, "cuando llegas a la zona y ves la desolación, las caras de sufrimiento de nuestros compatriotas, a las personas más desvalidas, los abuelos o los niños, sufriendo y la manifestación de las casas anegadas, derruidas, los parkings, las montañas de coches, los enseres... El otro día visitábamos una casa típica valenciana de campo preciosa y su familia decía que había pasado de generación en generación y estaba destrozada. Te hace ver que, de verdad, la emergencia está allí, en las calles, en el suelo, en todos los sitios. Nunca había visto algo así en emergencias".
Como muchos miembros de su unidad, ha estado en operaciones muy peligrosas como Afganistán o Irak, y los compañeros desplegados allí "han vivido momentos de mucha tensión y mucho riesgo. Pero, como emergencia, creo que esta ha sido una de las mayores catástrofes a las que se ha enfrentado nuestro país".
Pese a su juventud, como militar es buen historiador y le gusta conocer los anales de nuestro país, por ejemplo la Guerra Civil que fue muy devastadora. "No tengo un factor de comparación, pero sí puedo decir que el sufrimiento de la población en la zona de destrucción es enorme y es desolador ver a la gente sufrir. Lo más impactante para mi unidad es que es el batallón de Valencia, y todos mis compañeros tienen gente conocida que vive en la zona de la emergencia. Es muy difícil enfrentarte a una emergencia. Si hubiera sido en otros sitios de España, habríamos intervenido y sido partícipes del dolor de nuestros conciudadanos, pero estando aquí en Valencia, siendo de Valencia y viviendo en Valencia, notamos mucho más cerca el sufrimiento de nuestros vecinos, con los que nos encontrábamos cuando íbamos a comprar la barra de pan".
EL IMPACTO PSICOLÓGICO
Asegura no tener claro si son de una pasta especial o tienen más aguante que el resto de la población. "Lo que sé es que somos humanos, como el resto de las personas, y las situaciones de crisis y de sufrimiento nos afectan exactamente igual que al resto de españoles y ciudadanos".
Eso sí, cuentan los militares con una "preparación física y técnica que nos lleva a afrontar la emergencia con una forma adecuada para los requerimientos y te da la seguridad de que te enfrentas a una emergencia, un incendio o un parquin anegado con lodos, barros y vehículos, que nos hace afrontar ese peligro de otra manera. Y tenemos una preparación psicológica que nos realizan nuestros servicios de apoyo psicológico que nos lleva también a tener las herramientas para canalizar o absorber estas sensaciones y este sufrimiento de otra manera. Pero ahora mismo tenemos desplegados en la zona de emergencia equipos de apoyo psicológico que están haciendo una labor extraordinaria tanto para los intervinientes como para el resto de la población. Todo el mundo, en situación de crisis, puede reaccionar de una manera u otra".
"Nadie sabemos cómo vamos a reaccionar, bien, mal, sentirnos mejor o peor". Eso sí, "creo firmemente en la necesidad de contar con expertos en apoyo psicológico porque no podemos permitirnos perder la operatividad de la unidad por que tengamos un impacto psicológico cuando tenemos que ser fuertes en las herramientas para seguir siempre avanzando y ser capaces de hacer todo lo que esté en nuestras manos para solventar la situación y, sobre todo, mejorar la vida de nuestros conciudadanos".
Habla pausado, reflexivo, el teniente coronel Martínez Puy. Desgrana la evolución de la emergencia. "Ahora mismo, no hay una situación de riesgo aunque ha pasado una semana, las aguas están estancadas y hay olores, pero no hay riesgo para la salud. Pero han establecido que el equipo de protección individual de los intervinientes es de guantes de nitrilo y mascarilla para evitar olores y tocar aguas o residuos, porque obviamente, en estas situaciones, lo que nos podemos encontrar que hay animales muertos o restos de alimentos en putrefacción, que hace que la salubridad del agua aunque no sea una amenaza para la salud es mejor está siempre prevenido y protegido para poder alargar el periodo de intervención".
EL MOMENTO MÁS CRÍTICO
Ángel Martínez Puy reconoce que hubo un momento especialmente crítico, cuando "comprobamos que todos los accesos a las poblaciones estaban colapsados, era muy difícil acceder a las poblaciones. Teníamos la certeza de que había que entrar para hacer nuestras tareas, pero había colapso de puentes, aguas torrenciales que caían y caían, la combinación de agua hacía muy complicado entrar. La gran velocidad del agua corriendo impedía el uso de embarcaciones de rescate de tamaño mediano. Todavía seguía lloviendo torrencialmente, y pensábamos que íbamos a tardar más tiempo del que teníamos disponible para entrar en las poblaciones y socorrer al personal. Fue el momento más crítico, pero conseguimos finalmente debido a esta mejoría del nivel de agua cruzar, pasar y entrar en las primeras poblaciones".
