La profesora y escritora oscense Ana Giménez Betrán presentó este miércoles en el Instituto de Estudios Altoaragoneses (IEA), ante un numeroso público que llenó por completo el salón de actos, el último volumen de la colección Vidas Semblantes de Aladrada Ediciones, dedicado a la escritora del siglo XVII Ana Abarca de Bolea (Zaragoza, 1602 - Casbas, 1686). En su intervención, la autora subrayó la relevancia de recuperar y valorar su figura. "Es importante situarla en el lugar que merece. Aunque la mayoría de su obra es religiosa, no creo exagerar al decir que su trabajo cultiva los tópicos barrocos al nivel de los autores canónicos, como los Argensola. Ana Abarca de Bolea merece un reconocimiento mayor”.
Giménez explicó que la oportunidad para escribir este libro le fue brindada por Carlos Serrano, editor y gerente del Rolde de Estudios Aragoneses -que le acompañó en la presentación, junto al filólogo y escritor Francho Nagore- y la editorial Aladrada, la cual ya había publicado varios títulos en la colección Vidas semblantes.
Esta serie tiene el objetivo de dar a conocer a figuras que han marcado hitos en la historiografía del aragonés. Hasta el momento, se habían dedicado cuatro libros a autores masculinos, y en este quinto volumen se centra en Ana Abarca de Bolea.
Ana Giménez Betrán destaca que en la obra más conocida de Abarca, Vigilia y Octavario de San Juan Bautista, se encuentran tres piezas en aragonés que se han conservado: Albada al Nacimiento, Bayle pastoril al Nacimiento -ambas de temática navideña- y El Romance a la Procesión del Corpus en Zaragoza. Apunta que, a pesar de conocer su obra en aragonés y los estudios de especialistas como Nagore, ha descubierto a una escritora que ha sido injustamente menospreciada, "ya que quizá su condición de monja se antepuso a la de escritora y ello supuso un acercamiento demasado parcial y superficial a su obra" y añade que incluso estudiosos de renombre, como Manuel Alvar, Castro y Calvo “han llenado su figura de prejuicios, refiriéndose a ella con diminutivos o tópicos, como 'la monjita del candor', lo cual distorsiona la realidad. Ella era una mujer culta, que escribía, tocaba instrumentos y cantaba. Es importante recuperar su figura y situarla en el lugar que merece”.
En el libro, Ana Giménez traza un perfil biográfico a partir de los escasos datos disponibles sobre Abarca. “Sabemos que tuvo una vida longeva y que desde los tres años vivió en el convento, del que salió en contadas ocasiones. Desde joven, se dedicó a escribir, principalmente relatos hagiográficos, aunque muchos de sus textos se han perdido”, ha explicado.
Giménez considera Vigilia y Octavario de San Juan Bautista como una obra barroca impresionante que demuestra el autodidactismo y la erudición de Abarca, quien además era una gran lectora. “Aunque era monja, provenía de una familia ilustre, y es probable que en su celda tuviera acceso a la biblioteca de su sobrino, don Luis Abarca de Bolea, contemporáneo de Gracián y del canónigo de la Catedral de Huesca”, agrega.
Carlos Serrano destacó el valor del libro para rendir homenaje a una intelectual excepcional del pasado aragonés. Por su parte, Francho Nagore se refirió a los antecedentes del estudio sobre Ana Abarca de Bolea, mencionó el premio que lleva su nombre creado en los años 70 y recordó que la reciente ganadora de este premio fue Ana Giménez Betrán , con su libro de poesía Á tamas d'a bida.
Nagore también apuntó que Ana Giménez ha basado su investigación en estudios previos, como los de María Ángeles Campo Guiral, catedrática de Magisterio, quien hizo una edición notable de la Vigilia y Octavario de San Juan Bautista.