Gudrun Palomino y Sonia Pulido analizan en Huesca la vida y obra de Sylvia Plath a través de 'La campana de cristal'

El Colectivo de Mujeres Feministas organizó el encuentro entre la poeta y la ilustradora para tratar sobre la vida y pensamiento de una de las creadoras más importantes del s. XX

Periodista
22 de Octubre de 2024
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Charla con Grudun Palomino y Sonia Pulido organizada por el Colectivo de Mujeres Feministas. Foto Mercedes Manterola
Charla con Grudun Palomino y Sonia Pulido organizada por el Colectivo de Mujeres Feministas. Foto Mercedes Manterola

El Colectivo de Mujeres Feministas de Huesca organizó recientemente un encuentro con la Premio Nacional de Ilustración Sonia Pulido y la poeta y traductora Gudrun Palomino, en una sesión en el Casino dedicada a la poetisa y escritora estadounidense Sylvia Plath, una de las creadoras más importantes del s. XX. La sesión giró alrededor de su obra La campana de cristal, que sirvió de base para tratar la vida y pensamiento de Plath, y la nueva edición de la novela ilustrada por Sonia Pulido, que expuso el proceso de creación.  

En la charla sobre la vida de Sylvia Plath, Gudrun Palomino ofreció una mirada a los momentos clave que marcaron la trayectoria de la escritora y poetisa estadounidense y a los que se recogen en La campana de cristal, que protagoniza Esther Greenwood, alter ego de la autora. “Plath nació en 1932 en un pequeño pueblo de Massachusetts y, aunque tuvo una infancia relativamente normal, la muerte de su padre cuando tenía ocho años dejó una huella imborrable en su vida y es bastante relevante en sus poemas”, comenzó Palomino.

Como relató, en 1950, Plath ingresó a una prestigiosa universidad femenina en Estados Unidos gracias a una beca, etapa en la que comenzó a despuntar como escritora, y logró publicar un relato en la reconocida revista Mademoiselle en 1952. Este logro le valió una beca para trabajar como editora en la revista en Nueva York, una experiencia “en la que se da cuenta de que ese sueño que tenía de ser escritora en realidad no era lo que pensaba. Cuando regresa a casa empieza a tener síntomas de depresión, agravados al no ser aceptada en un curso de escritura creativa en Harvard”. Empieza a caer en una “espiral de depresión” y en agosto del 53 intenta suicidarse.

Imagen del inicio de la charla en el Casino de Huesca.
Imagen del inicio de la charla en el Casino de Huesca.

En 1954 sigue en la universidad con los estudios que dejó apartados por estos problemas de salud y termina en 1956. Justo ese año, obtiene una beca para ir a estudiar a la prestigiosa universidad de Cambridge y ahí conoce a su marido, el poeta Ted Hughes. Se casan a los cuatro meses y entre 1956 y 1960 viven entre EEUU y Reino Unido, “donde ambos encuentran una vida más o menos estable”, comentó Gudrun Palomino.

Los últimos años de su vida, entre 1960 y 1963, fueron los más prolíficos como escritora, relató Palomino. “En 1960 firmó su primer contrato como poeta y publicó su primer poemario, El Coloso, y ese mismo año nació su primera hija, Frieda. En 1961 comenzó a escribir La campana de cristal, y no logra un contrato de publicación hasta el año siguiente, en 1962, cuando nace su segundo hijo, Nicolás”. La novela se publica finalmente en 1963 y obtiene “un éxito relativo, no el que ella esperaba”. Finlamente, se suicidó en 1963, “unas cuantas semanas después de haber publicado su primera novela, y deja escrito su segundo poemario, Ariel, uno de los más conocidos de Sylvia Plath”.

Gudrun Palomino dedicó la segunda parte de su charla a mostrar la vida de Plath reflejada en La campana de cristal, citando fragmentos que aparecen en Cometa rojo, la biografía de la autora escrita por Heather Clark. Recordó que el puesto en la revista Mademoiselle era muy prestigio, pero resultó ser no un fracaso para ella. “Durante su vida en Manhattan aprendió que todo el mundo vendía algo y que todo tenía un precio”. Frente a lo que había imaginado, una vida rodeada de literatura y poesía, “pasaba la mayor parte de sus días los dedicaba a esforzarse por vender una revista que en realidad era un gran anuncio”. Las vivencias en Nueva York serían "el germen de la primera parte de La campana de cristal”, expuso.

Palomino siguió relatando cómo se encontraba Plath tras esta etapa. Volvió a casa “exhausta, con los ojos hundidos y vestida con ropa prestada. La estancia en Nueva York la había dejado aturdida y desorientada, le había causado un shock nihilista absoluto”. Además, no pudo acudir al curso que tanto ansiaba, y empezó a tener depresión hasta que en agosto se ocultó tras una pila de leña en el sótano y se tragó 40 pastillas antes de perder el conocimiento. Su hermano la encontró tres días después semiinconsciente y durante varios meses estuvo entre hospitales públicos y uno privado para tratar su enfermedad mental. “Me tragué montones de pastillas y sucumbí con regocijo al remolino negro que sinceramente creía que era el olvido eterno”, dijo Plath a un amigo.

Asistentes al acto organizado por el Colectivo Feminista de Huesca.
Asistentes al acto organizado por el Colectivo de Mujeres Feministas de Huesca.

