En la cábala es donde el humanismo, una corriente culta y filológica, encontró su mejor refugio ya que permitía trabajar con fuentes originales. Los nombres que se asocian a la cábala cristiana normalmente evocan a autores que también destacaron en las principales corrientes de esa época, como fueron el neoplatonismo, el hermetismo, el pitagorismo y un aristotelismo más puro, dentro de una atmósfera de reforma y profecía. Dentro de esta última corriente destacó el monje Savonarola, y se encuentra en la biblioteca de Huesca un ejemplar de sus Homiliae clarissimi viri fratris Hieronymi Sauonarolae (1556). Expurgadas tanto en 1640 como en 1707 en casi todas las ediciones que hay en España, pero no así en la edición que se preserva en Huesca, quizás porque hasta 1571 no apareció en el índice de libros prohibidos y por la habitual resistencia por parte de la universidad oscense, a la hora de aplicar el expurgo a los libros que de antiguo estaban en los fondos de la Universidad Sertoriana, siendo ésta desde antiguo bastante reticente a tal labor depuradora, quizás porque su cercanía a Francia y la abundancia de emigrados franceses en la ciudad hizo que dicha Universidad disfrutará de un ambiente más aperturista y librepensador que las castellanas.
Lo que buscaban en la cábala los cristianos no sólo es llenarse de argumentos frente a los judíos, como muchas veces se ha sostenido, sino especialmente perfeccionar la exégesis bíblica y hebrea para entender mejor las verdades del Antiguo Testamento y quién sabe si llegar a conocer el shem semaforash , nombre de Dios completo, secreto e impronunciable, que llevó a los cabalistas cristianos a profundizar en el valor numérico de las letras y en los significados de las iniciales de los nombres sagrados, que hacen referencia a su vez a otras palabras ocultas, las cuales a su vez, aportan la verdadera significación a esos nombres sagrados, en un trabajo de interpretación textual que ponía en riesgo en ocasiones dogmas establecidos por la Iglesia.
Pico della Mirandola se considera el introductor de la cábala en la tradición humanística. Su obra se conocía en Huesca desde 1517, ya que existían cuatro copias de una edición de sus obras completas impresas en París por Jean Petit, una de ellas sita en el Convento de San Francisco de Huesca. La novedad de Mirandola radica en haber recogido toda la literatura medieval apologética que recogía la controversia contra los judíos y haberle añadido la cábala, logrando un producto que conocerá un extraordinario desarrollo hasta la primera mitad del siglo XVII. La cábala para Mirandola sirve para penetrar en los misterios divinos, siendo el mejor camino para la interpretación de las Sagradas Escrituras, y además, Mirandola la consideraba en perfecto acuerdo no sólo con la doctrina de la Iglesia y la filosofía cristiana sino con las de Pitágoras y Platón, teniendo el convencimiento de que se podría renovar la religiosidad de su tiempo, debido a que las doctrinas fundamentales del cristianismo procedían de la cábala y por lo tanto era necesario el retorno a las fuentes originarias tal y como afirmaba Secret en La Kabbala cristiana del Renacimiento.
La otra gran figura cabalística europea fue Pietro Galatino, quizás por su visión conciliadora que creía en la existencia de una buena cábala, que llamaba «alegoría» y una mala cábala de la que debía huir el cristianismo que era la de los rabinos.
A pesar de no tener un gran conocimiento de lenguas orientales, fue sin duda alguna su Opus de Arcanis Catholicae Veritatis publicado en 1516, el libro de cábala más conocido en toda Europa, llegando a agradar hasta a los adversarios de la misma, ya que encontraban en ella un material fácil de usar en su apologética antijudía, lo que hizo que en España tuviera un enorme éxito, a pesar de que en ocasiones muestra un excesivo gusto por lo maravilloso y lo mágico.
Esta obra de Galatino, Opus Arcanis Catholicae Veritatis, también la encontramos en Huesca en su edición de 1550 y fue convenientemente expurgada, aunque no sabemos en qué fecha, estando recogida en anotaciones marginales la siguiente nota: «qui eoquod per aditum expurgationium prohibiti sint expuncti fuerunt», es decir; «aquellos que estaban prohibidos por el paso de la purificación fueron expurgados». Por último, señalar que en Huesca encontramos otras obras de cabalistas menores como Jacopo Nachiante y su Scripturae medulla arcanorum.
