Nebrija en la Universidad de Huesca, también llamada Sertoriana

El caso de Huesca corrobora el valor de Elio Antonio de Nebrija, ya que este gramático facilitó que desde la ciudad de Sertorio se diseminaran las humanidades por el sureste peninsular

Pablo Cuevas
Studiosi Pro Universitate Sertoriana
23 de Julio de 2023
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Elio Antonio de Nebrija
Elio Antonio de Nebrija

Durante el año 2022 se ha conmemorado el V centenario de la muerte de Elio Antonio de Nebrija (1444-1522). La enorme trascendencia de este intelectual para la cultura española ha sido destacada como se merece con la celebración de varios congresos y homenajes que se han alargado hasta el presente año. Tuve la oportunidad de participar en el Congreso Internacional celebrado en Lebrija, ciudad natal del homenajeado, con la intención de responder a este enunciado: "Nebrija y la Universidad de Huesca". Entre los estudios previos me han servido especialmente las tesis doctorales de José Arlegui sobre la Escuela de Gramática de la Universidad de Huesca y la de Laura Fontova sobre los libros y las bibliotecas oscenses del siglo XVI, ambas publicadas por el IEA de la Diputación Provincial de Huesca.

El latín era el idioma en el que se impartía la enseñanza en las universidades de la Edad Media y era la lengua franca de las relaciones internacionales. En la segunda mitad del siglo XV florece en Italia el Humanismo, movimiento científico y cultural que revoluciona el saber. Una de las claves de dicha revolución es el descubrimiento de numerosos textos de los clásicos grecolatinos que no se conocían hasta entonces. La lengua de cultura va a seguir siendo el latín –como en los siglos anteriores- pero su enseñanza en España, y en otros países, queda anticuada, ya que se utilizaba más ante todo para la práctica de la lógica, mientras que, a partir del Humanismo italiano, lo que interesa es entender bien los textos, y, a través de ellos, descubrir los conocimientos del mundo antiguo.

Nebrija recibe una beca para estudiar en el prestigioso Colegio de San Clemente de los Españoles de la Universidad de Bolonia (1463-1470), una de las más prestigiosas –sobre todo en Derecho- de la Europa del momento. En Bolonia el lebrijano entra en contacto de lleno con un Humanismo en efervescencia, y, particularmente, comprueba la riqueza recién descubierta de Aristóteles, Cicerón, Quintiliano, Plauto, Terencio, Tácito, Plutarco, etc., etc., así como la existencia de nuevos métodos de enseñanza muchos más prácticos y sencillos que los vigentes en España. Si había sido becado para estudiar Teología, en realidad se dedica con pasión a la filología, que entonces se englobaba en los estudios gramaticales. Al mismo tiempo conoce de primera mano el inicio de la imprenta en Bolonia.

Una vez vuelto a España y después de su experiencia como catedrático en la Universidad de Salamanca, diseña una gramática latina que va a publicar en su universidad en 1581, Introductiones latinae. Su gramática, siguiendo la estela de las humanísticas que había visto en Italia, es sencilla y práctica, centrada en el aprendizaje del idioma a partir de las propias obras de los clásicos. Rápidamente Introductiones latinae se expande por toda España gracias al poder multiplicador de la imprenta, de la cual Nebrija se sirve magistralmente. El éxito de su método es enorme y definitivo, sustituyendo a las gramáticas bajomedievales apegadas a la Lógica y poco aptas para desentrañar a los grandes autores de la antigüedad.

Por esos años se consolida la Universidad de Huesca, gracias al apoyo del obispo Juan de Aragón y Navarra (1484-1526), como ha destacado convenientemente Mª Celia Fontana. Este obispo, que había sido criado en Sicilia, conoce de primera mano la revolución cultural que se está produciendo en los estados italianos. Con él a la cabeza, la iglesia oscense compromete recursos suyos en la financiación de la Universidad que ahogaba al Ayuntamiento. Se mejoran las instalaciones, se adquieren numerosos ejemplares de los grandes autores clásicos, se contratan buenos profesores, se crea el colegio de San Agustín para apoyar la enseñanza en las aulas, se redactan nuevos estatutos y se sustituye la gramática antigua medieval, la de Alexandre de Villadieu, por las Introductiones latinae de Nebrija.

La gramática de Nebrija era una herramienta diseñada -como se ha dicho- para transitar, a partir de unas pocas reglas, directamente, a los textos de los grandes autores de la antigüedad. La institución oscense, convencida de la necesidad de aplicar una gramática humanística, se sirve de la Nebrija, desde cuyo fundamento afina su metodología. La Universidad controlaba la enseñanza de los jóvenes desde los diez años aproximadamente. Hasta los catorce se centraban en el aprendizaje de la lengua, el latín, en la Escuela de Gramática; desde donde pasaban, desde los catorce a los dieciséis-diecisiete, al estudio de las ciencias.

El dominio del latín englobaba, en la Escuela de Retórica, la comprensión de los autores clásicos y hablar la lengua correcta (Gramática), bella (Retórica) y lógicamente (Dialéctica); para luego, en la Facultad de Artes, poder asimilar los textos científicos de los diferentes saberes. Desde esta base lingüística y científica común se accedía a los conocimientos especializados, de Medicina, Derecho Civil, Derecho Canónico y Teología. Este edificio humanístico del saber estaba constituido de igual modo en toda Europa.

