"Me siento muy contento y al mismo tiempo un poco melancólico, porque estoy seguro de que no me voy a encontrar nunca con historias tan impresionantes. Ha sido un trabajo duro, pero he disfrutado muchísimo". Con estas palabras se ha expresado el historiador Carlos Garcés Manau, pocas horas antes de presentar este miércoles su último libro, Las brujas y la condesa. Cazas de mujeres en Épila y Almonacid, y las brujas de Trasmoz. El acto, que ha contado con mucho público, se ha celebrado a las 19:00, en el Centro Ibercaja (Palacio de Villahermosa), y el autor ha estado acompañado por el antropólogo Ángel Gari y el jefe de producción de la editorial Prames, Rafael Yuste.
Esta obra tiene su antecedente en La Mala semilla (2013), un trabajo que le permitió conocer el autor la existencia de archivos sobre dos juicios a unas "brujas" en Épila, en el fondo de Burdeos, "absolutamente excepcionales". Poco a poco fue encontrando más documentación en Lérida, Zaragoza y, tras una conversación con Gari, encontró un impreso de 22 páginas con el resumen del proceso de María Vizcarreta en la Biblioteca Pública de Huesca. Con todo ello, contactó con la editorial Prames, y se puso manos a la obra.
SIETE PROCESOS
Entre 1629 y 1651 la justicia del conde de Aranda llevó a cabo una serie impresionante de procesos de brujería, en su mayoría desconocidos hasta ahora, que se desarrollaron en dos monumentos tan destacados como el palacio condal de Épila y el castillo de Almonacid de la Sierra. En 1631, por ejemplo, fueron juzgadas nueve mujeres. En Las brujas y la condesa se estudian también el linaje de los Ximénez de Urrea, incluyendo temas como la expulsión de los moriscos en 1610 y el mapa de Aragón de 1620. Además, "en 'La mala semilla' había tres justicias que perseguían a las brujas: la inquisición hasta 1535, la justicia episcopal y la justicia municipal, y en este libro, como novedad, se apunta también a los nobles, a los quintos Condes de Aranda, no a los que conocemos que nacieron en Siétamo, que son del siglo XVIII".
Garcés considera que es interesante que entre los personajes que perseguían a las consideradas brujas figure el nombre de una mujer. Se trata de la castellana Luisa de Padilla, quinta condesa de Aranda, que publicó seis libros entre 1637 y 1644, entre ellos Elogios de la verdad e invectiva contra la mentira. "Fue una de las escritoras españolas más importantes del siglo XVII. La condesa describe un aquelarre y se refiere a las brujas de Zugarramurdi, las últimas ajusticiadas en Navarra, y a las endemoniadas del valle de Tena".
El libro se ocupa por último de las conocidas brujas de Trasmoz, una localidad que formó parte también, como Épila y Almonacid, del condado de Aranda. Las brujas de Trasmoz fueron inmortalizadas por Gustavo Adolfo Bécquer en el siglo XIX, durante una estancia en Veruela, en una época en que las autoridades ya no juzgaban a las brujas pero los pueblos las seguían temiendo. "La Tía Casca era una anciana a la que los vecinos persiguieron y dieron muerte en un barranco, cerca del pueblo, acusada de haber maleficiado a las familias. Fue un caso claro de linchamiento".
Las brujas y la condesa, de unas cuatrocientas páginas de extensión, cuenta con ciento cincuenta ilustraciones en color, relativas al contexto histórico y de algunos archivos sobre los que se ha documentado el autor. La portada está inspirada en un cuadro del artista Hans Baldung de 1523.
"En estos juicios tardíos, aparecen actuaciones que no eran muy comunes en procesos anteriores. Por ejemplo, se buscaba la marca del diablo, generalmente en la parte izquierda de la espalda. Después, en los documentos alusivos se dibujaban las manchas como prueba de que eran brujas. También creían que la marca se volvía insensible, así que, para comprobarlo, el cirujano les hincaba una aguja, en algunos casos hasta el omoplato -señala el historiador-. Se les rapaba todo el pelo del cuerpo, se buscaba vómito de hechizos, se aplicaba la tortura en el potro y la garrucha, y las ejecuciones eran en la horca, el garrote y la hoguera".
María Vizcarreta, ahorcada en Épila en 1651, fue seguramente la última mujer ajusticiada en España tras ser juzgada por bruja. "El resumen de su juicio queda recogido en tres impresos que se conservan en Zaragoza y uno en Huesca. En el de Huesca se explica, además, cómo la condenaron y la ajusticiaron", señala Garcés.
Carlos Garcés recuerda que hay muchos tópicos en España sobre la brujería, como pensar que siempre fueron ajusticiadas por la Inquisición. "Precisamente, donde más se persiguió a las mujeres en el conjunto de Europa es donde los poderes del estado tenían menos control; por eso en Cataluña es donde más víctimas hubo y también muchas en Aragón, porque eran reinos forales y el rey tenía menos capacidad de actuación. La justicia municipal y la justicia señorial fueron las que más actuaron; los hombres de los concejos, como ocurrió en Villanúa y Laspaúles", explica.
SOBRE CARLOS GARCÉS
Carlos Garcés Manau es licenciado en Historia Medieval por la Universidad de Zaragoza y vicepresidente de la Agrupación Astronómica de Huesca. Ha publicado los libros El escudo de Huesca, El Ayuntamiento de Huesca, Aragón en el Sistema Solar y, junto a Julio Bernués y Natalia Juan, Francisco de Artiga. El final de un mundo. Es autor de las guías, editadas por Prames y la Diputación de Huesca, Ruta de los reyes de Aragón y Panteones reales del Alto Aragón. En 2013 publicó un primer libro sobre la historia de la brujería, titulado La mala semilla. Nuevos casos de brujas.