No entra en la contienda política, pero especifica que hay varios niveles de activación de las emergencias hasta la 3 que es en territorio nacional, pasando por la 2 que son competencia de la comunidad autónoma. "La UME no podemos intervenir hasta que la comunidad autónoma solicita su apoyo o la colaboración. En este caso, la solicitud se canaliza a través de la Dirección General de Protección Civil y Emergencias del Ministerio del Interior, que se lleva al Ministerio de Defensa y la ministra ordena nuestra intervención. En esta situación particular, esta cadena se aceleró para que los primeros elementos se encontraran en la zona de emergencia lo antes posible. Fue muy rápida y, la primera noche, cuando se vio la evolución, nuestro general ordenó un refuerzo con millares de todos los batallones de la UME. Desde Zaragoza, León, Madrid y Morón de la Frontera en Sevilla. En menos de 24 horas teníamos activados y operativos alrededor de 1.000 militares de la UME".
MUCHO TRABAJO POR DELANTE
Una semana después, la sensación de necesidad de intervención se perpetúa. "Ahora mismo la prioridad es la búsqueda de personas desaparecidas y el apoyo a la población en los suministros básicos necesarios que es uno de los esfuerzos principales que llevamos a cabo. La intención es que no haya ningún ciudadano de la zona afectada que no disponga de acceso a comida y bebida. Cuando se vayan recuperando y restableciendo los servicios de alimentación, supermercados, el abastecimiento de agua, la luz, etcétera, queda todavía un gran trabajo por delante, porque quedan muchos sótanos y aparcamientos subterráneos que hay que ir achicando y haciendo la búsqueda dentro de los espacios y hay que seguir ampliando la zona de búsqueda porque en paralelo estamos en los barrancos, en zonas de mucho riesgo de que haya personal desaparecido. No están visibles porque están fuera de las poblaciones".
La UME, conformada por seres mortales, precisa de organización para sobrellevar la fatiga natural. Turnos de doce horas con relevos, con el mismo número de intervinientes y mucha racionalidad en el uso de vehículos para dar agilidad. El descanso operativo es alargarlo para cambiar el turno y que cada tres turnos se descansen veinticuatro horas.
Ahora mismo, disponen las Fuerzas Armadas de 7.000 efectivos que realizan "una labor muy apreciada por toda la población y concentramos estos efectivos en aquellas que están más afectadas, pero teniendo en cuenta que mantenemos la presencia en todas las poblaciones para asegurar que cualquier alcalde o ciudadano siempre tenga algún componente de las FAS disponible en la zona para transmitir sus inquietudes y se trasladen por la cadena de mando hasta el centro decisor que tenga capacidad para solventarlo".
EL APRECIO A LAS FUERZAS ARMADAS
El teniente coronel Martínez Puy apela a la vocación que es necesaria e inherente a la formación castrense, como en otros empleos. Pero, en estas situaciones críticas, ¿dónde encuentran el estímulo? "La motivación de las Fuerzas Armadas, que tenemos la misión de defender y proteger a los ciudadanos, lleva acarreado el sentirte útil para poder avanzar. ¿Pero sabe una cosa? Cuando vas por la zona de emergencia y preguntas en una casa qué tal está, señor, sólo preguntarle y te miran con esa cara de cariño y aprecio porque saben que estamos allí para ayudarles, les das un abrazo y ese abrazo de los que sufren es mejor que cualquier descanso operativo de 24 horas. El abrazo te da la fuerza necesaria sabiendo que lo que haces tiene un por qué, una finalidad, un objetivo en esta vida que es sola, única y exclusivamente, como dice el lema de nuestra UME, "para servir".
"Ese abrazo de los que sufren es mejor que cualquier descanso operativo de 24 horas"
No empece para padecer debilidades. "Hay momentos complejos en que tienes que utilizar toda esta formación, esta preparación tan férrea y tan estricta que tenemos para responder y sí que hay momentos de crisis cuando tienes esa duda, esos momentos previos a entrar en una zona en la que se te eriza todo el cuerpo porque tienes la intuición de que algo malo puedes encontrar. Esos momentos de incertidumbre, uno se siente más inquieto. Pero siempre manteniendo esa necesaria visión global de la emergencia sabiendo que es un beneficio para orientarnos al cumplimiento de la misión".
Concluye el jefe de la Unidad de la UME en Valencia avanzando que habrá una desescalada progresiva y por la experiencia, por ejemplo, de la inundación en los Alcázares, cree que la población aplaudirá. "Te despedían con todo el cariño personas cuya casa ha sido arrasada". En ese momento, "¿puedes decir misión cumplida? Puedes decir que he hecho todo lo posible para que hayamos ayudado a estas personas a recuperar parte de lo que hemos perdido".