Montearagón fue una fortaleza durante 60 años, pero luego pasó a albergar un monasterio, por lo que en los cerrados muros del castillo se fueron abriendo agujeros para hacer ventanas, actuación que sería el inicio del problema, porque empieza a desestabilizarse. Mientras está en uso, se van haciendo obras, pero ya en el siglo XIX, cuando se expropia y los monjes agustinos de Loarre se van en 1835, empieza a convertirse en una ruina. Se degradó durante mucho tiempo, hasta que hace 40 años se comenzó a intervenir, pero con actuaciones muy concretas para solucionar problemas puntuales. Fue en 2015 cuando se adoptó la decisión de llevar a cabo una intervención ya global, y en 2017 comienza la redacción del proyecto para la intervención de recuperación y consolidación del castillo. Seis años después, las obras están concluidas y las llaves han vuelto este martes al Ayuntamiento de Quicena, que tiene la encomienda de su cuidado.
Los trabajos han transformado totalmente el conjunto, haciéndolo accesible, con señalética que explica cada espacio y las funciones que tuvo y una puerta de acceso para evitar el vandalismo, que ya obligó a una ampliar la intervención en el conjunto para eliminar unas pintadas. Han sido realizados por el Ministerio de Cultura, a través del a través del Instituto del Patrimonio Cultural de España (IPCE), con una inversión de 1,7 millones de euros. Al presupuesto inicial de 1,4 millones hubo que sumar una partida de 300.000 para reparar una gran grieta descubierta en la iglesia.
El siguiente paso, organizar visitas para que pueda disfrutarse de nuevo por los visitantes, algo que se realizará “lo antes posible” -ha dicho el alcalde de Quicena-, contar con un centro de visitantes y, además, mejorar los accesos y disponer de una zona de aparcamiento. Como propuesta, abrir el acceso que tuvo inicialmente la fortaleza por la ladera sur.
El acto de presentación de las obras han participado Silvia Salazar, subdelegada del gobierno en Huesca, Marta Hernández, subdirectora general del IPCE, Rafael Blasco, alcalde de Quicena, Luis Felipe, alcalde de Huesca, Olga Roldán, arquitecta del IPCE, y los arquitectos responsables de la redacción y ejecución de las obras, José María Sanz y Jorge Izquierdo, adjudicadas a Damarin, S.L. También han asistido el diputado provincial Joaquín Monesma y los presidentes de la Comarca de la Hoya, Jesús Alfaro, y de la Asociación de Amigos de Montearagón, Antonio Turmo. La presentación de las obras ha finalizado con la proyección de un vídeo que permite visualizar la reconstrucción virtual del castillo.
ACCESIBILIDAD
Salazar ha señalado que, con las obras del castillo ya finalizadas, “en breve podrá ser ya abierto al público” en unas buenas condiciones de accesibilidad y seguridad, y ha remarcado el valor de este patrimonio histórico y cultural para Quincena, para la ciudad de Huesca y para la provincia.
Ha valorado también Salazar el “esfuerzo económico, técnico y humano” del ministerio para realizar esta restauración, “que es muchísimo más que el conjunto de las restauraciones que se hicieron en las últimas dos décadas”.
El alcalde de Quicena, Rafael Blasco, ha apuntado que el Ayuntamiento “únicamente tiene palabras de agradecimiento para los responsables de la obra de consolidación y restauración del Castillo de Montearagón, y ha puesto de manifiesto que esta actuación responde “a la demanda popular de los vecinos de Quicena. Era de absoluta emergencia intervenir dada la importancia histórica y arquitectónica del castillo para su puesta en valor, de forma que se convirtiera en un foco de atracción turística de primer orden. Es indudable -ha recordado- la importancia histórica y cultural del Castillo de Montearagón, catalogado bien de interés cultural y antiguo panteón real de la Corona de Aragón”, además de “símbolo” del municipio de Quicena y de la comarca de la Hoya de Huesca.
