Mariano Atarés, el relojero que deseaba la hora solar media para Huesca

"El verdadero día solar era de duración variable no teniendo siempre la misma, porque el movimiento de rotación de la tierra que lo constituye no se efectuaba siempre en 24 horas2

Cronista de la Comarca de La Hoya de Huesca. Académico de la Real de San Luis
21 de Abril de 2024
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Reloj de la Relojería San Lorenzo de Mariano Atarés
Reloj de la Relojería San Lorenzo de Mariano Atarés

Hubo hace más de 120 años un relojero práctico, que estaba preocupado por que la ciudad de Huesca tuviera siempre  “la hora solar media” de cada día en su punto exacto, y todo el mundo la conociera. A tal defecto publicó en la prensa local un documentado trabajo que explicaba: que era conocido lo del “día sidéreo, día solar verdadero y día solar medio”, deseando hacerlo entender fácilmente, diciendo: "El verdadero día solar era de duración variable no teniendo siempre la misma, porque el movimiento de rotación de la tierra que lo constituye no se efectuaba siempre en 24 horas, en invierno duraba mas, y en verano menos".

La causa era la mayor o menor aproximación a la Tierra del Sol. Hacía especial hincapié en que el tiempo constantemente igual era el indicado por los cronómetros, y dicho tiempo se llamaba tiempo o día medio. La vigésima cuarta parte del día verdadero, llamado así el verdadero día solar, o la del día medio, se llamaba hora verdadera ú hora media. Por lo tanto el ajuste en la diferencia que entre ambos existe (diferencia que se acumulaba varios meses y lleva a 16 minutos y 17 segundos), dándonos la ecuación del tiempo. Así era que ya existían varios Almanaques que marcaban esta diferencia.

Para trazar la “Meridiana de un lugar”, explicaba un método sencillo, cual era formar sobre un plano horizontal varias circunferencias concéntricas y colocar verticalmente en el centro una varilla delgada. Mirando por la mañana, se marcaba un punto o señal la sombra del extremo de la varilla en la circunferencia en que hubiese coincidido. Cuando por la tarde, esa misma sombra del extremo coincidiera con la misma circunferencia se marcaba igualmente este punto. Hallándose la mitad del arco (de la circunferencia) comprendido entre estos dos puntos y trazado un  radio por la mitad, de esta línea sería la “Meridiana”. Al llegar, pues, a ésta la  sombra de la varilla producida por el sol, entonces serían las doce del día solar verdadero. La tabla que publicó anexa marcaría lo que había que agregar o restar para obtener la hora media o civil.

Don Mariano Atarés  explicaba como al oírse el cañonazo del observatorio meteorológico del Instituto de Segunda Enseñanza (emplazado en la antigua Universidad en 1886 ), hacía ya muchos años, no servía para dar la “hora media o civil” a los habitantes de Huesca porque no usaba ( a pesar de haber instalado un cuadrante solar francés corregido con la latitud de Madrid o sea 40” ) si no se usaba una cierta  corrección y por lo tanto no se aprovechaba para la ciudad, pues tras el cañonazo comenzaba con intervalos diferentes el sonar de las campanas de los distintos relojes de las torres de las iglesias componiendo un auténtico “guirigay”, que volvía locos a los oscenses sacando sus relojes y consultando, claro que siempre les quedaba la duda si hacían bien llevándolo en hora  con el de San Lorenzo, San Pedro, o La Catedral.

Datos de la estación meteorológica del Instituto
Datos de la estación meteorológica del Instituto

Proponía el señor Atarés que el Observatorio del Instituto Oscense prestaría un mejor servicio si una vez a la semana se revisara el cañón y se corrigiera la lente convergente que incendiaba  la pólvora que provocaba el disparo,  o ruido con arreglo a la tabla que había elaborado mediante su estudio,  y así podrían regularse los relojes de la ciudad, y corregida la hora del sol, haría esto desaparecer los desórdenes “horologiales” que había en la ciudad.

Publicó dos tablas semestrales por las que podía saberse fácilmente la hora que debía de marcar el reloj, al ser las doce de la hora del sol. Claro que, como siempre, hubo quien dijo que parecía raro que algún relojero no hubiera usado este medio sencillo para regular sus relojes, y así servir al público antes, lo que provocó un segundo artículo publicado en prensa una semana después, en el que daba cuenta  que,  en sus atrevidos escritos y afirmaciones, no había procurado más que dar una ligera idea de la necesidad que existía de unificar los relojes para marcar las horas evitando así las distracciones  y las alteraciones tan notables,  que obligaban a estar siempre arreglando y ajustando los relojes de bolsillo (numerosos y corrientes en 1900) y a mortificar a los mismos relojeros en las composiciones de aquellos.

(EN DOCUMENTO ADJUNTO EN PDF, TABLA DE CORRECCIONES DIARIAS)

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