"El embrujo mediterráneo. Mitos, arte y luz para sentir la vida" ha llevado a través de la voz de Alberto Cebrián a los asistentes a su presentación en Másdelibros por un universo fascinante en el que el recorrido geográfico se ha llenado de historias transversalmente viajeras por los tiempos y los personajes.
El autor, de hecho, ha culminado su serena exposición leyendo la contraportada del libro editado por Alpheratz, sugerente y magnética. "Y si Pandora no hubiera abierto la caja enviada por Zeus a los humanos? ¿Y si el príncipe Paris no hubiera elegido a Arrodita como la diosa más bella? ¿Y qué habría sido del ser humano sin su curiosidad y espíritu de aventura?".
Representa, prosigue la contra, este libro "un viaje que usted podrá realizar acompañado de dioses y héroes de la Antigüedad, artistas renacentistas y barrocos, mujeres rebeldes de época revolucionaria y escritores románticos. Con ellos vivirá mil y una aventuras, en un recorrido cargado de emociones y que discurre por las ciudades más fascinantes del mar Mediterráneo, que se presenta como un universo de luz y color, ideal para soñar y vivir el presente". Concluye con una recomendación: "Déjese seducir por El Embrujo Mediterráneo, un canto a una cultura milenaria, repleta de mitos, arte y luz, con los que sentir y disfrutar la vida a cada instante".
Y, para dibujar la atmósfera sobre la que recorrer en su montura verbal la obra literaria, se ha acompañado de los viajeros y también de las intrépidas mujeres que se atrevieron a desafiar la ley de la gravedad de las costumbres masculinas. Y se ha fugado de las prisiones que impusieron las rupturas de fidelidades de Giacomo Casanova en sus veleidades amorosas. Y ha desvelado las peripeciias de Lord Elgin y el expolio de los mármoles del Partenón.
Y de ahí se ha ido con Lord Byron y el no verano de 1816 por los efectos en aquel cambio climático de la erupción del volcán Tambora en Indonesia, que motivó que una velada con invitados concluyera con un concurso literario sobre las historias más terroríficas de las que emergerían el vampiro de John Polidori y el Frankestein como moderno Prometeo de Mary Shelley.
En el trayecto final, Julio Verne y su prodigalidad universal y los pintores impresionistas con ese icono que es El Juicio de París de Auguste de Renoir. Y ya iba siendo hora de dejar el paso a las firmas de libros y a un brindis porque, en un buen viaje, el feliz desenlace por toda la historia mediterránea bien merece un buen vino.