Tras la dos primera visitas realizadas en octubre, el 6 y 13 de noviembre está abierta la posibilidad de adentrarse en el presente, pasado y futuro del Instituto de Estudios Altoaragoneses (IEA), una actividad diseñada para celebrar sus 75 años de historia. A través de estos recorridos guiados por Silvia Arilla, técnico de Patrimonio, encargada del servicio de visitas de la DPH y asesora del área del Arqueología del IEA, se busca abrir el Instituto a la ciudadanía oscense. Se inician a las 19.00 en la calle del Parque confluencia con Valentín Carderera.
La visita arranca con recorrido por la calle del Parque y el Miguel Servet, cuyas construcciones están ligadas al edificio que es sede del Instituto de Estudios Aragoneses. Los edificios de la calle del Parque se construyeron hace 95 años y el instituto cumple 75. La zona en la que se ubica era de huertas, como Lastanosa y Caderera, que se expropiaron para tener solares para construir las nuevas casas y el parque, entre 1927 y 1929. Se realizó entonces una puja de los solares de 400 metros cuadrados para viviendas, ya propiedad del Ayuntamiento, que fueron adquiridos por varias personas, entre ellos Bruno Farina, arquitecto nacido en Filipinas, que diseñó casi todas las casas actuales de la calle del Parque, al igual que el Teatro Olimpia, y llevó a cabo una “modernización higienista” de la ciudad, con alcantarillas y la depuradora, a principios del s. XX. También trabajó en otras localidades como Alcolea de Cinca, Jaca y Barbastro.
Otros propietarios de las primeras edificaciones, que tenían que construirse siguiendo algunas normas como tener espacio para jardín y una valla, fueron Mariano Ponz, Pedro Arregui, Vicente Zugasti, Paulino Usón Sesé, Pedro Muñoz Caballero y Antonio Pie Lacruz. Durante el recorrido se desmintió el bulo de se levantaron las casas de la calle del Parque después de que tocara la lotería en Huesca, en 1932. Para entonces ya estaban construidas, aunque sí resultaron agraciados algunos de sus propietarios como Antonio Pie, Pedro Muñoz y Paulino Usón, mientras que se quedó sin premio Vicente Zugasti.
Tampoco le tocó al doctor Franco García Bragado, quien levantaría en el número 10 de esta vía, antiguamente denominada de la Libertad, su clínica, en la que se instaló el 29 de agosto de 1931. Esta edificación es la que más ampliaciones ha tenido desde su construcción y la sede actual del Instituto de Estudios Altoaragones.
La visita continuó ya dentro de la sede del IEA hablando de su nacimiento. Fue Virgilio Valenzuela, maestro e inspector de educación, quien creó en 1949 el Instituto de Estudios Oscenses. Fue el primer director de esta entidad, que agrupaba a eruditos de Huesca, entre ellos Federico Balaguer, Salvador María de Ayerbe, Santiago Broto, José María Lacasa, Lorenzo Muro, Antonio Durán Gudiol, Miguel Dols y Ricardo del Arco. El 15 de diciembre de 1949 se inaugura el Instituto, se crea la revista Argensola y la cátedra Lastanosa.
A Valenzuela le sucedieron Cecilio Serena (1978-1981), Luis Lafarga (1981-1985), Agustín Ubieto (1985-1989), José Ramón López Pardo (1990-1992), Antonio Durán Gudiol (1992-1994), con Antonio Turmo como vicedirector, Bizén d’o Río Martínez (1995-2000), Fernando Alvira (2000-2020), Alberto Sabio (2020-2024) y actualmente Susana Villacampa; 75 años después de su fundación, la primera directora del Instituto de Estudios Alteraciones.
Silvia Arilla comentó en la visita que, a finales de los años 70, el Instituto estuvo a punto de desaparecer. “Era casi como una asociación privada y no había dinero. La revista Argensola ya se estaba retrasando y la cátedra de Lastanosa no llegaba a lo esperado en difusión”, como indicó. Fue Cecilio Serena quien introdujo los grandes cambios del Instituto. Uno de los principales puntos de inflexión del IEA, junto con la época de Agustín Ubieto.
En 1977 cambia su nombre por Instituto de Estudios Aragoneses, se integra en la Diputación Provincial de Huesca con lo que mejora la financiación e instala su sede en la casa de la plaza Condes de Guara. Ya con personal para trabajar en el IEA, se inician nuevas cátedras, como Vidal de Canellas, Lucas Mallada y Joaquín Costa.
Por otro lado, en 1981, Rosa María García Lacarte vende el edificio que fue clínica del doctor García Bragado a la Diputación Provincial de Huesca, con Aurelio Biarge como presidente. Pasó la institución a esta casa de la calle del Parque desde el antiguo convento de San Francisco, que estaba prácticamente en ruinas, un espacio que ocupó provisionalmente mientras se construye su actual sede. En total fueron 6 años, de 1981 a 1987.
En la época de Agustín Ubieto “se empieza a mover mucho el Instituto -relató Arilla-. Quiere que ya haya un servicio realmente público”, siguiendo el objetivo de su fundación, es decir “investigar, desarrollar y difundir todo lo relativo a la cultura del Alto Aragón”. No se quedó en una serie de publicaciones “que tampoco llegaban al gran público”, sino que se abrió a la ciudadanía y para eso necesitaba personal ante el gran volumen de trabajo. La primera persona que empezó a trabajar en el IEA fue Pilar Alcalde.
También con Agustín Ubieto arrancaron las becas de investigación, lo que daba acceso al IEA a gente joven; puso en marcha el Fichero Bibliográfico Aragonés, “que Ubieto llamó el monstruo por la cantidad de información que contenía”; también creó la biblioteca, que en 1985 empezó con 820 ejemplares y hoy supera los 42.000; se editó en facsímil el Vidal Mayor; y a la revista Argensola se suman otras y los anales de la Fundación Joaquín Costa, que vienen desde Madrid; y también comienzan las colecciones de libros.
La línea marcada por Ubieto fue seguida por otros presidentes, introduciendo novedades como la Noches Mágicas, por Bizén d´o Río, y en los 20 años de Fernando Alvira en la dirección se consolidan todas las colecciones, nacen publicaciones y se inicia el Sistema de Información del Patrimonio Cultural Aragonés (SIPCA), “que cuenta actualmente con una cantidad de registros impresionante”, destacó Silvia Arilla. El IEA también puso en marcha la hemeroteca, un archivo sonoro y de jota. Además, alberga la mayor información sobre Ramón J Sender del mundo y el espacio Joaquín Costa.
Por su parte, Susana Villacampa explicó que el objetivo de estas visitas es mostrar lo que es y ofrece el IEA. “El Instituto tiene que ser un lugar de puertas abiertas, es la casa de todos y para todos en Huesca”, concluyó.