Luis Oliván es un modelo de renacentista del vino que prácticamente ha desarrollado todas las facetas en torno a un mundo que tiene mucho de arte, de cultura, de técnica y de oficio, desde agachar el riñón para cuidar de los viñedos y para la vendimia hasta venderlos para distintas bodegas nacionales de gran reputación (entre ellas tres del Somontano y otra por tierras castellanas), y desembocar su pasión en la elaboración con lo que tiene de enología. Ya puestos en la mesa, resulta difícil encontrar más sabiduría y más pedagogía para que el interlocutor descubra matices impensables.
Ahora, ha lanzado su Luis Oliván Las Pilas desde su bodega de Bespén, donde desafía todas las convenciones sobre los vinos en verano. "La clave está en la temperatura de servicio del vino tinto: si supera los 18°C, el alcohol se vuelve predominante y la degustación es desagradable. Por debajo de los 15°C, los taninos acentúan los sabores amargos y la astringencia".
En plena canícula, en estos días donde el mercurio sale vertiginosamente hasta rebasar los cuarenta, apetece refrigeración en el vino, so pena de estimular el consumo de cervezas frías o de vinos blancos, "claretes" o espumosos. Por cierto, es que Luis es mucho de denominar clarete a los rosados, como heredero de una cultura ancestral
El caso es que el vino Luis Oliván Garnacha de la parcela "Las Pilas" tiene bajos niveles de taninos gracias a los suelos arenosos y a una elaboración menos extractiva (corto espacio de las pieles de la uva con el mosto-vino y una crianza corta en barricas grandes y usadas), lo que incita a disfrutarlo a temperaturas ligeramente inferiores a los 15°C, haciéndolo ideal para estas tórridas vivencias. Un vino que, además, combina perfecto con ensaladas, arroces y pescas. Igual que los más viejos del lugar, hay que encontrar las condiciones para que este placer de dioses no sea invasivo sino estimulante.