Dame un ramico de albahaca, en tributo a Daniel Calasanz y Victorino Solanes

En memoria de aquellos años de la Cofradía de Honrados Labradores de Huesca

Cronista de la Comarca de La Hoya de Huesca. Académico de la Real de San Luis
28 de Octubre de 2024
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Jardineras con albahaca en los Porches de Galicia.
Jardineras con albahaca en los Porches de Galicia.

La albahaca es consustancial a Huesca, y buscar los orígenes de esta raigambre en la ciudad unida a la tradición, nos lleva a recordar a dos antiguos hortelanos. Daniel Calasanz y   Victorino Solanes, a los  cuales escuchamos decir en bastantes ocasiones que se debía agradecer su llegada a Huesca al general Sertorio, esto que aseguraban convencidos, le hacía decir al Cronista Balaguer que no estaban desencaminados, pues aseguraba que fueron los romanos los que habían traído la albahaca a la Osca cives para curar las heridas de los guerreros y a su vez, ahuyentar los malos espíritus.

Sabemos del cultivo y uso por la aljama de judíos de Huesca y posteriormente como prevalece el cultivo de esta planta para la prevención y desinfección en las épocas de epidemias que asolan la ciudad, de aquí parte el respeto que invade su cultivo y como llega a través de los siglos a convertirse en algo indispensable para los oscenses, teniendo constancia de que el víspera del 10 de agosto, al anochecer, tras la oración de la noche y cuando se encendían los grandes tiederos que existieron en el arco del pórtico de San Lorenzo recordando el fuego del martirio, llegaban uno o dos volquetes que basculaban la carga de albahaca, arrancada por la  Cofradía de Honrados Labradores de Huesca, que de acuerdo con los hermanos de número había dispuesto todos los actos y detalles para honrar a su invicto Patrono. Albahaca que era recogida por los que salían de la oración de vísperas o completas, la recogían los oscenses que acudían a rezar durante toda la noche, y aquellos que acudían por la mañana el día 10 a misa y procesión. Costumbre que se registra hasta el siglo XIX. Conocemos como hasta avanzado el meridiano del siglo XX, Pisones, Garceses, Solanes, Ramones, Güerris  y otros hortelanos con puesto de venta, regalaban a los clientes el día de San Isidro labrador, un pequeño sobre de semillas para sembrar en los balcones, pues ese día debe de sembrarse apartada ya de posibles heladas.

El maestro de hortelanos Daniel Calasanz, recomendaba no tronzar, sacar con raíz para llevarlo en mano, pues duraba más y mantenía el olor, pero a pesar de sus consejos no faltaron en estos días aquellos que pedían a la vecina echara un “ramico de albahaca” de esa maceta que tenía en su balcón, para luego compartirlo con las personas que le acompañaban, porque resulta curioso como no se duda en compartir el “ramico” con cualquiera que te pide, claro que, es la influencia de San Lorenzo que todo compartía.

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