Alfonso I El Batallador (1104-1134), Un nuevo modelo de rey ha sido el epígrafe del Curso de Verano de Jaca dirigido por el historiador y escritor Domingo Buesa Conde (a la sazón, presidente de la Real Academia de Nobles y Bellas Artes de San Luis), coordinado por Belén Luque y con Samuel Ortiz Larriba como guía del curso. Un monarca distinto que hubo de regirse por el deber frente a sus pulsiones permanentes de combatir en Tierra Santa, que llegó hasta Andalucía en su lucha contra los musulmanes y acabó entrando con su caballo en el mar para tomar posesión de él.
La investigación y la divulgación sobre Alfonso I El Batallador arrojan posibilidades tan extraordinarias que incluso darán pie a una serie televisiva de diez capítulos dirigida por el oscense Fran Saavedra, tal como desvelaba ayer EL DIARIO DE HUESCA. De hecho, el guionista y realizador quiere contar en el asesoramiento histórico con Domingo Buesa, que acaba de fascinar en el curso junto a un gran plantel de expertos a alumnos provenientes del País Vasco, Cataluña, Andalucía, Madrid o Valencia, además de aragoneses.
El objetivo, explica Domingo Buesa, estriba en "acercarnos a la figura del personaje, al que se le ha concebido como un rey guerrero y violento", y sin embargo es fundamental concebir cómo se hizo con el trono, después de la muerte de su primer hermano y la definitiva de Pedro, el segundo. Alfonso I tenía espíritu guerrero, pero también político. Su gran anhelo era "destinar sus esfuerzos a luchar en Tierra Santa, pero el Papa le impidió ir a los Santos Lugares porque para combatir a los musulmanes tenía aquí, en España, todo el terreno que quisiera".
La fuerza de las circunstancias le erige como un rey fundamentalmente militar para la reconquista de los territorios en manos musulmanes. Tomó su camino hacia el sur, primero con Zaragoza y de ahí a Cariñena. Sus dominios se extendían (en todas las direcciones), había puesto el germen de un ejército aragonés poderoso. Era muy inteligente y, de hecho, cambió los conceptos sobre la espada, que hasta entonces inclinaban su mayor peso hacia la punta para hacer daño al enemigo. "Descubrió y aplicó que era mejor que pesara en la empuñadura, no en la punta, porque era más fácil su manejo" y la punta tiene como única misión rasgar, penetrar y matar.
Sobresalió además, asegura Domingo Buesa, como "estratega. Pasó de ganar batallas en los destinos a ganar asaltos. Así conquistó Cutanda, como refleja la novela de Eloy Morera". Una vez sometida Zaragoza y el Valle del Ebro, se dirige con sus huestes a Teruel y comanda una expedición que sitia Granada. La preocupación en el rey musulmán se acrecentaba. "Se baja a la costa y hay algo muy bonito, y es que entra en el mar a caballo para tomar posesión del mar", del espacio de los pescadores. Tal es así que dicta la leyenda "que pesca un pez y se lo come él como monarca de Aragón".
Retorna hacia sus predios con miles de mozárabes, repuebla Mallén y otras localidades, se quedan a vivir en Zaragoza. "Fue una expedición tremenda". Reparte los roles entre Zaragoza como ciudad de referencia de las instituciones con protagonismo compartido con Huesca y Jaca queda con la Ciudadela.
El Batallador cayó herido de muerte y falleció en Poleñino en 1134, con 61 años de edad. La venganza respecto a quienes le impidieron partir en cruzada hacia Tierra Santa es la herencia que donó a las tres órdenes religiosas militares, los Templarios, los Hospitalarios y el Santo Sepulcro de Jerusalén, lo que provocó la airada reacción de los nobles, que, levantiscos, entronizaron a Ramiro II, el Monje, como rey de Aragón, y a García Ramírez de Navarra.
RECORRIDO POR LOS USOS
El curso de Jaca, con visitas a distintos lugares como Sangüesa y los monumentos jaqueses, ha servido también para conocer los usos sociales, las modas, los peinados y hasta la comida en la época de Alfonso el Batallador.
A tal efecto, ha contado con grandes historiadores como Carmen Abad, que deleitó con su erudición gastronómica (es académica de Aragón), Miguel Botella (de Granada) en su exposición sobre la naturaleza de la dinastía, de Armando Serrano (de Casa Ganaderos) sobre la ganadería en Zaragoza, y de historiadores magníficos como Gerardo Boto (paisajes artísticos en tiempos de doña Urraca), Ana Cisneros (la investigación forense), Alejandro Corral (la novela histórica), Darío Español (la estrategia y armamento), Antonio García Omedes (los espacios de arte), María del Carmen Lacarra, Toño L'Hotellerie (el periodista ha realizado una magnífica teatralización), Domingo Jesús Lizalde, Luis Ángel López (del gremio de panaderos), Belén Luque, Eloy Morera (la batalla de Cutanda), José Miguel Navarro (la vida en relación con el espacio natural) y Samuel Ortiz (con las visitas a las Madres Benedictinas).
Los cincuenta alumnos (se amplió el aforo de 30 a 50) podrán contar a los veinte que quedaron fuera sus impresiones siempre seductoras del descubrimiento de los perfiles ignotos de un gran rey.
Al pie de la información, el folleto de 24 páginas entregado a los asistentes.