“Biescas, el pueblo ferial abierto o la feria total”. Fue la conclusión de la conferencia que el académico Javier García Antón ofreció en el Ámbito Cultural de El Corte Inglés para inaugurar el Ciclo sobre las Ferias Aragonesas de la Academia Aragonesa de Gastronomía.
El conferenciante, que no pudo acompañar a quien se iba a hacer cargo de la charla, Fernando Larrosa (director de la Feria de la Primavera biesquense y dinamizador cultural y turístico), partió de una reflexión en torno a la necesidad actual en los tiempos de la información total por internet de las ferias y también la evolución en la que se desenvuelven los certámenes feriales de la provincia de Huesca, con tendencia a la especialización.
Biescas es, agregó, el paradigma de la autenticidad y de la adaptabilidad a través de la combinación entre tradición e innovación, sostenida a lo largo de los siglos.
Recordaba el primer documento que hace constar la existencia de la concesión de una feria a Biescas, un legajo del Archivo de la Corona de Aragón de 1633.
Una época en la que los encuentros para comerciar con el ganado se extendían por las poblaciones pirenaicas como Jaca y otras del valle de Tena. Entre tratantes y compradores, su buen acceso favorecía que estas ferias biesquenses traspasaran sus fronteras reputacionalmente.
La ejecutoria de la feria de Biescas está atravesada por las transformaciones de los tiempos. La confluencia de ganaderos, criadores y tratantes se concentraba básicamente en la especie caballar para las tareas propias de las haciendas.
Con la mecanización, los animales de tiro dejan paso a los tractores y el paisaje de la feria biesquense varía y los equinos dan paso al vacuno, el ovino, el porcino o las gallinas.
La Feria de Biescas atraviesa sus momentos delicados en los que se apodera el estigma. El turismo quiere el pueblo limpio y el ganado es desplazado hasta las afueras. Como no puede ser de otra forma, afirmaba el académico, “los propios vecinos de Biescas se encargan de mantener viva la tradición frente a la pulsión de dejarla fuera de las modas”.
Una asociación vecinal, CHEN, apuesta por reflotar el certamen biesquense y agrupa las voluntades de ayuntamiento y ganaderos. Eran finales de los ochenta y como primera medida se cambia la fecha, ancestralmente el 18 de noviembre, para no perder competitividad respecto a otras vecinas que se producen en septiembre y noviembre, caso de Broto y Benasque.
MARÍA ANTONIA FAÑANÁS Y AMPARO CLAVER
La Feria de Otoño como hoy la conocemos surge desde el consistorio, con dos nombres propios: María Antonia Fañanás y Amparo Claver, con la ayuda de un grupo de ganaderos, veterinarios y vecinos, desbrozan el camino que ha llevado hasta el momento actual. Aquel banderazo de salida se data en 1993.
La Feria de Otoño de Biescas es acogida, desde el principio, con entusiasmo de los expositores, de los ganaderos y de miles de visitantes que disfrutan de su nueva “piel” adaptada a la concurrencia en el nuevo modelo económico de turismo, agricultura y ganadería, con un aditamento imprescindible como es el del ocio.
Hay protagonistas fundamentales para entenderla como la Asociación Araparda que ayuda a mejorar una feria en la que confluyen ganados bovino, ovino, caprino y caballar con firma pirenaica. Aunque este año, por razón de la situación sanitaria, no serán expuestos animales de buena parte de estas especies, son el corazón de la Feria.
Javier García Antón recalcó figuras fundamentales, como la directora de la Feria durante años, Maica Arguas, así como el alcalde Luis Estaún. Y ahora la voluntad de la actual alcaldesa, Lorena Cajal, y de la directora ferial, Isabel Manglano, cuyo objetivo es elevar el presupuesto de 80.000 euros que la austeridad creciente había dejado como un insuficiente soporte.
Biescas se convierte “en un pueblo totalmente ferial, con pabellones, carpas, espacios nuevos, el centro cultural Pablo Neruda y todas las calles que durante treinta ediciones –esta es la 31- han reunido a decenas de miles de visitantes”.
Una feria con espíritu familiar que se constata en la presencia habitual de Los Titiriteros de Binéfar y la Ronda de Boltaña entre otros grupos para disfrutar de actuaciones de gran calidad para todos los públicos. Además de la música y el teatro, presencia de viejos oficios como el de las hilanderas.
LA GASTRONOMÍA EN EL CENTRO
La Feria de Otoño de Biescas ha tomado el testigo de siglos atrás y sigue siendo un eje dinamizador de la economía de la villa, adaptada a los hábitos de esta sociedad de la información.
Son básicas para entenderla las subastas y concursos en torno al ganado, pero también lo son los artesanos agroalimentarios que elaboran quesos, patés, embutidos, repostería, miel, aceite, conservas, trufas, setas y otros productos que este año sumarán 100 espacios en el pabellón, de ellos 27.
En quesos, Biescas es referente aragonés y nacional, afirmó García Antón, quien ponía el foco en el valor que le ha añadido Juan Barbacil, a su vez secretario de la Academia y organizador del certamen del Mejor Queso de Aragón.
Durante dos días, se sucederán las degustaciones, las tapas de la muy meritoria hostelería local, los guisos, y habrá demostraciones de grandes chefs como Diego Herrero (con su 1884 antigua Casa Ruba) y Jorge Zanuy, de L’Usuella de Barbastro. Estrella en este año esa cuádruple degustación de ternera de cuatro razas pirenaicas.
Más allá de la dimensión lúdica, agregó el académico García Antón, se suma el concepto integral de una feria cuya mesa se soporta por cuatro patas: los organizadores con liderazgo institucional, los productores, los expositores y el público. Miles de visitantes que consumen más de cinco mil kilos de queso agregando al plano del ocio el del negocio.
Así ha llegado hasta este punto la Feria de Otoño de Biescas. 31 ediciones cumple y con una salud extraordinaria. “El pueblo ferial o la feria total, como queramos denominarlo, es un modelo de éxito como no existe ninguno en nuestra comunidad. Un paradigma de los deseos de las personas de encontrarse, de disfrutar en comunidad allí donde haya un buen aliciente, un buen bocado, un buen queso y un buen vino. Y donde la hospitalidad alcanza su máxima expresión”.