Tengo un amigo periodista que suele dictar cátedra en algunas columnas. Este amigo se ha inventado la denominación "turismo de llave".
El turismo de llave consiste en visitar algunos sitios que esconden cierta belleza pero que no siempre están abiertos. Hay que ir a buscar la llave.
El sitio donde yo vivo es un enclave de "turismo de llave"
El pájaro vino el domingo con su familia y unos amigos a visitar el poblado. Pero.
Pero me entero de que se trajo bocadillos para después de hacer sus visitas y sus caminatas.
Sirva esta columna, tan alejada de lo serio y formal para llamar la atención de esos ilustres visitantes y sin embargo, algo despistados.
Conocí hace años a Emilio Gastón, el primer Justicia de Aragón. Un hombre que solía viajar para conocer los alrededores. Me contaba su pareja que a todos los pueblos que iba, siempre decía: "Vamos a tomarnos un vinico y una anchoa a ese bar, que hay que ayudar a los pueblos".
Siempre coincidía que la anchoa era la mejor que había probado en su vida. Entre risas visitaba otro bar. Y lo mismo. La anchoa buenisma.
Quiero decirle a mi amigo, el periodista, que me acabo de inventar el "turismo de anchoa" en honor a Emilio Gastón y para que no haya damnificados les sugiero también el "turismo de tortilla de patata" (para flexiveganos)
Y digo todo esto también al hilo de que los bares están desapareciendo de los pueblos.
Los bares desparecen si los habitantes del pueblo no salen a los bares. Si el turista no entra. Y todo así. ¡Que lo sepas!