Difícilmente se podría haber escogido un estreno real tras la inauguración. Uno de los grandes grupos del panorama de la dramaturgia aficionada española, los riojanos de La Garnacha Teatro, y una de las obras que definen el esperpento de Ramón María del Valle-Inclán, Los Cuernos de don Friolera, un sainete satírico, mordaz y despiadado de la España de hace un siglo con una atención a una parte fundamental: el honor a través de las infidelidades.
El Corral de Comedias de Robres llenó nuevamente las butacas, como en el gran día inaugural, y esta vez sí el clima respetó una velada sabatina fabulosa en la que las risas recorrieron cada esquina de la Casa del Zurdo. Las actrices y los actores de La Garnacha Teatro se crecieron ante la alta responsabilidad de representar la primera comedia en las tablas robresinas. Y a fe que respondió el respetable como correspondía a tan elevada cita,.
El público gozó a carcajadas de la desventura del teniente Astete, don Friolera, por el aviso de que su mujer le está engañando, tanto como él ama a doña Loreta, cuyos atractivos son tentados por el barbero Pachquín, un tipo guapo envidiado por un vecindario que aconseja venganza al militar. Manolita, la hija del matrimonio, evita las ansias violentas del cornudo antes de que éste acabe con los presuntos amantes, pero aquella España no admitía perdón, sino que demandaba aplicación del código del honor que también afecta a los militares: "¡En el cuerpo de carabineros no hay cabrones".
En la historia, uno de los grandes referentes del esperpento en la dramaturgia española, se suceden personajes de las clases populares, del hampa, de contrabandistas y de los jefes del ejército, para configurar un dibujo sobre la inconsistencia moral de la sociedad española tras la pérdida de las colonias. Una crítica ácida del conservadurismo que invadía a los intelectuales y a los políticos, conminados por la severidad religiosa y los modales conservadores.
Con una escenografía extraordinariamente cuidada, La Garnacha Teatro, que acumula un arsenal de premios por Los Cuernos de don Friolera, se fue apoderando y mimetizando en el escenario, y El Corral de Robres aventuró grandes dichas culturales para la localidad y para todo Aragón. Una felicidad compartida como primera manifestación de un programa estival fascinante.