¡Vivat Nostra Alma Mater! (Viva nuestra Universidad)

Con los dos ideales universitarios de ser alma y mater cumplió perfectamente la Universidad Sertoriana, hasta que la sinrazón, por Decreto, la suprimió en el año 1845

Historiador. Studiosi pro Universitate Sertoriana
27 de Marzo de 2023
Museo provincial de Huesca, antigua sede de la Universidad Sertoriana.

Este título es adaptación de dos versos del celebérrimo himno tradicional universitario, Gaudeamus igitur (Alegrémonos así pues), cuya letra parece retrotraerse al s. XIII, Vivat Academia… Alma Mater floreat quae nos educavit (Viva la Universidad… Florezca la Universidad que nos ha formado), y también un deseo, que en la larga lista de universidades hispanas vuelva a brillar la Sertoriana.

La institución dedicada a la enseñanza superior tuvo diferentes nombres desde la Edad Media, los más frecuentes fueron Estudio General, Gimnasio, Academia, (Antonio de Nebrija, Vocabulario de romance en latín) y Ateneo (en honor a la diosa griega Atenea), hasta que se consolidó el termino Universidad. En el prólogo de los Estatutos de la Universidad Sertoriana del año 1583 se dice literalmente: Antes que todos los demás Gimnasios hispanos surgió nuestra Academia Oscense o Estudio General.

Sin embargo, la acepción literaria más célebre es ALMA MATER (madre nutricia); tiene ésta su origen en la considerada primera universidad europea, Bolonia; en el emblema de esta universidad aparece la siguiente inscripción, alma mater studiorum (madre nutricia de los Estudios). Esta denominación se extendió rápidamente a las principales y más prestigiosas Universidades europeas como París, Oxford, Salamanca, Liepzig… y posteriormente a todas las Universidades. Lope de Vega en el siglo XVII en la comedia El bobo del colegio, escribía: La madre universidad, naturaleza del alma. Como un buena madre de familia la Universidad nutre a sus “hijos”, los estudiantes, con el conocimiento para que alcancen la sabiduría; al mismo tiempo que genera el saber, lo enseña a sus estudiantes o escolares.

Los famosos poetas latinos, Virgilio y Ovidio, aplicaron el adjetivo latino “alma” a las diosas Cibeles, Ceres y Venus, divinidades de la naturaleza y de la fecundidad.

La Universidad Sertoriana fue denominada alma mater en sus primeros Estatutos del año 1470 y en un resumen de éstos del año 1566; pero es en los estatutos del año 1583 donde hay un título, en latín, que aclara perfectamente estos términos: ¿QUIENES DEBEN SER CONSIDERADOS “HIJOS” DE ESTA UNIVERSIDAD?

En la pequeña explicación de dicho título hay dos términos latinos que llaman la atención del lector, nostra (nuestra) y filii (hijos). El primero, repetido hasta tres veces, hace referencia al sentimiento o afecto que tenían a su Universidad no solo los regidores de esta institución, o la Iglesia o el Ayuntamiento, su protector económico, sino toda la sociedad oscense; una institución propia y, al mismo tiempo, diferente de las demás universidades, así está expresado en latín; y una institución que había que defender y apoyar con los medios económicos suficientes, y que debía perdurar en el tiempo, como decía el privilegio de fundación concedido por el Rey Pedro IV en el año 1354. El Concejo oscense escribía en el año 1575, No tenemos otro bien que la Universidad y si desaparece ésta, la ciudad quedará sin ser, esto es, la Universidad era el motor económico de toda la ciudad.

Es evidente que, si en este título de los Estatutos del año 1583 los estudiantes son llamados hijos (filii), es porque hay una madre que los alimenta científicamente: la Universidad Sertoriana. El Consejo de la Universidad, redactor de estos Estatutos, explica quiénes son estos hijos; en primer lugar, todos aquellos que habían aprobado los cursos o la mayor parte de los cursos en esta Universidad en la que se habían graduado, y, en segundo lugar, todos aquellos que habían estudiado en otras universidades, legalmente reconocidas, y habían sido graduados en nuestra Universidad Sertoriana. En suma, tanto unos como otros gozan de todos los privilegios concedidos por esta Universidad y que son los mismos que los otorgados a sus estudiantes y graduados por las célebres Universidades de Bolonia y Tolouse.

Cuando los estudiantes tenían que alejarse de su tierra de origen para estudiar en la Universidad corrían dos riesgos, como se dice en el privilegio de 1158 concedido a éstos por Federico I Barbarroja: uno era la seguridad en los caminos y otro la alta posibilidad alta de caer en la pobreza por los numerosos gastos que originaban en las familias realizar estos estudios lejos de sus casas.

Las dos tareas de la alma mater sertoriana, como de cualquier otra Universidad, fueron servir a la sociedad, en este caso oscense, especialmente a las clases más altas, y contribuir al desarrollo de la ciudad. Esta Universidad al mismo tiempo que atraía a muchos estudiantes de otros lugares, evitaba que los estudiantes no solo de la capital sino también de muchos pueblos de la provincia emigraran a otros lugares para adquirir los diversos saberes que se explicaban en cada una de las Facultades. Los gastos principalmente en residencia, vestido y alimentos… suponían la activación  y promoción del comercio de la ciudad. Cuánto más estudiantes, mayor prestigio para la Universidad y mayores beneficios para la ciudad. El desarrollo de la ciudad de Huesca dependía de la proyección de su Universidad; por ello, en los siglos XV y XVI los clases altas de la sociedad oscense estaban muy interesadas en mantener su Universidad; de ella salían personas bien formadas en las diferentes disciplinas que ocuparían los puestos elevados en la administración del Reino de Aragón y alcanzarían un alto nivel económico; entre ellos clérigos que se ocupaban de la salvación de su alma; juristas que resolvían sus controversias o litigios; médicos capaces de sanar sus enfermedades...

Y con estos dos ideales universitarios de ser alma y mater cumplió perfectamente la Universidad Sertoriana, hasta que la sinrazón, por Decreto, la suprimió en el año 1845. Ahora bien, si la Universidad Sertoriana desapareció, su patrimonio material e inmaterial, no. El término “patrimonio” significa legado de los antepasados (patres = antepasados) por eso, volver la vista al pasado y conservarlo para que lo conozcan las generaciones futuras, aunque costoso en ocasiones, vale la pena.

¡VIVAT NOSTRA ALMA MATER!