Ha considerado Blasco que “la promoción del castillo puede ser enormemente positiva a nivel turístico, cultural y económico en la zona, como atracción de visitantes a este destino”, que contribuirá la mejora de la vida de sus habitantes.
Ha apuntado que el Ayuntamiento está actualmente trabajando junto con la Diputación de Provincial de Huesca para lograr fondos europeos para la mejora de los accesos para los vehículos y autobuses y la ejecución de un espacio para aparcamiento. Asimismo, colabora con la Comarca de la Hoya para la organización de jornadas de puertas abiertas.
PROCESO DE OBRAS
La subdirectora general del Instituto del Patrimonio Cultural de España se ha mostrado “feliz por haber sacado adelante un proyecto tan complejo como este en un bien cultural de primera categoría, tanto en el contexto regional con el nacional”.
“Suponía para nosotros -ha continuado Marta Hernández- una restauración interesantísima, primero por su propia categoría como bien de interés cultural, pero también porque veíamos que había una receptividad en la población local para que se restaurara y se volviera a poner en valor y nosotros hemos contribuido en ese sentido con nuestro trabajo”.
La recepción de las obras por el Ayuntamiento de Quicena es “el hito que cierra todo un proceso que tiene muchísima parte de esfuerzo técnico, de resolver problemas, de entender cómo se encaran cada una de los de las circunstancias de la intervención arquitectónica”, ha dicho y se ha referido a que han sido trabajos “estructurales básicamente, de consolidación y también de conducción de las aguas pluviales para evitar daños sobre el bien arquitectónico. Luego hay una parte muy importante que tiene que ver también con la accesibilidad, a través del nuevo trazado del itinerario y la explicación de qué fue este castillo y cómo funcionó”.
También se ha referido a que queda en este monumento “multitud de intervenciones a futuro”.
Olga Roldán ha recordado que el castillo tuvo poco tiempo de función militar y la mayor parte fue de monasterio. “Lo que teníamos en el interior del recinto eran todos los restos de las edificaciones que se habían ido cayendo, que había colmatado el interior, de forma que todos los muros exteriores que habían sido de cerramiento de un recinto pasaron a ser de contención, y ya pasó a estar comprometida la estabilidad de esas estructuras”. Se añadía el problema de que, cuando se acumulaba el agua, empujaba más los muros “y eso se unía al terreno sobre el que está asentado, con muchas láminas de distintas durezas, comprometía también el apoyo de esos muros”.
Aunque cuando se valoró la actuación se centró en el recinto que tenía más comprometida la estabilidad que en la iglesia, que estaba en buen estado, con los primeros trabajos se comprobó que “en la cabecera de la Iglesia había una grieta de arriba abajo, que tenía muchísimos centímetros de anchura, y que corría grave riesgo”. Se consiguió que el Ministerio autorizara hacer unas obras de emergencia en la iglesia, de forma que se consolidó toda la cabecera y se recuperó la cubierta porque en ese momento estaba entrando el agua”, ha explicado Roldán.
El arquitecto Jorge Izquierdo ha sugerido que en próximas fases podría recuperarse el acceso original del castillo, que se realizaba por la ladera sur “y así se queda claramente marcado en los grabados de Valentín Carderera, del siglo XIX. Es un camino en zigzag que va subiendo a la base por la torre albarrana hasta el paseador, para llegar al acceso”.
Respecto a la actuación, ha recordado que el objeto era garantizar la estabilidad de todas las estructuras del castillo, “para lo que era fundamental eliminar todos los escombros y rellenos -unos 9000 metros cúbicos-, conducir las aguas y, en la medida de lo posible, recuperar los canales de desagüe que tenía en el castillo. Eso elimina los empujes sobre los muros y lo que permite es poner en valor todas las estructuras interiores que nos han ido apareciendo, con los diferentes usos religiosos o militares”.
Las obras de esta última intervención en el castillo oscense finalizaron en diciembre del pasado año con el acondicionamiento de su interior y la señalización de los desniveles que permiten garantizar la seguridad de los visitantes en su apertura al público.