Arteta-Martí-Boix-Santana, la lírica y el humor subliman el Centenario del Teatro Olimpia

Cientos de oscenses disfrutan del Ópera Concert, celebración central de la efemérides organizada por la Fundación Anselmo Pie

16 de Marzo de 2025
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Víctor Carbajo, Ainhoa Arteta, Eugenia Boix, Montserrat Martí y Luis Santana en el Olimpia
Víctor Carbajo, Ainhoa Arteta, Eugenia Boix, Montserrat Martí y Luis Santana en el Olimpia

Probablemente, la escenificación de lo que ha acontecido esta noche en el Teatro Olimpia haya sucedido al final, en la transgresión absoluta que abarca todas las artes que, durante cien años, ha disfrutado y vivido el oscense de toda época y condición que ha asomado a sus espectáculos.

Luis Santana, que ha comenzado llorando porque este sábado ha enterrado a su madre, ha sido motor de risas en la despedida: "Ainhoa es de Tolosa. Eugenia de Murcia, perdón, Monzón. Montserrat de Barcelona (ella ha apostillado: y un poco aragonesa, de Villarroya de la Sierra, por su padre), Victor Carbajo (pianista) de Madrid, y yo de Zamora. Por eso nuestra despedida va a ser... Granada". E inmediatamente, ha empezado a entonar: "Huesca, tierra soñada por mí...".

Ha sido la enésima carcajada de un teatro con un fantástico aspecto para la Gran Gala Lírica del Centenario del Teatro Olimpia, con la denominación Ópera concert y protagonizada por Ainhoa Arteta, Montserrat Martí Caballé, Eugenia Boix y Luis Santana, con Víctor Carbajo al piano. Difícilmente se pueden ensamblar en un virtuoso universo creativo talentos tan complementarios pero a su vez distintos, y completar un programa no sólo sugerente, sino divertido. Nada envarado, nada rígido, un canto a la libertad que sublima la cultura.

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Han concurrido cientos de espectadores, con multitud de autoridades que han pasado por la alfombra roja a la entrada. Entre ellas, la alcaldesa, Lorena Orduna, el presidente de la Diputación, Isaac Claver, el director general de Cultura, Pedro Olloqui, los  vicepresidentes de la Diputación, Ricardo Oliván y Celsa Rufas, diputados de todos los ámbitos y concejales, empresarios como Jorge Costa y Fernando Luna, personalidades del mundo de la política, la cultura y la sociedad. Como anfitriona, la Fundación Anselmo Pié presidida por Manuel Pérez.

Que Ainhoa Arteta es otra de la que ha comparecido en otras ocasiones en este escenario es una evidencia. Su drama de hace tres años, cuando el prodigio de su voz se esfumó por una patología que pareció definitiva, le ha hecho ver la vida de otra forma, sin complejos, sin límites. Su periplo por la televisión también. A su ingenio musical suma su humor radiante, que ha utilizado para disculpar su error de inicio, cuando ha anunciado E'luccellino de Puccini y, sin embargo, ha interpretado el Stornello de Verdi. El orden de los factores no altera el producto y el resultado ha sido reído y admirado.

El inicio era simpático pero solemne. Montserrat Martí Caballé ha emocionado con el Ave María de Mascagni, profundo, penetrante, que ha dado pie a L'amor mío de Donizetti.

Era duelo de solistas e irrumpía la de "casa", la monzonera Eugenia Boix con "Por piedad, bello ídolo mío" de Vincenzo Bellini, que se ha apoderado con una interpretación deliciosa.

Los artistas reciben unos ramos de flores
Los artistas reciben unos ramos de flores

Uno de los momentos emotivos ha sido la presentación por el barítono Luis Santana de su primera actuación, el mítico Nessun Dorma de Puccini que ha dedicado a su madre, fallecida el viernes y enterrada este sábado. Una composición en sí misma imponente y exigente, más con el riego de las lágrimas por un momento tan especial.

Era tiempo de dúos y de relatos. Ainhoa Arteta y Montserrat Martí explicaban y luego cantaban espléndidamente O mio babbino caro de la ópera Schicchi de Puccini y las tensiones entre los amantes y los impedimentos paternales.

