Eran las 10:36 horas, seis minutos después de la comprometida por Renfe, cuando el AVE Huesca-Madrid estaba varado entre Calatayud y Guadalajara desde hacía una hora, y lo malo es que ya a la salida de la capital oscense había dado muestras en el arranque de que algo fallaba.
Uno de los problemas es que, entre tantas averías, las irregularidades del servicio se han interiorizado entre los habituales. No, evidentemente, por nuestro interlocutor, que necesitaba llegar a tiempo para tomar luego una conexión con Galicia que, obviamente, ha perdido.
Esto es, desde las 9:30 o poco más el vetusto AVE Huesca-Madrid ha dicho "hasta aquí hemos llegado" y, cien minutos después, los desesperados usuarios han hecho "autostop" a otro que pasaba, ha parado y, tras poner una pasarela, de AVE a AVE y tiro porque me toca en un transbordo poco ortodoxo, han arrancado a las 12:00 horas, con lo que teniendo en cuenta el tramo hasta Madrid con seguridad van a acumular una demora de dos horas y media.
Ha sido a las 11:26 horas cuando han puesto una pasarela y, de convoy a convoy, en unos minutos han pasado todos los viajeros para arrancar al mediodía hacia Madrid.
Ni Infoadif ni Inforenfe han dado señales de vida en sus redes sobre esta incidencia.
LA BANALIZACIÓN DEL RETRASO
Tal es la asiduidad con la que se estropea el AVE Huesca-Madrid que, en expresión de Hannah Arendt, se ha banalizado el sentido del retraso, ha perdido incluso relevancia para los sufridos pasajeros.
Este mismo miércoles, sin mediar explicación alguna, el AVE Sevilla-Madrid-Huesca partió de Almudena Grandes-Atocha a las 19:17, 23 minutos más tarde de las 18:54 comprometidas.
Los viajeros con destino a Guadalajara, Calatayud, Zaragoza, Huesca y Tardienta aguantaron, con estoicas muestras de disgusto, apenas comentarios sarcásticos, mientras hasta en cuatro ocasiones la voz femenina de la megafonía -también mala, por cierto, impropia en tiempos de accesibilidad imprescindible a hipoacúsicos- anunciaba a los "Pasajeros del tren 02861, con destino Huesca con salida a las 18:54, oportunamente les informaremos de la vía y la hora de salida. Disculpen las molestias". Jugando con la palabra, no se encuentra sentido a la oportunidad porque todos estábamos importunados. Pasaban los minutos y seguían anunciando las 18:54.
Fueron sólo 23 minutos que en la llegada sumaron 25, pero es que ya hasta parece poco a los habituales. Los suficientes para que este firmante no pudiera llegar a una cena comprometida.