Hacia 1580 Huesca, tras Salamanca, verdadera referencia, y Valladolid y Lérida, eran las universidades más antiguas y prestigiosas de España. La Academia se sentía segura y orgullosa del método ideado para la enseñanza latina y así lo manifestaba:

"Es un admirable y provechosísimo ejercicio y cierta método para poder con ella aprovechar en poco tiempo que sin ella en doblado y aun triplicado, y con ciencia cierta de lo que compusieren así en prosa como en verso, y para hacer sus disputas y todas las pláticas.

La conciencia de plenitud por la Universidad de Huesca y el orgullo de su aportación a la nación era manifestada por el Deán Puivecino, doctor y catedrático de la Universidad de Huesca (también hacia 1580):

"De los cuales [los mozos que vienen a estudiar a ella], muchos llegan con ignorancia, mas con la leche de doctrina y ejemplo, la convierten en prudencia y sabiduría, con la cual adquieren partes para poder gobernar cualquiera república del mundo".

El Renacimiento universitario en el valle del Ebro se circunscribe a la Universidad de Huesca, que era la única y oficial para el antiguo reino. La época contrarreformista y barroca ofrece ya un modelo distinto de dos universidades, pues la de Zaragoza sería fundada por Pedro Cerbuna en 1583.

Huesca reaccionó bien ante la competencia zaragozana porque sus enseñanzas eran muy sólidas. Desde finales del siglo XVI, se produce una decadencia de los estudios latinos y humanísticos en toda España. Para paliar este rebajamiento, una solución que buscan no pocas universidades es traspasar los estudios del latín a los jesuitas, verdaderos especialistas en aquellos momentos, lo cual acontece tanto en universidades antiguas, el caso de Valladolid en 1585, cuanto en otras recientes, el caso de Zaragoza en 1609.

En Huesca, a pesar de las dificultades que desde finales del siglo XVI aquejaban a las humanidades, menor inversión en la enseñanza lingüística e inviabilidad de encontrar buenos maestros latinos, además del interés de las autoridades locales y de los jesuitas por conseguir la enseñanza latina en exclusiva, la Sertoriana mantiene su independencia casi hasta el final del siglo XVII. Siguen fieles al método gramatical aquilatado a partir de Nebrija, sin perder de vista las aportaciones de los gramáticos posteriores.

Así en 1623 se comprueba que las prensas universitarias de la ciudad siguen imprimiendo para sus escolares la gramática de Nebrija, sencilla, con pocas reglas y apoyada en los textos de Cicerón, Virgilio, Quintialiano, Plinio, Salustio y otros. La Universidad se reafirmaba en su método tradicional renacentista surgido de las Institutiones latinae del tratadista andaluz. Además la Academia había dado en llamarse también Sertoriana, desde finales del siglo XVI, manifestado su voluntad de reafirmación humanística.

En 1630 se da uno de los numerosos intentos por traspasar la enseñanza del latín en exclusiva a los jesuitas de Huesca en el seiscientos. Apoyan la iniciativa –como en otras ocasiones- el obispo, las familias principales, las autoridades universitarias y el Ayuntamiento, mientras que las capitulaciones ya están acordadas y solo falta la firma del rey. Pero en una sesión del Concejo, con motivo del cambio de gobierno anual, algunos doctores opuestos se levantaron y, apelando a la independencia de la Universidad, a la responsabilidad de la institución para controlar ella misma la enseñanza del latín y a la trascendencia del latín como base de todo el edificio universitario, consiguieron cambiar la postura del Ayuntamiento y acabaron abortando el traspaso. Se conserva la documentación de los hechos, a partir de la versión de quienes pretendían el traspaso. Seleccionamos un momento de la crónica de la citada sesión municipal:

[Argumentos de quienes se oponían al traspaso:] Primero. Porque Quinto Sertorio fundó esta Universidad, trayéndole de Italia Maestros de las letras Latinas y Griegas y de toda España Discípulos, la flor de la nobleza: y si la Compañía se apodera desta herencia, perderá la Universidad el glorioso título de Sertoriana. […] Quarto. Porque del hermoso edificio de las ciencias, la Gramática es la zanja, y fundamento; bien cierto que si ella se quita, se vendrá el edificio al suelo […].

En conclusión puede decirse que la Universidad de Huesca supo servirse de las Institutiones gramaticae de Nebrija para componer un método propio sencillo y eficaz en el aprendizaje del latín. Parece ser que así consiguieron dotar a los alumnos de las herramientas lingüísticas necesarias para que pudiesen avanzar con éxito en los estudios. Huesca, tras florecer en el Renacimiento, siguió manteniendo un buen nivel en el XVII, dentro del contexto de la decadencia de la Universidad española y a pesar de la competencia con la Universidad de Zaragoza desde 1583. El caso de Huesca corrobora el valor de Elio Antonio de Nebrija, ya que este gramático facilitó que desde la ciudad de Sertorio se diseminaran las humanidades por el sureste peninsular.

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