Catalá y Ceveiro, de Roma andando hasta la Sertoriana Osca

Este jesuita llegó a Huesca peregrinando, mendigando y durmiendo en Hospitales, y dejó huella como predicador y cuaresmero con meditaciones de la muerte y el juicio

Bizén d'o Río, San Lorenzo, blanco y verde y albahaca. La oración va por dentro
Studiosi pro Universitate Sertoriana
08 de Diciembre de 2024
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La Pragmática que suprimía la Orden de la Compañía de Jesús en España. Catalá y Ceveiro, jesuita, llegó de Roma andando hasta la Sertoriana Osca
La Pragmática que suprimía la Orden de la Compañía de Jesús en España. Catalá y Ceveiro, jesuita, llegó de Roma andando hasta la Sertoriana Osca

Natural del lugar de Moncada, el padre Juan Bautista Catalá era hijo de don Gaspar Juan Catalá y de doña Isabel Ceveiro y de Franqueza, había nacido el 23 de abril del año 1624, inclinándose desde muy niño hacia el santo piador de Dios, por lo que Juan Bautista Perllicer, natural de Valencia y canónigo de su Mettrópoli, lo trasladó para que se educara junto al Obispo de Segorbe, donde residió haciendo grandes progresos y entrando en facultades mayores, graduándose en Artes y doctor en Teología, además de emplearse en una Cátedra de Artes en la cual leyó con singular magisterio hasta el año 1647, año que  por medio del Duque del Infantado fue nombrado Embajador de España en Roma, residiendo en aquella Corte por dos años asistiendo en ella a la iglesia romana de Gesu.

En ella, el padre Carrafa, séptimo general de la Compañía, fundaba la Congregación de la Buena Muerte el 7 de octubre de 1648, un movimiento de fieles que se reunía cada viernes durante cinco horas para meditar la idea de la muerte ante el santísimo expuesto, siendo estas prácticas  precisamente las que lo decidirán a tomar impulso y devoción de ser religioso jesuita. Esto se lo comunicaría al Reverendo P. General quien tras varios exámenes y con el informe de varios devotos, le aceptó con orgullo y mandó pasara a su Noviciado en el Colegio de Huesca anexo y colegio de su ilustrada Universidad Sertoriana.

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Partió de la ciudad Eterna hacia la de Huesca, peregrinando, mendigando, y durmiendo en Hospitales; sin querer en ningún momento valerse de algunas cartas de favor que le había entregado el Padre General, ni mucho menos de cartas que le habían sido enviadas con socorro de dinero desde su familia en España. Llegaba a Huesca el día 19 de marzo de 1651, presentándose en el Colegio, donde fue admitido para cumplir los dos años de noviciado, que realizó con loables actitudes y gran observancia, por lo que fue promocionado para una Cátedra de Teología Moral y otra de Escolástica que ejerció de 1651 a 1658.

La Compañía de Jesús, instituto fundado por Ignacio de Loyola y aprobado por el Papa Paulo III en 1540, se destacaba por que sus miembros eran grandes predicadores y maestros del tenebrismo, habilidoso recurso para hacer la recreación de las postrimerías de la vida y cronistas de la gloria, el paso por el Purgatorio y la posibilidad de temible infierno, en definitiva los últimos estados del hombre: muerte , juicio, infierno y gloria, no dudando en sus pláticas hacer hablar a los muertos para convencer a los vivos de que todavía estaban a tiempo de cambiar de vida.

La Compañía se había convertido en maestra de la dirección espiritual, siendo este Catedrático jesuita quien instituyó en España y más concretamente en la ciudad de Huesca “La Devoción de la Buena Muerte”, con ejercicio de Meditación, que se celebró todos los viernes en la Iglesia de San Vicente El Real con la asistencia de numerosos oscenses. Al igual que excelente predicador, fue Cuaresmero en varias ocasiones y predicó en diferentes poblaciones oscenses Ejercicios Espiritualesde  la obra capital de la espiritualidad ignaciana, con las meditaciones de la muerte y del juicio, la conocida composición de lugar  que invitaba al ejercitante a imaginarse el momento de su propio fallecimiento.

Tras ocho años en Huesca donde dejó honda huella de su saber y espiritualidad, pasó al Colegio de Gandía muriendo en el colegio de San Pablo el martes 11 de octubre de 1678 a los54 años de edad y 27 de Religión; y diez y seis de cuarto voto.

El inestable, convulso y agitado siglo XIX español fue una época de luces y sombras, de zozobras y alegrías para la religiosidad popular hispana. La centuria se caracterizó por multitud de crisis políticas, conflictos bélicos y pensamientos de liberalidad que encerraban en sus proposiciones un marcado tono de actitud anticlerical, pero la fuerza devocional de estas congregaciones de “La Buena Muerte” se dejaron sentir al sobrevivir incluso a la supresión de la Orden.

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