Tras Mirandola, y Galatino, la otra gran figura de la cábala europea fue Francesco Georgii (o Zorzi), autor de la obra cabalística De harmonia mundi totius cantica tria, que en Huesca encontramos en la edición parisina de 1545. Esta obra estuvo en el Colegio de la Compañía de Jesús de Huesca, posiblemente desde los inicios de dicho colegio en la ciudad en torno a 1605. Dicha obra fue expurgada por el Santo Oficio en 1640 cuando Antonio Medina era rector del Colegio y el comisionado del Santo Oficio era Gabriel Domínguez. El motivo del expurgo del libro queda claro en la portada del mismo «adeo abundat hoc opus Platonicorum et cabbalistarum placitis ut vix in hoc penere potuerint omnia observari propterea caute ubique legendum», es decir, «tan abundante es este trabajo en platónicos y cabalistas que apenas se podía leer» lo que deja patente como habían cambiado las cosas en España y en los colegios que suministraban estudiantes a la Universidad oscense.
La cábala francesa también tuvo presencia en la Huesca del Renacimiento y se trata de una cábala interesada sobre todo en la correcta interpretación y traducción de los textos hebreos antiguos y en el significado oculto de muchas palabras judías. Al mismo tiempo esta cábala francesa adquiere rasgos de saber universal sobre la totalidad, a partir de los símbolos de la tradición bíblica, en una cierta derivación mística y profética, que enlazará perfectamente con los gustos y lo que fue la tendencia dominante del misticismo español de finales del XVI y principios del XVII, mientras que esta cábala más mística en Europa acababa dando una literatura soteriológica y hermética centrada en los rosacruces como indica Salvio Turró en su Descartes: del hermetismo a la nueva ciencia.
Alguno de los mejores representantes de esta cábala más vinculada a lo filológico fueron los hermanos Guy y Nicolás de Le Fèvre de la Boderie de los cuales también hay algunas obras en la biblioteca de Huesca. Así, de Guy Le Fèvre de la Boderie vemos en la biblioteca de la Universidad su Diccionario sirio-caldeo en edición de 1573, posiblemente la mejor muestra del interés de Guy Le Fèvre por la cábala y en especial por las palabras del Zohar y los sephiroth.
De Gilbert Génébrard, el gran hebraísta francés, autorizado para traducir el Heptaplo de Mirandola y el De Harmonia mundi de Georgii, localizamos en Huesca varias ediciones de la Cronología y de la Cronografía que también recoge la cronología hebrea que se encuentra en el libro anterior. Curiosamente, en la edición de la Cronología de 1578, en la cual hay opiniones contrarias a la cábala y donde habla de la falsedad de la misma, no se encuentra expurgada en el ejemplar que estaba en la biblioteca de la Universidad de Huesca, pero si lo está en la misma edición, pero en otro volumen que se guarda en la Biblioteca Pública Episcopal de Barcelona.
Por el contrario, las ediciones de la Cronografía algo posteriores donde ya se encuentran posturas más favorables a la cábala, ya se encuentran expurgadas. Así ocurre con la edición de 1581 que se encontraba en el Colegio de los Carmelitas Descalzos de Huesca que fue expurgada dos veces en 1585 y en 1614. Lo mismo sucede con la de 1599 que en realidad reproducía la más controvertida de 1585 y que se encontraba en el Colegio de los Jesuitas de Huesca y donde está anotado: «Expurgado conforme al índice nuevo por orden de la inquisición de Aragón, Dº Martin de Cyria, comisario del Santo Oficio a 11 de Junio de 1614».
Es curioso que las dos ediciones que se encontraban desde el principio en la Universidad de Huesca no fueran expurgadas, pero sí prácticamente todas las que se encontraban en todos los Colegios de religiosos de la ciudad, lo que nos habla probablemente de una cierta indulgencia con la Universidad o de la poca efectividad de los expurgos en su biblioteca, algo que vendría a ratificar la consabida menor autoridad que la Inquisición tuvo en los territorios de la Corona de Aragón respecto a Castilla.
Por último, no podemos olvidar al suizo Teodore Zwinger, seguidor del cabalista francés Guillaume Postel, que con su obra Teatrum Vitae Humanae, nos ofrece una auténtica enciclopedia del saber renacentista donde de manera sistemática daba cabida a todo tipo de posturas heterodoxas provenientes de la filosofía hermética, pero de un modo estructurado. De esta obra en Huesca se encuentran tres ediciones, dos de ellas pertenecientes a los Carmelitas Descalzos y que fueron también expurgadas al menos en dos ocasiones.
En resumen, la Universidad Sertoriana, siempre a la última en tendencias innovadoras, también se apuntó a la moda cabalista, primero para aprender a usar las escrituras originales tal como se hacía en Italia y Francia, para más tarde dar entrada a la cábala española e incluso crear sus propias obras cabalísticas como acabó realizando el profesor de la universidad oscense y cabalista, Pedro Malón de Echaide como veremos en otros artículos.