Cuarenta años después, el baldeo de campanas ha vuelto a acompañar la procesión de San Roque en Agüero. Se esperaba con mucha ilusión porque ha sido enorme el esfuerzo por cumplir este objetivo en una localidad donde el toque de campanas es un sentimiento arraigado en sus vecinos.
Saben que cuentan con un tesoro en el campanario de la iglesia de El Salvador que hay que conservar y ese ha sido su empeño. Santa María, Santa Bárbara, María la Menor y Santa Quiteria son los nombres de sus campanas, que han sido restauradas, un trabajo que les ha devuelto el lustre y ha permitido que las más grandes vuelvan a ser volteadas al estilo de Agüero.
Santa María data de 1853, es la más grande, con una tonelada de peso, por lo que tiene que ser volteada por dos personas. Una de las más antiguas de Aragón es Santa Bárbara, que tiene marcada la fecha de 1551, y pesa 750 kilos, y también se voltea. Ambas llevaban 40 años sin ser bandeadas. Le sigue en tamaño Santa María la Menor, de 1853, que es de repique, al igual que la pequeña, Santa Quiteria, de 1843.
Un grupo de vecinos se pusieron de acuerdo hace unos seis años para arreglar el campanario e impedir que se perdieran los toques manuales tradicionales de Agüero, un medio de comunicación para llamar a misa, alertar de un fuego, el toque de difuntos… “Las campanas de mi pueblo sí que me quieren de veras; cantaron cuando nací y cantarán cuando me muera”, era una cita del pueblo.
Con cuerdas atadas a los badajos realizan el repique y el pasado mes de diciembre las tocaron en una celebración muy especial. Festejaban junto con lugares que el 30 de noviembre de 2022 el toque manual de campana quedó inscrito en la lista representativa del Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad de la Unesco.
Pero además del repique manual ha sido un empeño el poder volver a realizar el volteo de las dos campanas más grandes, que se decidió suspender porque los herrajes y yugos estaban en malas condiciones, y resultaba peligroso; incluso en una ocasión un badajo cayó a la plaza con sus 25 kilos. En 1984 fue el último volteo.
La Asociación Cultural e Histórica Campanas de Agüero ha trabajado en la recaudación de fondos para su restauración con numerosas iniciativas y el apoyo de vecinos, la Asociación de Amas de Casa Santa Quiteria, a los que se ha unido el Obispado y el respaldo institucional, que finalmente ha permitido poder asumir el coste de 26.000 euros de los trabajos que han sido realizados.
A mediados de junio se descolgaron las campanas y se trasladaron a una empresa de Valencia para su restauración. Como explica Jorge Viejo, portavoz de la Asociación Cultural e Histórica Campanas de Agüero, se han limpiado los bronces, restaurado los yugos y cambiado los herrajes y los badajos “para que duren otros 500 años”.
El 8 de agosto por la tarde ya estaban de vuelta y al día siguiente una grúa instalada en la plaza las elevó y se recolocaron en su posición.
Como importante complemento de esta iniciativa, el pasado sábado, Francesc Llop, uno de los mayores expertos en campanas de España y buen conocedor de las de Agüero, impartió un curso junto con últimos bandeadores de la localidad, que resultó un éxito.
Acudieron unas 30 personas de Zaragoza, Huesca, Riglos y, por supuesto, de la localidad anfitriona, a quienes expuso la historia de los toques de campana en el mundo, en España y en Agüero, charla a la que siguió la práctica. Fue el primer momento en recuperar los toques y el volteo.
Las campanas, bendecidas por el párroco Adilson, también se escucharon el día de la Asunción de la Virgen, y el paso más esperado llegó este miércoles cuando se realizó el volteo durante la procesión de San Roque.
Proceder al baldeo es una labor impresionante -a pesar de que van más ligeras con la reparación- y que llega a asustar por lo arriesgado que resulta, como corrobora María Pilar Viejo, alcaldesa de Agüero e impulsora con otros vecinos de la recuperación de las campanas y sus toques. Comenta que impresiona y “da miedo” ver cómo se columpian hasta que se consigue poner la campana hacia el cielo. Recibir un golpe puede ser fatídico.
También hay otros peligros como ha podido constatar Jorge Viejo, que después de estar el sábado participando mañana y tarde en el curso sufrió una perforación en un oído. No fue impedimento para que, esta vez con tapones, acudiera el pasado miércoles junto con otras personas para realizar el volteo durante la procesión, unos 20 minutos, en los que fueron necesarios varios relevos hasta completar la proeza de que las campanas de Agüero volvieran a voltear en San Roque.