La autora empezó a escribir La campana de cristal en 1961, pero ya comenzó a pensar en ella y esbozarla en 1958. “Primero la tituló Diario de una suicida, pero pensó que obviamente era algo bastante directo y acabó optando por una metáfora: La campana de cristal, que se impuso como título en el segundo manuscrito”, comentó Palomino.

Se publicó en enero de 1963, y no tuvo el éxito que esperaba, “por eso también se plantea como hipótesis que ese éxito no conseguido fue una de las razones de su suicidio, obviamente no sabemos cuál es la real”, dijo, pero finalizó haciendo referencia a todos los datos que ofrece en la novela sobre negligencias médicas y sobre familiares, al punto de que se publicó con un seudónimo, Victoria Lucas.

Gudrun Palomino y Sonia Pulido, con una ilustración de 'La Campana de cristal'.
Gudrun Palomino y Sonia Pulido, con una ilustración de 'La Campana de cristal'.

DOS VIDAS CONFRONTADAS

La última edición de La campana de cristal cuenta con ilustraciones de Sonia Pulido, Premio Nacional de Ilustración, quien expresó su emoción por regresar a Huesca, donde en 2009 diseñó el cartel del Festival Internacional de Cine. Pulido recibió el encargo de ilustrar el libro debido al interés de los herederos de Sylvia Plath en su obra, quienes supervisaron el proceso creativo. “Tengo a Syvia Plath muy presente a través de sus herederos”, señaló.

Dentro del proceso, Pulido investigó con más profundidad sobre la autora. “Lo que hablamos con la editora es que la muerte de Syvia Plath tiene mucho peso. Esas muertes violentas condicionan de alguna manera la lectura, y queremos alejarnos de imágenes convencionales en cuanto a mostrar la enfermedad o el dolor. Lo que tenemos que hacer es, al contrario, jugar mucho con el color. Decidimos que el fucsia, que es casi como un grito, supervibrante, nos va a guiar durante la lectura del libro”, abundó.

Trasladó que era muy importante “resolver la dualidad entre la vida que está pasando, la real, la física, y la vida intelectual o psicológica que ocurre en paralelo, y cómo incorporar esa confrontación, esas dos vidas que ocurren a la vez y se contaminan”.

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En la portada, “decidimos que íbamos a mantener elementos de ediciones clásicas. Son las ondas que también servían para hacer una especie de entrada. La protagonista, Ester Greenwood, el alter ego de Silvia Plath, nos acompaña en esa entrada y, en la contraportada, en la salida”. Recoge, de esta forma, la idea de la repetición del personaje como si fuese adentrándose a través de los círculos concéntricos. “Optamos por una Esther que nos da la espalda, pero que se gira y nos invita en la última barrera. Un juego de entrada en la narración y, en la salida, Esther tampoco nos mira porque le da igual que nosotros le acompañemos o no. Esa historia ya está sucediendo”, explicó

“La enfermedad metal es un gran tema que atraviesa toda la novela, pero me llamó mucho la atención la total vigencia de los otros que tratados en el libro”, señaló Pulido, entre los que destacó “¿quién soy?, quién soy con relación a lo que la sociedad espera de mi como mujer, esposa y madre de familia, y quién soy respecto a mis propias aspiraciones como mujer trabajadora y como creadora”, dijo.

Las ilustraciones interiores planteaban cómo hablar de esa dualidad. “Resolvimos hacerlo a modo de viñetas. Las primeras con fondo fucsia se van llenando de huecos blancos, “que son una metáfora de la enfermedad mental que cada vez va ocupando más y más espacio”, explicó Pulido. “Era trabajo desde lo gráfico y con metáforas, sin utilizar una gráfica oscura ni truculenta”, expuso.

Fue importante para Sonia Pulido no tener que ilustrar literalmente pasajes del texto, sino “acompañar ese tránsito que recorre el personaje”. Las viñetas que sí que conectan con el texto son en color fucsia que luego se transformarán en blanco, "mientras que las viñetas con fondo turquesa son ese recorrer que va en paralelo al texto", como explicó.

Citó otros recursos como “una doble página en blanco en la que aparecen elementos que podrían recordarnos a luz o electricidad y que conectamos sobre la primera viñeta,"que funciona como una premonición de lo que será el tratamiento de electroshock”, evitando la sordidez de la devastadora experiencia.

Público en la cita sobre la autora estadounidense Sylvia Plath.
Público en la cita sobre la autora estadounidense Sylvia Plath.

En su obra, Sonia Pulido realizó un “superpuzle muy caótico" y al final se mezclan los momentos en los que se plantea ese ¿quién soy?”, con el que se refirió a la importancia de temas como el papel de la mujer en la sociedad, la presión sobre el matrimonio y la maternidad, y la lucha de Plath por encontrar su identidad como escritora.

Las ilustraciones también recogen la aparición del concepto de la campana de cristal -“fermentándome en mi propio aire malsano”, como indica la autora-, y esa campana ocupa el espacio central. Cuando Esther mejora, la campana se levanta y se sostiene por encima de su cabeza, y “así podía circular el aire”, comentó.

Finalmente, el superpuzle casi lo completa con una imagen sonriente, “imagen que avanza hacia el futuro, pero la campana de cristal sigue estando ahí, semioculta. Todo lo vivido la transforma y la campana está ahí como amenaza siempre”, explicó.

Con esta serie de ilustraciones, Sonia Pulido logra acompañar el viaje emocional de la protagonista de La campana de cristal. Además, destacó a lo largo de la charla la vigencia de los temas tratados en la obra de Plath.

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