Cuando se cierra el mes de mayo y se anuncia el próximo 52 Festival Internacional de Cine de Huesca, justo es recordar la fundación en el mes de mayo de 1924 del “Montepío Cinematográfico Español”, una mutualidad en la que se pretendía hace 100 años que tuvieran cabida y por lo tanto se beneficiaran de ella los trabajadores de todas las ramas de la industria cinematográfica española. No fue empresa fácil, pues en ella se tuvo que reunir el proyecto desde hacía tiempos acariciado por un altoaragonés, Juan Antonio Cabero Martínez, nacido en Lupiñén en 1890 y educado en la ciudad de Huesca, donde velaría las armas periodísticas en el viejo informador El Diario de Huesca.
Miembro de la familia Martinez editora de varias publicaciones, se trasladaría a la sede editorial de Madrid donde en 1912 ya dirigía y editaba la revista gráfica “Gil Blas”. Creó en 1916 una Editorial con imprenta propia, Imprenta Cinema, con ella dio al público una colección de libros de temática cinematográfica, además de la revista “Cinema” que aportaba a los aficionados del séptimo arte toda la información cinematográfica tanto nacional como internacional, revista que luego pasó a denominarse “Cinema y Variedades” que llegaría hasta marzo de 1936, De su imprenta editorial saldría una ingente cantidad de propaganda de cine y variedades, incluyendo desde los prospectos publicitarios de las películas hasta las entradas para las salas de exhibición.
Hombre de una actividad impresionante, su vena periodística le llevó a seguir la actualidad cinematográfica, siendo redactor entre 1920 y 1921 de la revista “Vida Nueva”, pasando con sus críticas e informaciones sobre el séptimo arte en “Informaciones”, a la vez que se hacía cargo del laboratorio de la importante productora Hispania Film, donde con Francisco Camacho y Armando Pou produjo una serie de documentales y noticiarios cinematográficos. Paralelamente se encargó de la representación de la firma francesa Publi-Cine dedicada a la publicidad de dibujos animados y en su dedicación cinematográfica realizaba traducciones al español de películas extranjeras. Pero, conocedor como pocos del desamparo en el que se encontraban los artistas en numerosas ocasiones, intentaba alcanzar el sueño que le inquietaba, cual era un montepío profesional, idea que planteaba Juan Antonio Cabero a todo aquél que pudiera ayudar en su empeño, hasta que surgió D. Julio Gordo, que era el actuario de la distribuidora de los “Estudios Teptence” del leonés Ernesto Gonzalez Bernaldo de Quirós, quienes se sumaron a su idea y en abril de 1924 comenzaron juntos a trabajar logrando finalmente en mayo la fundación del “Montepío Cinematográfico Español” cuya primera junta merece la pena recordar por las personas que la constituyeron: Juan Antonio Caballero (presidente), Juan Antonio Cabero (vicepresidente), Juan Moriano (tesorero), Miguel de las Santas (contador), Mateo Notario (secretario 1º), Julio Gordo (secretario 2º), Angel Díez, Armando Pou, Adolfo Martinez, Jose Fernández, Domingo Herrero y Gustavo Mascuñán (vocales).
Estableció su sede este montepío en la calle Montera nº 10 de Madrid y las cuotas desembolsadas diariamente a cada uno de los asociados en caso de enfermedad o en situación de paro superior a un mes eran de 2,50, 5 y 7,50 pesetas según categorías De su actividad fueron numerosos artistas y personal los que se beneficiaron, especialmente en momentos problemáticos, que también los hubo para el séptimo arte, conociéndose sus actuaciones en los periodos y años difíciles como 1931-35 y posteriormente 1939-1942 . Sin embargo este Montepío de una gran actividad, permaneció inactivo desde mediados de la década de 1950.
Fue también a fines de mayo pero de 1993, cuando el Ministerio de Economía y Hacienda acordaba la liquidación e intervención de la entidad “Montepío Cinematográfico Español” por una Resolución de la Dirección General de Seguros, y se ordenaba así, la extinción en el Registro Administrativo de Entidades Aseguradoras, por lo cual entraba este Montepío en liquidación.
Atrás quedaban 69 años de una presencia real de apoyo y solidaridad con los profesionales del mundo cinematográfico, los tiempos habían cambiado y la legislación social había avanzado en apoyo de todos los trabajadores españoles. Atrás quedaba igualmente el bien saber hacer de este altoaragonés, que entre otras obras, fue el autor de la primera “Historia de la Cinematografía Española”.