María Grúas había pescado un "talento" entre el público en los preparativos de la actuación folclórica de Elenco Aragonés con motivo de la romería de Nuestra Señora de Salas y de la Huerta. Y después de los primeros compases con San Lorenzo y otras piezas en las voces de Javier Badules, Marta Torralba y compañía, María llamó a Ezequiel, aduciendo que le había oído la voz y le había "fichado".
El caso es que Ezequiel, con su atuendo peculiar de paisano y tocado con su gorra, se alzó hasta el escenario para formar parte del equipo de hombres y cantar que "la mujer tiene la lengua larga y donde mejor está en la cuadra", a lo que las mujeres replicaron "el comer y el beber es vuestra condición y el jugar a las cartas es vuestra perdición". Y tras la jota de picadillo, se tiró como solista a entonar "a una madre de hay que querer" porque "¿p'a qué quieres más orgullo?" María Grúas, que estaba en todo, emuló al programa de La Voz y preguntó a los jueces -el público- si Ezequiel había pasado la prueba. Y el respetable juzgó favorablemente con un aplauso unánime.
Los conciertos de Elenco Aragonés están generando la recuperación de las "actuaciones sobrevenidas", aquellas que fluyen independientemente de las circunstancias e incorporando atractivos. Sucedió -el público se lo recordó al final- con el apagón que no pudo con su jota en San Lorenzo. Y este domingo, repentinamente, la simpar Rocío Suárez, artistaza de Valentia donde las haya -baste recordar que puso sus pinceles al servicio del Vino Amigo con Enate-, reclamó su lugar en el micrófono, fue de forma entusiástica acogida, y se tiró por el homenaje al Pastor de Andorra con "Que canta y vive la jota". Nuevamente, como en La Voz, veredicto favorable total, y Rocío, que de bailarina tiene un máster, se dio una vuelta flamenca plena de aire.
Antes de cerrar con Gigantes y Cabezudos, interpretó -y bien- María Grúas que lo vivido en esa mañana mágica era una expresión de la realidad integral de la jota, que no admite barreras, fronteras ni restricciones. Que se manifiesta allí donde está, con "profesionales", aficionados y espontáneos. Porque su "verdad" es patrimonio de la humanidad.