El legendario Chucho Valdés ofreció uno de esos conciertos tan especiales que definen a Pirineos Sur: la conmemoración del 50 aniversario del nacimiento de la banda cubana Irakere, que marcó un antes y un después en el jazz latino, por su magistral fusión con la música afrocubana.
La grandeza de Irakere quedó plasmada en un concierto de hora y media en la que rescataron algunos de los temas que hicieron famosa a la banda (“Mozart a la cubana”, “Estela va a estallar”), pero también hubo espacio para algunos temas de cosecha propia (“Zanaith”, “Congadanza”). El cubano estuvo soberbio tanto en su faceta como pianista o como capitán de una banda de lujo que incluía a: José A. Gola (bajo eléctrico y acústico), Horacio Hernández (batería), Roberto Jr. Vizcaíno Torre (percusión), Eddie de Armas Jr. (trompeta), Osvaldo Fleites (trompeta), Luis Beltrán (saxofón), Carlos Averhoff Jr. (saxofón), hijo de un antiguo miembro de Irakere ya fallecido, y Ramón Álvarez, en la voz.
La banda se acercó más a ritmos africanos y, mientras avanzaba el show, el son caribeño fue adueñándose del espíritu del público, que acabó rendido a “Bacalao con pan” y “Siento un bombo”. Con esta actuación, Pirineos Sur salda este año una cuenta pendiente con otra de las estrellas indiscutibles de las músicas del mundo.
El ambiente ya había entrado en calor con la actuación de Goxua’n Salsa. La orquesta colombiano-navarra interpretó en euskera salsa clásica inspirada en las décadas de los 60, 70 y 80 de Nueva York, Colombia y Puerto Rico. Y nada más sonar una introducción y comenzar el show con “Valor de uso”, las primeras filas comenzaron a bailar al son de la banda.
La banda de trece músicos (vientos y percusión), más una cantante de tremendo carisma, armaron un concierto en el que no hubo descanso. “Juego de amor”, “Ezer ez da Betiko”, “Errotari”... fueron subiendo la temperatura hasta que, con su versión de “Devórame otra vez” de Lalo Rodríguez, reventaron los termómetros, con una fiesta en la pista del anfiteatro.
EL BROCHE FINAL
Sílvia Pérez Cruz regresa este viernes (lo hizo en 2019, junto a Toquinho y Javier Colina) con su tradición latinoamericana, en el jazz y en música clásica. Interpretará piezas de su último disco, “Toda la vida, un día”. Abrirá la noche otra gran voz femenina: Maro, que participó en Eurovisión 2022. La compositora portuguesa ya compuso su primer tema a los 11 años y su carrera profesional comenzó a los 19. Se graduó en el Berklee College of Music en 2017 y se mudó a Los Ángeles, donde lanzó seis álbumes compuestos y producidos por ella misma. Su último lanzamiento fue el año pasado, “Hortelã”.
El sábado compartirán protagonismo los nuevos y los tradicionales sonidos latinos con las actuaciones de La Lulu y Grupo Niche, una institución de la salsa hecha en Colombia. Sus canciones, rebosantes de ritmo y romanticismo, han marcado a varias generaciones. A lo largo de más de cuatro décadas, desde que Jairo Varela y Alexis Lozano fundaran la agrupación en 1979 en Bogotá, han publicado más de treinta discos y vendido dos millones, han ofrecido cuatro mil conciertos en treinta países, han alistado en sus filas a más de trescientos músicos y han obtenido innumerables reconocimientos. La Lulu nació en Cali (Colombia), pero se forjó en las calles de Nueva York.
La última jornada del festival, el domingo, al igual que sucedió hace cinco años, estará protagonizada por una de las artistas latinoamericanas más relevantes que han surgido en los últimos años: Mon Laferte. La chilena, siempre en búsqueda de nuevos estilos y ritmos, regresará a Pirineos Sur para presentar su último trabajo, “Autopoiética”, publicado a finales del 2023. Antes del cierre, será el turno de Marilia. La música de la compositora canaria se caracteriza por su sencillez y belleza y otorga cualidades sanadoras a canciones que carecen de artificio. Su primer disco, "Prenderé Una Velita" (2023), es un canto a la esperanza, a la cura, al olvido y al amor.