Tres osos atacan todas las noches y ponen en jaque la ganadería extensiva en el valle de Ansó

La imagen de rebaños que se desperdigan en sus huidas del plantígrado esloveno se ha prodigado tanto que raro es el día sin ataque

13 de Julio de 2024
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Tres osos que atacan todas las noches y ponen en jaque la ganadería extensiva en el valle de Ansó
Tres osos que atacan todas las noches y ponen en jaque la ganadería extensiva en el valle de Ansó

De la desesperacilón a la desesperanza. El tránsito de dos vocablos muy similares, sinónimos en la acepción de la pérdida de la esperanza, pero con posibilidades de salida si se reacciona ante el enojo en el primero de los casos. En el segundo, induce a la apatía, a la indiferencia. Es el estado de ánimo en el que se hayan muchos de los ganaderos del valle de Ansó por una rutina que desmoviliza: el ataque de los tres osos -están convencidos de que es el número mínimo- a los rebaños cada noche. Ya, prácticamente, a la vista desde sus casas. Y sin respuestas. "La ganadería extensiva se desvanece", apostilla Elena.

Mujer de ganadero aunque con otra ocupación e incluso otra procedencia, Elena explica con absoluta serenidad la situación que padecen los ganaderos trashumantes, coimo es el caso de la familia de su marido, que de julio hasta noviembre guia a los rebaños hasta los montes del valle en los que las ovejas disfrutan de alimento abundante. "Desde el programa de introducción del oso, que además ni es autóctono -cabe recordar que son eslovenos-, cada año todo va a peor. Los ecologistas se han salido con la suya a costa de nuestra intranquilidad y la insostenibilidad de la ganadería".

No existen informes oficiales sobre el número de osos introducidos en el entorno, "pero estamos seguros de que son tres o cuatro diferentes. Puede haber algún osezno. Lo sabemos porque cada noche atacan en tres sitios distintos". Tienen tal conocimiento de la naturaleza que no hay organización conservacionista que les deba dar lecciones. "Los animales tienen que comer para sobrevivir, y lógicamente van a por las presas que están en el entorno". Sus ovejas. Por la manera de cazar de los plantígrados, que parten el cuerpo del ovino, cada ofensiva son tres o cuatro cabezas, pero en la huida de los rebaños se pueden despeñar en los precipicios decenas.

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"Ahora ya reaccionamos con toda la naturalidad. Vienen los forestales, hacen fotos y a esperar el pago del seguro", asegura Elena. "Esta actividad está encaminada a la desaparición. Los ganaderos están enfocados totalmente a su oficio, y en los valles hay ovejas que están expuestas durante las noches. Puedes intentar contratar pastores nocturnos o que vayan los ganaderos, con el riesgo que conlleva". La otra posibilidad es "dejar que vayan acabando progresivamente con los rebaños. Cada ataque pueden ser cuatro ovejas, o veinte despeñadas, o doscientas en sus huidas".

"Todos los ganaderos están con la misma resignación". Los ataques se pueden presenciar prácticamente desde las casas de Ansó, en medio de una impotencia total. "El movimiento delata la acción de los osos. Cuando estás en la ventana y ves que los rebaños se parten y se desperdigan, significa que la amenaza está ahí, que la presencia de los osos acabará con su alimento que son ellas. Y cada noche en tres lugares diferentes".

Elena lamenta que esta actividad tradicional, tan predicada -en las tribunas no sólo institucionales sino también de debates ecologistas- como poco amparada, tiene los meses o los días contados. "Vamos ya reduciendo los rebaños y no pensamos en reponer las ovejas. Cuando se termine, adiós. Es duro para las familias dedicadas durante décadas o siglos a la ganadería, pero no nos han dejado ninguna opción. Han elegido introducir los osos, además no de los autóctonos. Entre las personas y los osos, han elegido. Y a las personas quizás sólo nos queda retirarnos de la ganadería".

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