"Callan mis miedos/ los acordes que por fin/ puedo acariciar mientras / el eco de los aullidos /se desvanece en mi memroia/ por un instante, /por un segundo./ Mientras suena la melodía / y la vida parece restablecer/ un equilibrio insolente". Son versos de Cristina Giménez López, poetisa turolense que acompaña con sus textos la exposición fotográfica "Éxodo desde Ucrania. Miradas de las mujeres" en la sala 2 del Centro Cultural Manuel Benito Moliner. Ese poema, en concreto, pende de la imagen de una joven pianista que posa con el orgullo propio de la razón y la sensibilidad frente a la sinrazón de la guerra, con un viejo piano con aspecto polvoriento. Y, sin embargo, de sus teclas emanan notas limpias e inspiradoras de valores.
La concejal de Cultura, Teresa Moreno, ha destacado en la inauguración la figura de Javier Martín Hernández, fotógrafo y persona extraordinariamente solidaria y valerosa que ha tomado la ruta hasta Ucrania y vuelta desde su Torla de origen en tres ocasiones. La primera, la que da pie a la muestra, en la que retornó con 21 mujeres y ocho niños después de la peripecia de cogerlos en furgonetas en medio de la devastación bélica. La segunda, con 27.500 kilos de alimentos donados por conserveras riojanas y también desde el Sobrarbe. Y una tercera expedición para rescatar de una muerte segura a una joven, Lida, amenazada en un embarazo de riesgo que tuvo final feliz con el nacimiento de Feliks en Zaragoza.
El propio Javier pone el acento en el extraordinario arrojo de esas mujeres ucranianas que tuvieron la serenidad de buscar la salida para ellas y sus hijos, desarraigándose "de sus núcleos familiares para atravesar varias fronteras con las que llegar a sus destinos. Estas imágenes cuentan la realidad de esos primeros días en la guerra". Su papel no se ha limitado a trasladar personas y alimentos hacia la salvación de su integridad. "Aprovechando la tercera misión, mientras esperábamos a Lida aprovechábamos para hacer curas a soldados heridos y amputados en hospitales de Kiev".
Además de las fotografías, se ha proyectado un documental al que sucederá otro con la segunda expedición. Además de la participación de la literata turolense, ha intervenido y ha estado en Huesca la socióloga Amelia Petit, que ha explicado en el Centro Manuel Benito Moliner que enseña este proyecto el papel más activo "no sólo como víctimas de violencia, sino reivindicamos el papel de su participación en las fuerzas armadas del país, su liderazgo y activismo en las asociaciones de la sociedad civil, y su implicación en la búsqueda de la paz desde 2014".
El proyecto integral quiere también sensibilizar a la sociedad sobre las duras condiciones del trayecto que sufrieron esas mujeres que tienen que "tomar en cuestiones de segundos decisiones. Se enfrentan a las mafias de seres humanos y contra la violencia sexual".
"¿Qué queremos? Reconocer el protagonismo de las mujeres, no sólo con una cara víctima, pasiva, negativa, sino como principales agentes de cambio en la construcción de la paz", ha agregado de Amelia Petit. Ha agradecido a muchas empresas que han contribuido, y también con las instituciones.
Finalmente, ha recordado que la exposición ha recorrido treinta poblaciones de distintas comunidades autónomas. "Nuestro reto es mostrar a las mujeres ucranianas, y en general, no solamente en una actitud pasiva sino con todo el potencial, la valentía, la resiliencia y las cualidades que demuestran cada día en situaciones extremas como los conflictos bélicos".
Imágenes y palabras hermosamente hiladas, el verso frente a la destrucción, el diálogo frente a las bombas, la poesía como solución femenina y masculina, los rostros de esos niños asustados que no pueden abdicar de su justo derecho a una infancia ingenua. "¿Te gusta mi peluche? / Mi papá me lo ha dejado traer, / dice que si lo abrazo /es como si él me abrazase. / Pero no, el abrazo de papá /es más grandes". Yo, sinceramente, no perdería este lienzo fotográfico con el ojo del corazón de Javier Martín Hernández. Como una montaña de Torla de grande.