La Caraba, el Real de 1925

El nombre respondía a una carabela que aparece en el anverso junto a la leyenda España y el año de su acuñación

Cronista de la Comarca de La Hoya de Huesca. Académico de la Real de San Luis
05 de Enero de 2025
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Real de 1925, la Caraba por la carabela
Real de 1925, la Caraba por la carabela

Inauguraba España el año de 1925 con la disposición por Real Decreto de 9 de enero, que ordenaba a la Dirección General  de la Fábrica Nacional de Moneda y Timbre, la acuñación de una nueva emisión de moneda que vendría a ser la continuación de más de cinco siglos de tradición. Nos referimos al “Real”, que con este nombre venía a dar continuidad a la denominación de una moneda clásica española.

Durante el reinado de Fernando VII sería el “real español” la moneda oficial que seguía en circulación desde 1300, pero es bajo el reinado de Isabel II cuando se comienza el uso del término de peseta, si bien se acuñaron monedas con el valor expresado en reales de vellón, y desde 1850, se adoptaba el sistema decimal que dividía el real de vellón en 10 décimas o en 100 céntimos de real, conservando las monedas anteriores al nuevo sistema su valor adquisitivo sin perderlo, siguiendo, claro está, en circulación, el real que equivalía a cuatro reales de 25 centimos de peseta, siendo con la llegada del Gobierno Provisional a España cuando se cambió el sistema monetal instaurándose la peseta de 100  céntimos como unidad dividida en 4 reales de 25 céntimos.

En el año 1925 hace la aparición un nuevo metal, el Cuproniquel, que es la combinación de 750 % de cobre y 250 % de níquel con un aspecto metálico brillante que asemeja a la plata usada hasta entonces. Su valor viene marcado por 25 céntimos de peseta, su peso es de 7 gramos, diámetro 25 milímetros, con canto liso y con una tirada de 8,000.630 piezas. En cuanto a su diseño, realizado por el artista Manuel Castro Gil, calificado como uno de los mejores artistas del aguafuerte de España, de quien sabemos en 1950 acompañado por don Ricardo del Arco en un viaje por los mejores monumentos y paisajes de nuestro Pirineo que plasmará en sus trabajos (Argesola nº 4-1950). Esa moneda de  real será grabada por don José Espinós Gisbert y figurarán como ensayadores Vidal Peiró Zafra y Rafael Caro Fresneda, siendo juez de balanza don Julio Segura Calvé.         

En su anverso se acuña una carabela, la leyenda España y el año de su acuñación. En el reverso, además del valor facial, numeración del valor en gran tamaño centrada y coronada entre ramas de olivo, y a sus pies el concepto monetario, céntimos.

El pueblo español, dispuesto siempre a cambiar el nombre de las cosas por motes o nombres más accesibles, al igual que a las monedas anteriores de cobre llamó “Perra Gorda” a la de 10 céntimos, “Perra chica”, y a la de 5 céntimos, nombre adoptado al confundir o señalar intencionadamente el león del reverso con la figura de un perro. Por ello, no dudó en llamar a esta moneda por su nuevo metal,  además de las circunstancias en las que nacía, como “La caraba”,  que no era solamente una forma de dar mote a la carabela, sino que fue así nominada  por ser algo extraordinario y fuera de lo normal en bastantes aspectos. Tanto era así que “La Caraba” pasó a ser la denominación aplicada a algo extraordinario, tanto para bien como para mal, o bien ser algo fuera de serie, en el lenguaje coloquial de España.

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