Resulta fácil entender que estamos obligados a procurar el alimento de nuestros hijos. Ni los más perversos tertulianos que son capaces de defender cualquier cosa y su contraria en la misma frase serían capaces de negar esa obligación.
Menos unanimidad consigue el compromiso de conservar el patrimonio que nos han legado nuestros mayores para que nuestros hijos puedan disfrutarlo. Procurarles alimento no material produce efectos indeseables para muchos. Potenciar el conocimiento conlleva el riesgo evidente de hacer que piensen más de lo imprescindible, lo que apareja la búsqueda de soluciones divergentes para los problemas de siempre. Que quieran ser libres.
Todo lo que pretenda la puesta en valor del patrimonio artístico merece un apoyo por parte de quienes quieren que los ciudadanos recibamos también suficiente alimento no material. Por eso la propuesta del Museo Diocesano y la Delegación para el patrimonio del Obispado de Huesca con el montaje de una exposición temporal con motivo de la próxima celebración de la Semana Santa merece algo más que una visita…
Bajo el título: “Revistiendo la Semana Santa. Telones y ornamentos de Pasión” se muestra a los visitantes un patrimonio poco conocido y relacionado con las diferentes celebraciones que tienen lugar durante esa semana en distintos lugares del Alto Aragón. Una muestra de diseños y creaciones plásticas para las celebraciones religiosas como expresión de la devoción popular pero también como expresión cultural y artística de otro tiempo que interesará sin duda incluso a quienes andan alejados de cualquier motivación religiosa.
La exposición, en el Salón del Tanto Monta y otros espacios del Diocesano, muestra construcciones, diseños y ornamentos que sumaban esplendor a la celebración, así como a las manifestaciones más populares, como las procesiones.
Revistiendo la Semana Santa presenta diseños y montajes de los antiguos Monumentos de Jueves Santo, rescatando y poniendo en valor algunas de estas piezas históricas, de las que se tiene conocimiento y que se conservan en varias parroquias y templos de la diócesis de Huesca. En algún caso piezas de gran calidad artística, muy desconocidas por falta de uso y mala conservación.
Sargas y telas pintadas para formar grandes catafalcos, escenografías barrocas que contribuían a sumar esplendor a la liturgia y celebración y que ayudaban a comprender y acercarse a los misterios que se celebran en la Semana de Pasión. Entre todas las piezas mostradas destaca el montaje del antiguo monumento de Semana Santa de la Colegiata de Alquezar, con más de ocho metros de altura, tres telones o tramoyas de fondo y una capilla eucarística.
A todo ello se suma una serie de diseños y creaciones realizadas por artistas y artesanos locales a partir del siglo XIX y primera mitad del XX, con los que se consiguió renovar y popularizar alguna de estas celebraciones.
Destacan los trajes de personajes bíblicos diseñados por el pintor jesuita oscense Martín Coronas para la renovación de la procesión del Santo Entierro, con los que se consiguió recrear escenas plásticas en las calles de la ciudad. Personajes que trataban de evocar ambientes y momentos de la Biblia, algo propio dentro de la estética romántica de la época y que fueron asunto de interés para los mejores fotógrafos del primer cuarto del siglo XX, Llanas, Oltra, Compairé.... Diseñador habitual de ornamentos, estandartes y otros objetos de culto en los antiguos Almacenes Jorba, en Manresa, se pueden ver en la muestra cinco de los quince misterios de rosario, los de Gloria, que preparó para el Rosario de la Aurora de su ciudad natal y dejaron de procesionar hace varias décadas. Que muestran la riqueza de su paleta y el nivel considerable que adquirió su trabajo, pese a la falta de un aprendizaje reglado.
Más de veinticinco piezas, muchas de ellas inéditas o muy desconocidas pueden disfrutarse a lo largo de estas semanas como nunca se habían visto hasta la fecha. En algún caso han sido necesarias labores de conservación acometidas desde el propio Museo Diocesano de Huesca.
Algunos pintados sobre grandes sargas, en el siglo XVIII, por un pintor o taller de factura tardobarroca. Destaca el montaje didáctico que permite la correcta compresión de los diferentes elementos en sus respectivos contextos históricos y religiosos. Un montaje que añade sabor a ese alimento que estamos obligados a procurar a nuestros hijos.