Cuando la conocí un poco más a fondo, me reconoció que tenía HIATO. Yo que soy un perro viejo dije Bueno, y dije Jo.
Yo a botepronto no sabía lo que era el hiato y dije, cuando se vaya a casa, lo miro y ya está. No hace falta que le pregunte. Igual es algo grave.
Tardaba días en verla. Lo nuestro era algo informal. Nos queríamos a ratos. Que es como se quieren los desertores y los inseguros.
Hiato era combinar dos vocales distintas y un solo dios verdadero, o dos vocales juntas en sílabas separadas. No estoy seguro de lo que digo.
Cuando quedábamos me aprendía algunos hiatos. Y los soltaba aunque no viniera a cuenta. Soy un transeúnte y un retraído. Yo vi que la chica me miraba a veces medio raro. Pero yo la estaba enamorando y no podía fallar. Cuando me preguntó por mi nombre tuve que mentir y decirle un hombre hiato. “Raúl, me llamo Raúl”, ella es lo que quería oír (que es también hiato, me parece, oír, digo). Y ella comenzó a sonreír y a reír. Todo lleno de hiatos.
Una mañana que nos levantamos juntos la vi, en el desayuno, tomarse pastillas. Me dijo de que eran, cada pastilla.
Una era para el Hiato.
Pensé, me he confundido.
Hace poco que la chica me ha dejado. Por idiota (que no se si es hiato)