Eugenia Boix deslumbraba con la Aria de Norina del don Pasquale de Donizetti, otra historia amorosa de difícil resolución.

Misticismo posmoderno en una poderosa Plegaria del Mundo de Vangelis con Montserrat Caballé y Luis Santana. Y otro dúo, "La ci darem la mano" con Santana en el papel de Don Giovanni intentando la seducción de Zerlina, Ainhoa Arteta.

El éxtasis de esta primera parte del programa ha irrumpido con el Hijo de la Luna de José María Cano, donde ha imperado más el entusiasmo y el sentimiento que el ensamblamiento de las voces, que en su propia entropía han encontrado la virtud ante un público entregado. Una composición icónica.

LA IMPROVISACIÓN COMO VALOR

Diez minutos más tarde, con descanso de por medio, la obra ha discurrido por donde ella misma ha marcado, por donde las artistas se entregaban a la pulsión ora de la disciplina, ora de la improvisación, y en todos los casos, paradójicamente, con un resultado admirable.

Ainhoa Arteta, bello animal escénico (su traje dorado de la primera parte ha impactado casi como su voz), se ha ido hasta Sudamérica con La rosa y el sauce de Carlos Guastavino en que se ha recreado con una interminable sucesión de registros que han rasgado el aire o lo han mimado con terciopelo. Alfonsina y el Mar de Ariel Ramírez, su otro salto del charco, ha sonado radiante, como ese himno que todos reconocemos.

Montserrat Martí Caballé, sin renunciar al derecho a las lágrimas de la artista, ha narrado la historia de Ensueño, la canción que creó para su madre, Montserrat Caballé, ese genio indómito que fue Freddie Mercury, un icono que perfilaron a dúo.

Ha impactado Eugenia Boix con una Canción de Cuna para dormir a un negrito de Xavier Montsalvatge, cabeza de coco, grano de café, contenido social, desgarro en un género concebido para el tono de algodón. Y el Mayo discreto de Enrique Granados.

Los artistas, entregados
Los artistas, entregados

No podía el programa transcurrir en medio de la previsibilidad, suelto ya en el combate contra la tristeza Luis Santana, así que inopinadamente ha determinado sustituir sus dos siguientes interpretaciones por Soy de Aragóndel crisol de la raza de España, la tierra donde no se sabe de mentiras ni traición, de la zarzuela El Divo de Jesús Gracia, que ha sido larguísimamente ovacionada, como lo ha sido La Tarántula en la que Ainhoa Arteta y Montserrat Caballé han bordado su vis cómica.

La tonalidad había virado definitivamente, porque esta velada iba de celebrar. El Dúo Nicasia y Perico entre Eugenia Boix y Luis Santana ha resultado hilarante e ingenioso.

Habían prometido abundantes bises el quintento y Todas las Mañanitas de Manuel Penella ha desatado la fascinación indisimulada de la sala, invitada a participar y a la par intimidada por los chorros de voces que invitaban apenas a dar palmas.

Han insistido tanto los cinco protagonistas que la zaragozana Beatriz Gimeno ha accedido a acompañarles en el escenario, a cantar con ellos el Cumpleaños Feliz, nada menos que cien, y el Granada "oscensizado" como hemos narrado en el comienzo de esta crónica. Final alegre con el brindis de la Traviata, exultantes todos.

Un Ópera Concert distinto, transformado, aglutinador, que simboliza lo que en este maravilloso teatro ha acaecido durante la centuria prodigiosa, la que ha concitado la presencia de artes y artistas, y que tanto se niega a renunciar que, en esta conmemoración, bajo el tono de la música prodigiosa, han comparecido tragedia, drama y comedia, géneros plásticos y la armonía entre las escalas, las teclas y las voces.

Y la Fundación Anselmo Pié, con sus patronos y su presidente, Manuel Pérez a la cabeza, puede presumir de que el universo de la creación ha suscrito un contrato eterno para que prosiga su benéfica labor. Nada más social que la cultura, nada más deseable que convertir la vida en una sucesión de belleza y ética. Larga vida al Teatro Olimpia.

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