I.- HUESCA Y BOLONIA, MODELOS DE CIUDADES UNIVERSITARIAS
No tenemos datos de sus primeros años de vida; se sabe que nació en Huesca posiblemente a finales de la década de los treinta del siglo XVI, de familia noble; en sus obras siempre aparece Martín Monter Oscense. En Huesca realizó sus primeros estudios, latín, griego, gramática… así como el grado y doctorado en leyes en la Universidad Sertoriana, y después marchó a Bolonia para completar sus estudios jurídicos. En julio de 1565 es estudiante en el Real Colegio Mayor de San Clemente de los Españoles en esta ciudad italiana.
Regresó a su ciudad natal en 1580 para hacerse cargo de la Cátedra de prima (se denominaba así porque las clases eran impartidas a primera hora de la mañana) en leyes de la Universidad Sertoriana; este puesto le abrió las puertas a su brillante carrera política: Lugarteniente de la Corte del Justicia de Aragón; Consejero en las salas criminal y civil de la Real Chancillería de este reino (1596); Fiscal en el Supremo en 1600; y Regente del Consejo de Aragón (1604). Tampoco se conoce la fecha exacta de su muerte, que tuvo lugar entre 1611 y 1616.
En Bolonia publicó sus dos primeras obras, sobre dos títulos del Digesto de Justiniano, que había estudiado tanto en Huesca como en Bolonia. La primera, en 1570, es un comentario sobre la forma de pedir la devolución de la dote, una vez disuelto el matrimonio. Es un tema que Monter investigó en profundidad en la Biblioteca de ciudad italiana, donde examinó no solo las fuentes jurídicas romanas sino también las opiniones de otros juristas sobre esta materia. No conocemos el motivo o razón principal que llevó a Monter a escribir esta obra porque, lamentablemente, no nos ha llegado, pero podemos aventurar, sin temor a equivocarnos, que fue la importancia que en esta época tenía la dote tanto en el momento de contraer matrimonio como en caso de su disolución, sobre todo si esta ruptura venía producida por muerte del marido, lo que era frecuente en este tiempo, debido a las enfermedades y guerras.
Monter conocía perfectamente las diferencias entre la dote del derecho civil (romano) o dote paterna; y la dote aragonesa o dote del marido, llamada también germánica; las dos coexistieron en Aragón; pero, como uno de los mejores romanistas europeos de este siglo, debió examinar solamente la primera. Parece claro el siguiente argumento: cuanto mayor era la dote paterna, mayor número de candidatos a contraer
matrimonio; en cambio, cuanto mayor fuera la dote marital, mayor número de pretendientes tendría el futuro marido.
Y en 1571 publicó un estudio de aproximadamente cien páginas sobre la delegación de jurisdicción, dedicada a Fernando de Aragón, arzobispo de Zaragoza y “dignísimo” virrey del Reino de Aragón. Esta obra, como indica su título, tiene dos partes bien definidas, en la primera examina el significado de este título del Digesto, Sobre el deber que jurídicamente corresponde al delegado; y en la segunda, analiza la ley primera, funciones que se pueden o no delegar, y las clases de delegación, general y particular, esto es, caso por caso. Analiza especialmente la delegación del Príncipe, pero también se refiere a la delegación papal.
En el prólogo de esta obra Monter defiende firmemente los estudios universitarios afirmando que estos convierten a los hombres ignorantes en sabios, a los rudos en civilizados, a los desconocidos en nobles e ilustres, y sin estos sabios, civilizados y nobles, ningún estado, ningún reino, ninguna provincia, ninguna ciudad puede administrarse.
Y, aunque debido a sus cargos políticos conoció sin duda otras ciudades, tuvo un cariño especial por Huesca y por Bolonia, como demuestra especialmente en una de sus obras en la que defiende que la Universidad de del Reino de Aragón esté en Huesca frente a la pretensión de Zaragoza de tener una universidad propia.
Para Monter, y para todos los grandes juristas de esta época, Bolonia, además de ser la primera Universidad europea (1088) y, por ello, denominada Mater Studiorum, era considerada la mejor ciudad universitaria para realizar los estudios jurídicos. Y Monter deseaba para Huesca una universidad que sobresaliera principalmente por su Facultad de leyes, que él tan bien conocía.
Compara a estas dos ciudades en los aspectos físicos, sanitarios, y académicos, sin olvidar la etimología del término “Bolonia”. La situación geográfica de estas ciudades para realizar los estudios universitarios es idónea porque están cerca de las montañas, pero no en las montañas, Bolonia cerca de los Alpes, Huesca cerca de los Pirineos; en el aspecto sanitario tienen un clima saludable con aire moderado y puro, lo que contribuye sin duda a la conservación de la salud, como decía el griego Hipócrates; y en relación con los aspectos académicos, recuerda sobre todo las aulas boloñesas y el ambiente de estudio; es decir, estas dos ciudades tienen todo lo que necesita un buen estudiante para nutrir su gran y brillante inteligencia. Etimológicamente se llama Bolonia (Bononia) porque posee todos los bienes en abundancia, y la bondad de sus gentes atrae a personas de otros lugares, como sucede en Huesca.
Y aunque en desde el punto de vista histórico de su fundación Monter no dice nada, tradicionalmente se atribuía la fundación de estas dos universidades a dos personajes históricos romanos, Huesca a Quinto Sertorio (122-72 a. C.), Bolonia al emperador Teodosio II (408-450 d. C.).
Un lugarteniente del Justicia de Aragón escribe que si Huesca está orgullosa del nacimiento de Martín Monter de la Cueva, Bolonia está aún más orgullosa porque allí se hizo ilustre, maestro y doctor.