De todos es sabido el expolio que el patrimonio aragonés ha sufrido a lo largo de los dos últimos siglos, valiosas obras de arte fueron desarraigadas en numerosos municipios aragoneses y en ermitas aisladas en el campo.Es el caso de la Ermita de Nuestra Señora de Gaberdola o de la Verdola, como también la llaman los del lugar por el sitio donde se ubica. La ermita, de la segunda mitad del siglo XIII, emerge en la llanura de la Sotonera solitaria y majestuosa, no por su tamaño sino por su elegancia. La circundan campos extensos, verdes en mejores épocas y como trasfondo el Prepirineo, con Gratal al frente, unas vistas preciosas.
Desconocida para la inmensa mayoría, la ermita se encuentra a unos 20 kilómetros de Huesca, entre Loscorrales y Quinzano.
El buen estado en el que se conserva se debe, por una parte, a la restauración que la Diputación General de Aragón ejecutó en los años ochenta y, por otra, al esmero y devoción que los vecinos de Loscorrales tienen por la Virgen, que hace que la ermita luzca en todo su esplendor. Las llaves del edificio están en depósito del alcalde del municipio.
El templo se caracteriza por tener dos peculiaridades: una que la cabecera es plana y no semicircular, por lo que se pudo aprovechar una construcción anterior, y la otra el atípico ventanal que posee, en arco de medio punto, con rosca moldurada mediante listeles de escaso relieve e intradós recorrido por seis grandes piezas en forma de punta de diamante, una singularidad que lo convierte en único del románico aragonés y hace, como mínimo, apetecible la visita.
La portada, bonita pero simple, es en arco de medio punto, circundado por cuatro arquivoltas escalonadas sin ningún tipo de decoración, salvo un pequeño crismón situado en la clave de la arquivolta más exterior.
A finales de los años setenta del siglo pasado un día, sin saber cómo ni por qué, esta ermita, al igual que otras muchas, sufrió el saqueo de dos de sus obras más veneradas, del Cristo que estaba situado en el lado izquierdo del interior de la nave y de la Virgen de Gaberdola que presidía el altar, una talla tardorrománica, anónima, preciosa, que se convirtió en ese objeto de deseo que los coleccionistas demostraban por las vírgenes románicas.
Afortunadamente, ni el ventanal ni la portada fueron designio de los saqueadores, probablemente por desconocimiento del valor que tenían ya que el arte, por diversas circunstancias, no se valoraba como ahora. No obstante, también hubo muchas portadas románicas que no corrieron la misma suerte y que fueron desmontadas para venderlas posteriormente y llevarlas extramuros, como es el caso de la portada románica de la iglesia de San Miguel de Uncastillo, que actualmente se encuentra en el Museo de Bellas Artes de Boston.
Las dos obras de arte robadas en la ermita de Gaberdola y por las que los vecinos de Loscorrales tenían verdadera devoción dejaron de estar presentes, desaparecieron de la que fue su morada durante años. Muchos de los expolios que se produjeron no eran denunciados oficialmente por lo que no pudieron ser catalogados y por consiguiente su destino es muy difícil de averiguar, como ocurrió con la talla de Gaberdola.
Por más que la fe de los vecinos de Loscorrales por su Virgen permanecería firme con o sin imagen, en el año 1976 se decidió crear una asociación cultural organizada por el Ayuntamiento que empezó a promover la posibilidad de realizar una réplica a partir de una foto de la Virgen de Gaberdola.
La mano del oscense Lorenzo Arizón fue la encargada de tallar la pieza que emulara a la original. La policromía, preciosa, corrió a cargo de la empresa Antique de Almudévar. El resultado fue asombroso. Era como si la verdadera Virgen de Gaberdola hubiera retornado a casa.
El día 2 de junio, festividad de la Virgen del año 1999, se bendijo la nueva imagen. Los vecinos de Loscorrales procesionaron en romería desde el municipio hasta la ermita con su nueva Virgen, la pasearon por los vastos campos, hubo rogativas por la lluvia, rogativas que hoy nos vendrían muy bien, y una celebración por todo lo alto con numerosos asistentes.
A raíz de la restauración que realizó la DGA, se levantó una edificación aledaña a la ermita para acoger a los romeros que acuden actualmente y que sustituía a la antigua casa del santero, adosada al templo y que se comunicaba por una puerta en arco de medio punto, cerrada hoy en día.
Ya el carmelita Roque Faci, en su libro “Aragón, Reyno de Christo y dote de María Santísima”, de 1749, hace referencia a la romería que los vecinos de Loscorrales, Quinzano y Plasencia realizaban el 2 de junio y del fervor que tienen por su Virgen. Celebraban la fiesta por todo lo alto con tres días de festejos. Actualmente solamente los vecinos de Loscorrales efectúan la romería.
Torta y vino se bendicen en la misa y después se reparten entre los vecinos en un momento de congregación vecinal.
Lugar ideal para la convivencia, también acuden el día 15 de mayo, festividad de San Isidro, para bendecir los campos.
El miedo a que la Virgen de Gaberdola volviera a desaparecer motivó que los habitantes de Loscorrales decidieran que la talla de la Virgen estuviera más cerca de ellos, en su iglesia parroquial, en el centro del pueblo, a buen recaudo, junto a su compañera la Virgen de la Vid.
El Cristo desaparecido solamente existe en el recuerdo de los vecinos de Loscorrales y en alguna que otra fotografía. Y en algún lugar ignoto en el que el expolio le resta el valor que sienten los hogareños de su procedencia.