Con un local completo y la participación del historiador Carlos A. Migliaccio, se inauguraron las XVI jornadas republicanas de Huesca. Carlos Escartín, en su función de presidente del CRMAHU, hizo un breve resumen de su contenido y dio una explicación del cartel-programa, en el que se aprecian elementos que hacen referencia al conflicto en Gaza, al orgullo transgénero y republicano y a al movimiento obrero. De inmediato pasará la palabra a Carlos A. Migliaccio, al que define como historiador de la cantera.
Inició su intervención el orador con una reflexión acerca de la relevancia del estudio del pasado como herramienta indispensable en la forja de un espíritu crítico que repercuta en una ciudadanía consciente. De igual manera, indica, resulta fundamental para introducir el complejo asunto del análisis de movimientos sociales históricos, el perfilar una definición y el marco teórico en que se inserta el concepto actual y los métodos de aproximación académica ante dichos fenómenos pretéritos. Para ello, atiende al planteamiento de la catedrática de sociología de la universidad de Harvard, Theda Skocpol.
En otras palabras, define qué se entiende por “movimiento social” y qué tipos existen en función de los objetivos perseguidos, como estrategia de categorización racional de acontecimientos pasados realmente heterogéneos y cambiantes en sus variantes y distintos matices.
Hecho este previo, comienza abordando un movimiento intelectual de primer orden como fue la Ilustración, si bien, ¿en el siglo de las luces pudo existir alguna sombra? La defensa de la superioridad de la razón frente a la superstición medieval, la confianza en el progreso humano y la recopilación crítica del saber en la conocida Enciclopedia son algunas de sus características más definitorias, entre otras. Sin embargo, plantea cuestiones de ardua resolución: "¿Cómo es posible que un movimiento liderado por una élite intelectual burguesa moderada y estrechamente alineado con los intereses de los poderosos monarcas absolutistas de las potencias europeas seculares alumbrara una revolución destinada a sacudir los cimientos de la Europa tardo-feudal en 1789?".
La industrialización será la próxima parada de Carlos A. Migliaccio. Analiza las “manufacturas rurales domésticas” como el germen de un incipiente progreso tecnológico en los medios de producción, suponiendo el paso de una sociedad feudal a un sistema capitalista industrial en que, como cabe imaginar, va a configurarse la clase proletaria y sus primeras reivindicaciones. Estas se conocen bajo la nomenclatura de “formas cotidianas de resistencia” y amparan todo un elenco de prácticas de defensa de los intereses de la mano de obra asalariada británica inmersa en la miseria y en la pobreza por la pérdida de sus derechos comunales ante la privatización a manos del parlamento inglés, favorecedor de las grandes fortunas.
Menciona los motines de subsistencias, el Luddismo y las revueltas Swing, incidiendo en el carácter embrionario de un movimiento obrero en constante aprendizaje mediante práctica y error y todavía carente de una doctrina revolucionaria como fue la publicación del manifiesto comunista en 1848 por Karl Marx, que pudiera indicar el camino a seguir hacia la revolución de clase y la emancipación del proletariado.
Aborda posteriormente el nacionalismo como concepto social y político clave en el desarrollo de los siglos de la Historia Contemporánea hasta tal punto que a día de hoy sigue inserto en nuestra manera de comprender y organizar el mundo y las interrelaciones entre Estados. Se pregunta si podemos entender sus postulados y características como un elemento revolucionario o por el contrario como una construcción de un discurso reaccionario y conservador.
A su entender, resulta controvertido definir un movimiento con rasgos comunes para distintos territorios pero a su vez con consecuencias tan dispares. Lo ejemplifica en los nacionalismos europeos que convergieron en los procesos de unificación de Alemania e Italia gracias a su efecto centrípeto y cómo, en cambio, en España los dos grandes nacionalismos, esto es el catalán y el vasco, abogan por la independencia, es decir, un efecto centrífugo.
Para finalizar la charla, se detiene en el movimiento feminista de finales del siglo XIX y primer tercio del siglo XX. Revisa sus planteamientos y reclamaciones poniendo el foco principalmente en la clase social a la que representaba y cuyos intereses defendía. Quizá solo así, desde un sosegado acercamiento a las fuentes históricas alcancemos una auténtica comprensión de una parte de la Historia interpretada erróneamente por regla general. Relata los sucesos que dieron vida a la celebración del 8M y cómo éste ha evolucionado con el paso de los años hasta la actualidad. Termina brindando una interpretación histórica mediante metodología comparada de los objetivos logrados por el movimiento feminista.