“El libro no es una novela, es un libro de historia y en realidad es una historia de enamoramiento de las ruinas del Castillo de Montearagón”, explica Félix Generelo para presentar su obra “Monteragón, historia de un gigante”, que ha presentado este viernes en la Feria del Libro de Huesca, acompañado por Manuel Tresaco.
Generelo recuerda que en su infancia iba a jugar al Castillo de Montearagón, donde todavía podían encontrarse balas, cartuchos e incluso granadas de mano de la Guerra Civil. “No dábamos importancia” a unas ruinas adornan el paisaje de Huesca, “pero cuando empecé a estudiar historia -relata Generelo- me di cuenta de que el castillo era la llave con la que Huesca se incorporó al mundo occidental”.
Comenzó a leer historias, artículos, escuchar a personas que hablaban de Montearagón, pero “eran todo elegías”. En la presentación, ha citado textos de Cánovas del Castillo, Joaquín Costa y Enrique de Caso -“amigo mío y un gran oscense”-. En definitiva, unas ruinas “de las que muchos hablaban y a las que todos lloraban”, ha señalado.
Pero en los años 90, la entonces concejala de Huesca María Pilar Goded “se interesó por el Castillo y lanzó el grito salvemos Montearagón. “Un grupo de oscense se unió para corear ese grito y fundó una asociación. Tuve la suerte de que me engancharon para formar parte de esa asociación y empecé a trabajar con ellos. Se hicieron muchas cosas”.
Recuerda que la primera ayuda llegó del entonces presidente de la Diputación Provincial de Huesca Rodolfo Aínsa; que el general que mandaba la Brigada de Alta Montaña puso a su disposición dos compañías, una de ingenieros y otra de infantería, que limpiaron el recinto y rescataron sillares que habían rodado por las laderas; también llegaron apoyos de los representantes del Gobierno central en Huesca, artistas de la ciudad como Beulas, Estirpe de Aragonia, los alcaldes de Quicena...
“Cuando por fin pudimos ver la iglesia con suelo, subió a bendecirla el obispo de Huesca con las cruces del Abadiado, y se inauguró una fiesta que se ha ido repitiendo todos los años.
"Eso hizo que me enamorara del castillo y empezara a indagar e investigar. De esa forma de estudiar y conocer más profundamente el castillo salió este libro”, ha explicado Félix Generelo, quien se muestra encantado con el texto y con la portada, de la que se ha encargado su nieto Tomás Generelo.