Recientemente se presentó en el Centro Republicano Manolín Abad de Huesca el libro Paisaje lingüistico del aragonés de Alberto García Trell y Javier Martínez Aznar. La lengua aragonesa fue el objeto central de reflexión y debate.
De boca del miembro del CRMAHU Toño Bescós fueron presentados los autores del libro. El conductor del acto, tras hacer algunas consideraciones acerca de la laboriosidad y minuciosidad con la que ha sido confeccionada la obra presentó a Alberto García Trell, oscense, con raíces en el Somontano. Maestro, máster en Lenguas Aplicadas por la Universidad de Lleida y Diplomado en Filología Aragonesa por la Universidad de Zaragoza. El otro autor del libro, Javier Martínez Aznar, zaragozano, del barrio de San José, con carrera profesional orientada al medio ambiente y a las Ciencias Agrarias, está interesado por la lengua de la cual conserva recuerdos de la infancia. Ha publicado artículos sobre el aragonés residual de la localidad de la que procede: Malanquilla (Comunidad de Calatayud).
Alberto comenzó indicando que el paisaje lingüístico es una disciplina que estudia la presencia de las lenguas en un lugar determinado. El libro abunda en la incidencia de la lengua aragonesa en calles, casas, comercios y un sinfín de lugares de Aragón y muestra que se trata una realidad viva y que todavía resiste. Así lo acreditan las 1.580 fotografías recopiladas y analizadas pertenecientes a 323 localidades aragonesas desde el Pirineo hasta Teruel. De esta forma, una riqueza tan grande como la lengua aragonesa queda reflejada a través del uso que realizan los propios habitantes del país, teniendo en cuenta aquello de que una imagen vale más que mil palabras.
Por su parte, Javier habló de la metodología seguida. Y, muy importante, en la conciliación de este empeño con compromisos familiares y vida personal. No faltan en su relato anécdotas de todo tipo, con especial énfasis en la acaecida en la zona de Sasa del Abadiado, donde la presencia de dos jóvenes haciendo fotografías a casas del pueblo a horas ya nocturnas, despertó la sospecha vecinal que se saldó con una identificación por parte de la Guardia Civil.
En el debate que hubo posteriormente, se habló de la preocupación por la situación de la lengua aragonesa, bien cultural de peligro en extinción. También hay lugar para historias personales de infancias con vocablos de nostálgicas resonancias, de tempranas discriminaciones por emplear términos que eran tachados de poco cultos, de minorización de lenguas y de disglosias provocadas.