Importancia de la Facultad de Medicina de Huesca en el siglo XVI, médicos y curanderos

El privilegio de Fernando el Católico consagra el monopolio de la Universidad de Huesca para la docencia y el ejercicio de la medicina en Huesca y su territorio

Francisco Bartol
Historiador. Studiosi pro Universitate Sertoriana
22 de Enero de 2023
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En el Claustro de Ramón y Cajal, que recoge los elementos de la Sertoriana, se encuentran los cuadros de los estudios.
En el Claustro de Ramón y Cajal, que recoge los elementos de la Sertoriana, se encuentran los cuadros de los estudios.

Con la fundación de la Universidad de Huesca el 12 de marzo de 1354 se crea la Facultad de Medicina en esta ciudad. Esto mismo sucedió en otras grandes ciudades españolas y extranjeras: París, Salamanca, Montpellier, Valladolid, Lérida, Coimbra, Nápoles, Padua, y casi dos siglos más tarde, en Zaragoza. Desde el establecimiento de las universidades europeas, la medicina empezó a ser una parte esencial de los saberes universitarios.

Desde sus inicios la finalidad de la medicina siempre ha sido doble, conservar la salud cuando se posee y restaurarla cuando se pierde.

Decía Asclepiades (célebre médico griego del s. II a. C.) que la función del médico era curar con seguridad, con rapidez y sin dolor; y en estas tres locuciones adverbiales está condensada la relación médico-paciente. La seguridad en el diagnóstico del médico aporta confianza en el paciente; la rapidez le proporciona esperanza; y el sin dolor, optimismo. Pero la rapidez y el bienestar, como muy bien respondió Galeno, médico griego del s. II d. C. y el que más influyó en la medicina occidental, pueden ir en contra de la seguridad del paciente, que debe ser siempre la prioridad del médico.

Tanto griegos como romanos consideraron que los dioses eran los verdaderos inventores de la medicina. Para estas sociedades primitivas, por tanto, la enfermedad era un castigo divino, y la salud, un premio. El médico romano, Celso (s. I a. C. - s. I d. C), afirma que la medicina, como disciplina, nació de la filosofía natural aristotélica, gracias a Hipócrates.

El médico en el mundo romano generalmente era un esclavo; en un primer momento griego, que habitaba en la casa familiar y por sus servicios pasaba a ser liberto. La formación normalmente era autodidacta mediante la observación teórica y práctica de sus maestros.

En la época romana, a diferencia de la griega, surgen los médicos especialistas; en los textos literarios o epigráficos se mencionan a oculistas, obstetras, ginecólogos, fisioterapeutas….

Posteriormente tanto árabes como judíos contribuyeron al conocimiento y desarrollo de la medicina traduciendo las obras médicas griegas, principalmente de Galeno; por esto sus obras formaron parte de los planes de estudio en todas las facultades de medicina.

Cuando en la Edad Media se fundan las Universidades, la concepción de la medicina cambió totalmente, y se revitalizaron los estudios de esta ciencia. La función universitaria era formar profesionales de las diferentes disciplinas, entre ellas, la medicina porque así lo reclamaban, además de la sociedad, el poder civil y el poder eclesiástico, en cuyas manos estaba la universidad.

La medicina fue una de las facultades que podría denominarse como “pobre”; en los privilegios fundacionales de las Universidades siempre ocupa el cuarto lugar; el orden era el siguiente, Teología, Derecho Canónico, Derecho Civil (Romano), Medicina, Filosofía y Artes; y, además, los estudiantes eran pocos. En los Estatutos de la Universidad oscense del año 1599, se dice literalmente, En Medicina hay tres cátedras, estas mandamos que se conserven, aunque los estudiantes son tan pocos en esta Facultad, que parece se pudiera excusar alguna de ellas, pero si no los hay en el momento presente, podrá ser que los haya en adelante. Esto suponía también que los catedráticos de medicina tuvieran un salario inferior al que tenían sus compañeros teólogos, canonistas o civilistas.

Los sanadores o curanderos eran muy numerosos en esta época y se formaban teóricamente mediante la tradición oral, pero principalmente por la experiencia que iban adquiriendo de sus antepasados o predecesores. Muchos de estos curanderos (tildados de milagreros, embaucadores o charlatanes) empleaban la superstición como remedio terapéutico. Eran considerados intrusos y, en suma, perniciosos a la salud pública (publica valetudo) controlada por el colegio de médicos oscense puesto que, al no haber estudiado en la universidad, sus prácticas curativas no provenían de la medicina racional explicada en ésta, sino de la filosofía natural o de la física. En realidad, había dos tipos de medicina, una para las clases ricas, los médicos, y otra para los pobres, los curanderos.

La universidad era cristiana y a ella, por tanto, no tenían acceso ni árabes ni judíos; algunos de estos alcanzaron el título de medicina mediante un examen en el que se valoraban, además de sus conocimientos y cualidades, sus costumbres y su diligencia ante el paciente.

Ante esta situación, el Rector y el Consejo Universitario suplicaron al Rey, Fernando el Católico, un privilegio en el que se prohibiera ejercer la profesión médica a todos aquellos que no estuvieran graduados en esta Facultad de la Universidad de Huesca. Dicho privilegio, firmado el 24 de marzo de 1504, afirma que los curanderos, además de ser considerados intrusos, causaban graves daños a los enfermos, incluso la muerte, porque ignorando totalmente la medicina, aplican la mayoría de las veces medicamentos fatales a los enfermos, y osan probar muchas veces con la hechicería, e impone a quienes contravinieren esta norma, una multa de quinientos sólidos que debe ser aplicada a favor del Hospital de esta ciudad de Huesca, el Hospital de Nuestra Señora de la Esperanza.

En conclusión, dicho privilegio consagra el monopolio de la Universidad de Huesca para la docencia y el ejercicio de la medicina en Huesca y su territorio.

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