Javier Gomá y Pedro Vallín, autores del libro Verdades Penúltimas, participado esta semana en una nueva sesión de 'Miércoles de Encuentros', organizado por la Universidad Internacional Menéndez Pelayo (UIMP) y la Fundación Ibercaja de Huesca, en una conversación con la politóloga y profesora de Universidad Carmen Lumbierres.
Verdades penúltimas es la literaturización de sus encuentros reales entre el filósofo y el periodista, en la terraza de un restaurante y en varios cafés de Madrid. Vallín traslada que esta obra resume su mirada, proyectada desde ámbitos muy distintos de la experiencia del mundo, pero convergente, sobre un tiempo y un estado de las cosas claramente percibidos como peores de lo que son. "El libro analiza cómo en el mejor momento posible de nuestra historia occidental seguimos estando tan enfadados, y cómo nuestra percepción del momento que estamos viviendo, es tan diferente".
"Es una experiencia muy intensa descubrir que la gente está profundamente mal. Hay malestar por infinidad de temas, casi lo de menos es el tema", afirmó Gomá. Esta percepción negativa, según el filósofo, se ve agravada por un estamento intelectual, “que supuestamente existe para que iluminar a la gente, pero que es de todos los estamentos el peor, el más derrotista, el más pesimista, el más aguafiestas, el más deprimente”.
Público asistente a la charla de Gomá y Vallín con Lumbierres.
Para Gomá, es fundamental que los intelectuales asuman su papel con responsabilidad. "Un intelectual, en época de prosperidad, tiene que alertar de los problemas -dijo-; y en épocas de crisis, tiene que dar razones para la esperanza". Gomá apuntó que lo que se hace es arrojar tristeza y depresión a una sociedad triste y deprimida. “Dada esa situación, me sentía muy concernido en hacer comprender que, en realidad, no quiero decir que no tengamos derecho a estar enfadados, que en parte sí, pero no porque vivamos en una mala época, ya que vivimos en la mejor de la historia de la humanidad en términos de dignidad y de moral”, señaló.
Como siguió exponiendo “no podemos decir que este mundo es el mejor y callarnos, ni que estamos enfadados y callarnos, porque entonces el retrato no es completo. Tenemos que ser dialécticos y este libro lo es en cinco conversaciones. Vivimos en el mejor momento de la historia, pero estamos enfadados, y eso sí es característico de esta época, en el pasado eso no ocurría”, expuso..
Tras ser preguntados un auge neofascista entre los jóvenes, Gomá señaló que percibe que “el malestar, sobre todo a partir de 2010, fue explotado por la izquierda, y ahora está siendo explotado por la derecha. Es el mismo malestar, pero las condiciones culturales favorecen que antes lo explotara, por decirlo así, Podemos, y ahora VOX”.
“Una de las grandes responsabilidades que recaen sobre el ciudadano en democracia liberal es la educación sentimental - afirmó-. Es el principal deber público. Que se eduque para que cada uno pueda gestionar de manera razonable e inteligente sus propios intereses, que sumados a los de los demás, forman una voluntad general. De manera que, en realidad, la democracia entera está en vilo y depende de los corazones educados de los ciudadanos. Y a ese chico -del que no juzgo su malestar- habría que alertarle de que le falta cultura para poder apreciar la flor delicada que es la democracia”.
Pedro Vallín se dirige al público en un momento de la charla.
Vallín, por su parte, destacó que en su libro han querido explicar por qué no sucumben al pesimismo. “Nuestra formación, nuestra profesión, nuestro origen es distinto, pero los dos tenemos una sensación de agradecimiento a la vida porque creemos que ha sido justa con nosotros. En ese retrato final que hacemos, intentamos reflexionar más por qué somos personas contentas”, avanzó y resumió como fundamental para que el malestar no te alcance un refrán de la abuela de Javier: “no merendar la cena. Significa vivir cada etapa de la vida según su afán y no llegar a los 50 años queriendo vivir las asignaturas pendientes de la juventud, porque pasa que, si tienes algo de dinero, terminas calvo, en un descapotable, paseando con una chica 30 años menor, y la gente te mira con piedad”.
El periodista sostuvo que “la insatisfacción es una condición de la adolescencia y la juventud”, y planteó que “es tremendo que eso se convierta en una militancia antidemocrática o posicionamientos incluso arcaicos, pero hay una cierta naturalidad en el proceso que creo que los años corrigen”.
En este sentido, abundó que “el mundo que les vamos dejando a los jóvenes en cuanto a sus expectativas de proyecto vital, que es una de las razones de la insatisfacción, les convierte en personas con cierto derecho a pegar una patada a la mesa y que caigan los vasos. Pero lo que no podemos hacer es responsabilizarles de la crisis de la democracia, porque fundamentalmente los brotes de nostalgia tóxica en forma de formaciones antidemocráticas o neofascistas es cosa de sus padres. El grueso de la población votante son gente mayor porque tenemos la pirámide de población con menos jóvenes de la historia, solo falta que ahora les echemos la culpa de que los nostálgicos son ellos, y si lo son, algo no les estamos explicando bien”.
Público en el salón de actos de Fundación Ibercaja Huesca.
En cuanto a la naturaleza de la deliberación pública, Gomá alertó del peligro de convertir ciertas ideas en "verdades últimas", aludiendo al título del libro. “Si en el ámbito público declaramos determinadas verdades como verdades absolutas, o verdades últimas, lo que hacemos es a esa verdad de algo así como una sanción sagrada cuya negación es demonizada y no hay conversación posible”. Sin embargo, se puede dialogar “cuando aceptamos que hay ideas que cuando se enjuician en una conversación te llevan a pensar que te gustan, que te gustan a medias, que las rechazas. Esa es la esencia de una verdad penúltima. Eso las hace susceptibles de análisis racional. Por eso me preocupa que en ocasiones en el ámbito de política se sacralizan las posiciones y, algo más peligroso -alertó-, cuando la sacralización de la política desborda la política, y entonces no puedes mantener una conversación con tu hermano o un amigo si no profesas la fe de turno”, señaló.
Llamó la atención sobre que es “un prodigio absoluto de personas que tiene el poder, lo abandonen. La esencia de la política era la ocupación del poder y mantenerlo, y ahora vemos que hemos inventado un sistema por el cual los más poderosos se van porque lo dice un montón de gente anónima. La esencia de la política es la alternancia, por tanto el relativismo. Lo malo es cuando las verdades son absolutas -abundó-, y sobre todo cuando el absolutismo de la verdad trasciende del ámbito de la política al ámbito de la cultura o privado”, advirtió.