Andrés Pérez Perruca, el batería de El Niño Gusano, narra en Vida de un pollo blanquecino de piel fina (Jekyll & Jill) la historia de esta banda zaragozana de culto de los años 90 y su impacto en la escena musical española. A través de sus 67 canciones, el autor reconstruye tambié el inicio del indie en España, la evolución de los festivales y la transición desde la post-movida hacia una aparente uniformidad cultural del siglo XXI. Además, la obra, que abarca 25 años de desarrollo a través de 864 páginas, aborda temas como la amistad, la música, la juventud perdida y el sentido de la vida.
Andrés Pérez Perruca visitó Huesca este sábado, 15 de marzo, para presentar este trabajo en la librería Iglú, donde conversó con su editor, Víctor Gomollón, tras las palabras de bienvenida de Carlos Izuel. Este último destacó la trayectoria de la editorial Jekyll & Jill , fundada en 2011 y caracterizada por su apuesta por publicaciones cuidadosamente editadas, en las que contenido y forma conforman un todo inseparable.

Gomollón explicó que Jekyll & Jill es una editorial unipersonal en la que él se encarga de todo el proceso, desde la búsqueda de manuscritos hasta la distribución de los libros, con un ritmo de dos lanzamientos anuales en más de una década y su catálogo de más de sesenta títulos.
Más que una biografía de El Niño Gusano, se trata de una historia de crecimiento, con notas a pie de página que rescatan recuerdos de Pérez Perruca. También funciona como un análisis del fenómeno indie en España, y aborda el papel de pequeñas discográficas en su consolidación. Se puede establecer un paralelismo con la industria editorial, donde proyectos independientes han seguido una evolución similar.
Antes de ceder la palabra al autor, Gomollón planteó una cuestión clave: ¿cuánto había de verdad en el libro?
Pérez Perruca inició su intervención destacando la importancia de librerías como Iglú, fundamentales para que sigan publicando buenos libros. Agradeció la acogida de Huesca y recordó que, tanto con El Niño Gusano como con Tachenko, siempre se había sentido bien recibido en la ciudad. También expresó su reconocimiento a Víctor Gomollón y su editorial, subrayando el exigente proceso de edición que redujo un manuscrito de 3.000 páginas a su versión final.
Retomando la pregunta de Gomollón, afirmó que todo en el libro es cierto, aunque reconoció que la memoria reconfigura los recuerdos con el tiempo. Admitió haber reorganizado escenas para dar coherencia al relato, fusionando momentos distintos. El formato del libro permitió incluir una gran variedad de experiencias y personajes, lo que le da amplitud y riqueza.
Gomollón destacó la calidad de la escritura y señaló que, a diferencia de otros libros sobre bandas de los años 70 a 90, este no se centra en conflictos o excesos, sino en la música y la experiencia personal del autor. La estructura del libro, con 67 capítulos, uno por cada canción de El Niño Gusano, responde a la idea de construir relatos independientes que pudieran disfrutarse, incluso sin conocer la banda ni la escena musical.
Durante la conversación surgieron otros temas, como El Fantasma de los Ojos Azules, mítico bar zaragozano de los 90 del que Pérez Perruca fue socio. Apuntó que una de sus normas era no poner su propia música, una decisión que respondía a su convicción de que cualquier persona con un proyecto propio debía establecer reglas aparentemente absurdas, pero con una lógica interna. Consideraba que seguirlas con firmeza ayudaba a evitar lugares comunes y diferenciarse de los demás.
El autor explicó que escribir el libro fue una necesidad constante, aunque atravesó momentos complicados durante la pandemia.
Uno de los temas fundamentales de la obra es la amistad, reflejada en los primeros años de El Niño Gusano, cuando sus integrantes, con apenas 20 años, compartían lecturas y diversos gustos musicales, aunque fueran diferentes. La dinámica creativa del grupo era libre y flexible, basada en la confianza mutua.
Sobre su propia música, Pérez Perruca reconoció que no todas las canciones eran iguales de buenas. Comparó la creación musical con la literatura, afirmando que en una obra extensa siempre hay fragmentos mejores y peores. Algunas canciones le parecían menos logradas con el tiempo, pero valoraba el proceso de creación y la experiencia compartida.
El libro está impregnado de referencias culturales, especialmente de cine y música, con un estilo que mezcla ensayo, anécdotas y juegos intertextuales. Las notas a pie de página tienen un papel clave, aportando contexto y enriqueciéndolo con homenajes y detalles adicionales.
El proceso de edición implicó dejar fuera muchas historias, especialmente aquellas relacionadas con amigos fallecidos, lo que supuso una selección difícil.
Finalmente, se abordó la recepción del libro, que ha generado diversas opiniones. Algunos lo consideran pedante, aunque Pérez Perruca aseguró que su intención no era tal, sino más bien espontánea. La exposición personal y la exploración de la memoria forman parte esencial del libro, cuya riqueza radica, además, en su capacidad de generar debate.